Por Mateo Fuertes
Con un paisaje de nubes negras en la ventana, que amenazaban con una tormenta que finalmente nunca llegó, comenzamos la quinta clase de Redacción I.
Como ya es costumbre, lo primero que hicimos fue retomar el trabajo práctico de la semana pasada para revisar errores comunes. Puntualizamos, por ejemplo, en la necesidad de eliminar el tono pedagógico al redactar textos periodísticos, así como en evitar una simple sucesión de entrevistas y testimonios, buscando en cambio una redacción propia y organizada en temas y subtemas.
Después de la revisión, Renata nos leyó el trabajo de Yasmín. Fue realmente un placer escucharlo: un texto hermoso y muy sentido, ejemplo perfecto de un buen trabajo, bien estructurado y respetuoso del tono y la secuencia temática.
Luego continuamos reflexionando sobre la Inteligencia Artificial. Repasamos algunas respuestas de nuestra charla con la IA registradas en el Ejercicio de Escritura n.º 2 y pusimos en común experiencias y pensamientos sobre el uso responsable de esta herramienta.
Una vez que terminamos con el repaso, nos metimos de lleno en las lecturas asignadas para esta clase. Comenzamos formalmente con la unidad n.º 2, por lo que el eje temático giró en torno a “la lectura”.
Tomando como referencia el texto de Daniel Cassany, nos preguntamos: ¿qué es leer? Antiguamente se creía que leer era simplemente ponerle voz a un texto, decodificarlo de modo literal, sin más. Hoy sabemos que leer es mucho más que eso: es un proceso cognitivo que implica comprender y generar un significado propio a partir de lo que texto nos propone.
Por eso decimos que no todos leemos igual. Ningún texto significa exactamente lo mismo para dos personas. Cada lector construye su propio sentido, en función de sus conocimientos previos, experiencias, condiciones, etc.
Pero a esa construcción individual podemos sumarle otra capa de complejidad: nuestra forma de leer tiene también un origen social. Discurso, autor y lector no son elementos aislados, sino parte de una trama que responde a una tradición, a convenciones, a reglas compartidas.
En esta misma línea, continuamos con el trabajo de Claudia Mazza, que resalta que en la lectura intervienen varios procesos: neurofisiológicos, cognitivos, afectivos, argumentativos y simbólicos.
Luego de repasar los puntos principales de estos dos textos, nos sumergimos en las palabras de Andrea Calamari para el regalo textual: un fragmento de Volver para contarlo. Una historia literaria del viaje.
Después de oír el regalo textual, retomamos los contenidos teóricos. En esta segunda parte, exploramos la historia de la lectura, entendiendo que los soportes y las tecnologías siempre determinan nuestra relación con la palabra escrita. Recorrimos desde las tablas de arcilla, los rollos de papiro y pergamino, el códice y la imprenta, hasta llegar a la actualidad con el texto digital y el hipertexto.
Para terminar, repasamos el texto de García Canclini, que se pregunta cómo es que se llega a ser lector y qué nuevas formas de lectura existen hoy. Critica las metodologías de investigación basadas en encuestas que se enfocan en qué o cuánto lee la gente, como si hubiera una única forma de leer. Propone, en cambio, indagar cuándo y cómo se lee.
Precisamente para pensar en estas preguntas, nos propusieron el tercer Ejercicio de Escritura: Contar una lectura, que debemos entregar el jueves próximo. Ese mismo día, no hay que olvidarse, también se entrega el Trabajo Integrador nº 1.
Lecturas para la próxima clase:
Eco, Umberto: “El lector modelo”;
Verón, Eliseo: “Cuando leer es hacer: la enunciación en el discurso de la prensa gráfica”;
Zalba, Estela: “De lectores y prácticas lectoras: la multiplicidad de pactos de lectura en los albores del tercer milenio”