Resumen de la clase Nº 6, del 23 de mayo

Por Tiara

El cielo estaba cubierto de nubes espesas esa mañana, como anticipando que la clase nos invitaría a pensar en densidades menos meteorológicas pero igual de profundas; EL ACTO DE LEER. Con pantallas encendidas y el murmullo de saludos dispersos; comenzó una nueva clase de Redacción I, marcada por el inicio de la segunda unidad: “Escribir para el lector”.

La profesora compartió su presentación, y como si desplegara un mapa, nos guió por los puntos clave del recorrido anterior. Volvimos sobre una idea que parece simple, pero que se abre en múltiples direcciones: “Leer es comprender”.

Aunque la frase puede sonar elemental, pronto recordamos que la comprensión no se reduce a descifrar letras. Se trata de un amplio proceso vivo, que involucra nuestros sentidos, emociones y nuestra historia. Leemos con el cuerpo y con la mente; leemos desde nuestros saberes previos, nuestras incertidumbres y carencias.

Así, reaparecieron conceptos que ya habíamos explorado: “Lo neurofisiológico, lo cognitivo, lo afectivo, lo simbólico, lo argumentativo”. La lectura, como práctica social, es mucho más que un acto solitario; es parte de una cultura, de una lengua, de un modo de pertenencia al mundo.

Y con ese marco, nos sumergimos en el eje de la jornada: “Los lectores”.

Trabajamos especialmente con el texto de Estela Zalba (2003), que nos propone cambiar la mirada: “No se lee menos, se lee diferente”, dice, y esa frase quedó flotando como un eco. A lo largo de la clase, fuimos desarmando esa afirmación. Comprendimos que nuestras prácticas lectoras actuales están profundamente atravesadas por el contexto; la tecnología, la economía, las formas de sociabilidad, incluso nuestros propios hábitos digitales. Todo eso moldea el cómo, cuándo y para qué leemos. Y también los contratos que se establecen entre los medios y los lectores.

Zalba también introduce una idea provocadora: el texto es lineal, pero el sentido no. Leemos en zigzag, con pausas, con saltos, con sobreentendidos. Cada lector arma su propio recorrido. Y no todos buscan lo mismo: algunos quieren información, otros buscan emoción, otros, respuestas.

En ese punto, apareció la figura de Umberto Eco y su concepto de hipótesis cooperativa. Eco nos invita a pensar que el lector no es pasivo, sino un cómplice del texto, un intérprete activo que proyecta sentidos posibles.

Interpretar, sobreinterpretar, usar un texto: esos  tres verbos quedaron resonando con fuerza en la segunda mitad de la clase.

Como cada semana, llegó el momento del regalo textual. Esta vez, la voz de Gloria Ocariz nos trajo una recomendación cálida y emotiva: Hello Beautiful, de Ann Napolitano. No fue solo un título, sino una invitación a leer con el corazón abierto. El libro quedó anotado en varias libretas, como quien guarda una promesa para más adelante.

También Renata, la profesora adscripta, trajo un texto de la cronista Leila Guerriero.

Como último tema, vimos la propuesta de Daniel Cassany para imaginar nuestro lector cuando tenemos que escribir.

Cuando el reloj marcó el final, no hubo un cierre abrupto. La clase se despidió con la misma suavidad con la que había comenzado. Pero antes de desconectarnos, la profesora nos dejó las consignas para la próxima semana:

 

📌 Entrega del TP Nº 3

📚 Lecturas obligatorias:

Nos espera una nueva clase, pero también una nueva forma de leer el mundo.

Hasta entonces.