Memorias de la lectura 3

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por Eugenia Stachiotti
No recuerdo la primera vez que ingrese a una librería pero sí recuerdo una, no sé específicamente cuál, que era enorme, por lo menos a mis ojos. Me fui directamente al sector de niños, donde los colores fuertes predominaban y donde había sillones de colores. Rápidamente me encontré revisando la sección de terror, donde encontré mi género de lectura preferido.


Tomé el libro y lo primero que noté fue la tapa con una ilustración terrorífica de un monstruo. Fue por ese motivo que decidí comprarlo.
Cuando llegué a mi casa me senté en el sillón y lo leí entero en ese mismo día, ni siquiera almorcé. Me encontré atrapada en sus hojas, en su historia. En ese momento me di cuenta que las historias más escalofriantes eran mis preferidas.
Mis padres aprovecharon mi entusiasmo para hacer de la lectura un hábito. Entonces, un día mi papá me llevó a una librería por calle Córdoba y me dijo que eligiera tres libros. Obviamente fui exactamente a la misma sección de la librería que había ido semanas anteriores y tomé las tres ediciones que le seguían al libro que yo ya tenía.
Una vez terminados esos tres libros, tuve la necesidad de seguir comprando las ediciones restantes para tener la colección completa.
Esa fue la época en la que más leí, si mal no recuerdo tenía unos 10 o 12 años de edad y llevaba mis libros a todos lados: cuando me iba de vacaciones, cuando íbamos a la casa de mis abuelos, a la escuela.
Pero ahora, si bien el género terror y suspenso sigue siendo mi preferido, no leo tan seguido como antes. Ya no leo por placer, sino porque debo hacerlo.
Sólo espero, algún día, volver a tener ese mismo entusiasmo por leer como cuándo tenía, más o menos, unos 12 años de edad.