Por Candela Fernández
Mi papá fue la razón por la que empecé a leer ya que él es un amante incondicional de la lectura.
Soy muy compañera con él y concurría todos los fines de semana a ciertos bares que se reunían con sus amigos de toda la vida; entre ellos, “Capote” o “El Cairo”; escuchaba sus eternas charlas de política y religión, sus discusiones e intercambio de ideales, anécdotas, pero nunca entendía de lo que hablaban, ya que era muy pequeña y mi papá es una de las personas más inteligentes que conozco, hasta ahora por lo menos.
Entonces, un día se me dio por empezar a revisar su inmensa biblioteca rica en libros, que pudieran explicarme de lo que hablaban esos fines de semana tan ardientes.
El primer libro que me llamó la atención fue “El anarquismo”, ya que él era y es amante de la política e historia; me lo guardé en la mochila y lo primero que hice cuando llegué a mi casa fue abrirlo; lo leí, pero debido a que sólo tenía diez años no logré entenderlo demasiado, entonces recurrí a mi viejo y le pedí ayuda. Lo tomó, me miró y comenzó a leerlo, me explicó palabra por palabra y frase por frase. Lo terminó de leer, se acercó a la biblioteca, me pidió que extendiese los brazos y comenzó a sacar libros y apilarlos sobre ellos; cuando terminó ya tenía alrededor de veinte libros, como por ejemplo “Crímenes y Mentiras en el Vaticano”, “Los judíos”, “Orden, represión y muerte”, que fueron los más interesantes, entre otros… Me miró y me dijo: “Bueno, ahora… leé todo esto y lo vas a entender mejor”.
No recuerdo bien, pero creo que en una semana aproximadamente terminé de leer todos los libros, volví a su casa y lo único que hice fue extenderle los brazos y decirle: “¿Y ahora qué sigue?”.
Desde ese día lo primero que hago cuando voy a la casa de mi papá es preguntarle si se compró un libro o si me recomienda alguno, y cada vez que salimos de compras o a pasear, le pido que me lleve a una librería y miremos si hay algo que nos interese. Por supuesto que cada vez que termino de leer uno, debatimos y le comento mis inquietudes, y no hay una sola vez que haya titubeado, él es mi mejor ejemplo de persona, porque lo admiro por su sabiduría y por saber transmitirla, porque siempre me explicó con detalles cada una de mis dudas, porque me tuvo paciencia.
Aprendí que mi curiosidad fue la razón de mi pasión por los libros, pero lo que leo es muy particular, no me gusta la poesía (sólo sé apreciarla y distinguirla), no me gustan las novelas, ni nada que sea irreal, me gusta la historia, la política, la religión, y todo lo que esté relacionado con ello. Me imagino que ahora se deben dar cuenta de que mi papá fue una gran influencia para mí, en la carrera y en la vida.