Esta vez, el regalo fue de Renata y compartió un texto que pertenece a un género y un estilo que hemos compartido poco en este espacio. Así que, ¡bienvenida la diversidad!
Las políticas públicas, siempre
Hay tanta política buena como de la otra, así como también negocios con los mismos matices. Más que incrementar la desconfianza y la sospecha en las instituciones, se debe trabajar para fortalecerlas. Para el bienestar de la sociedad es fundamental que empresas, gobiernos y organizaciones de la sociedad civil se comprometan con el bien común.
Esto requiere impulsar nuevos modelos de gobernanza y diseñar las políticas que se requieren para alinear los esfuerzos de todos los actores en el territorio. En ese contexto, ayuda evitar el discurso demagógico que sostiene que todo lo que uno hace está fantástico y señalar a los otros como responsables exclusivos de todos los avatares. Nadie puede creer sinceramente que actúa sobre una base ética y que aporta valor en todo lo que hace, sea cual fuere el tipo de institución que represente.
La confianza en la mayoría de las entidades es escasa.
Es necesario adoptar una postura de “humildad epistemológica”, como menciona el profesor de filosofia práctica sueco-estadounidense Erik Angner en su ensayo How economics can save the world, reconociendo que estar equivocado o ser incapaz no tiene por qué ser inherentemen-te malo. Sin embargo, estar equivocado, ser incapaz y tener un exceso de confianza puede ser mortal. Hay que reconocer estos desafíos y trabajar para reconstruir la confianza en las instituciones.
Se reitera, solo el 15% de la población confía en el congreso, apenas el 17% cree en la justicia y solamente el 20% en el gobierno nacional. Las ONG (con el 39%), las grandes empresas nacionales (con el 40%) y las multinacionales (con el 42%) tampoco cuentan con altos niveles de confianza. El escenario de fragmentación en el que está inserta la sociedad vuelve más evidente el cambio que se debe hacer.
Y las instituciones siguen teniendo un rol irremplazable.
Tanto en el plano global como en el local, es menester tirar todos para el mismo lado y, además, hacerlo en simultáneo.
Es el momento oportuno de achicar la brecha de financiación del desarrollo y, por qué no, de disminuir la brecha política y de confianza. Es hora de estructurar los medios que favorezcan el mejor encuentro de empresas, socieda civil y gobiernos en cada territorio. De alinear los intereses de dichos actores hacia un desenvolvimiento virtuoso que
incluya a todos.