Se argumenta hace mucho. Antes, incluso, de que la palabra escrita se hubiera asentado como modo de registro de la palabra. Se argumentaba, como vimos, en la plaza y en campo de deportes, en los tribunales y en los camposantos. Y también se argumenta como un juego: de astucia, de probarse a sí mismo, de probar los propios argumentos, de entrenamiento, de seducción.
Uno de los primeros argumentadores, Gorgias, escribió este bello encomio o elogio a Helena de Troya. Les propongo algunas consignas para revistarlo y espiar un poquito el tiempo de la Antigua retórica.
Consignas:
1.- Lean el “Encomio de Helena” de Gorgias. Presten particular atención al párrafo 7 en el que el argumentador/orador/enunciador hace referencia al poder persuasivo de la palabra y la influencia que tuvo en los actos de Helena.
2.- Resuman el argumento de Gorgias sobre la palabra.
3.- Reflexionen sobre el poder persuasivo de la palabra a partir de este texto y de ideas propias, sobre todo, teniendo en cuenta la perspectiva que el mismo Gorgias plantea sobre la argumentación como un juego. Anoten algunas ideas sueltas.
4.- Redacten un pequeño texto con las conclusiones de esa reflexión (15 a 20 líneas, no menos ni más) y titulen.
Bibliografía sugerida:
Calsamiglia, Helena y Tusón, Amparo (1999), «Los modos de organización del discurso: la argumentación».
Marro, Mabel y Dellamea, Amalia (1993), “La producción de textos argumentativos”. (Fragmento: pp. 377/381).
Fecha y modalidad de entrega: 3/11 como archivo de word adjunto, por correo electrónico a la casilla m.reviglio@fcpolit.unr.edu.ar con las formalidades que ya conocen