Por Paula Tommasetta
A modo de que este texto sea corto y conciso, antes que extenso y denso, voy a hablar específicamente de excusas relacionadas con nuestros mayores protectores, sí, ¡papá y mamá!
Al momento de prometer algo, ley de Murphy mediante, sabemos que los planetas se empiezan a alinear para que no podamos cumplir con lo prometido, sin dejar de decir alguna que otra mentirilla a alguien (bajo la forma de la vieja y querida excusa). Detrás de todo “sí” a un amigo, hay un padre que conspira contra nuestra felicidad. ¡No desesperen! Acá les presento unos simples pasos para que cualquier excusa sea creíble y no haga falta corroborarla empíricamente.
Elementos a tener en cuenta:
-el lenguaje a utilizar; verbal, y más importante aún, no verbal
-la audiencia
-el contexto en que decimos nuestra mentirita piadosa
-lista de causas que ocasionan la “excusa” siempre a mano en la cabeza
-gente confiable a modo de aliados.
Lo primero que hay que saber al respecto es cómo actuar a la hora de exponer nuestra excusa a quien se deba; el lenguaje verbal que utilizamos debe ser el correcto según el contexto y la persona a quien le estamos hablando. Pero sobre todo debemos atender aquí al lenguaje no verbal: todo gesto inusual, movimiento raro y/o gota de sudor en la sien son claros indicadores de que algo no anda bien, y por eso debemos tratar de concentrarnos y eliminar todo lo inconsciente que el cuerpo insiste en liberar. Para esto les propongo simples trucos que en general funcionan a la perfección: permanecer sentados, tomar algo (papel, objeto) en las manos, y sobre todo buscar algo que aparente acaparar nuestra atención. Ejemplifico con una situación cotidiana: queremos ir a algún lugar (peligroso a criterio de papá y mamá) solos y por supuesto no nos dejan ir ni siquiera con sólo una o dos personas, a lo que el hijo/a sentado cómodamente enfrente de la computadora responde a la pregunta “¿Quiénes van?, ¿son muchos, no?” con una mentirita piadosa: “Sí, sí, vamos todos, ahora estamos organizando acá por chat quiénes van…”, sin siquiera sacar los dedos del teclado, y mucho menos la mirada del monitor, para evitar los síntomas de la mentira descriptos anteriormente.
En cuanto al contenido semántico de la excusa en cuestión, debemos pensar (inventar) algunos datos específicos y tenerlos siempre a mano en la cabeza; las 5 w nos ayudan, en este caso, a sintetizar toda esta información que debemos poder recitar rápidamente y sin vacilar para que “no nos levanten la perdiz”: con quién vamos, a dónde nos quedamos a dormir, qué es ese lugar, cómo que te vas a ir en colectivo!, ¿a esta hora recién van al boliche?(cuándo).
Por último, pero no por eso menos importante, sino parte fundamental de toda construcción excusativa, siempre debemos poder contar con esa persona incondicional, mentirosa profesional, y por supuesto mejor amigo/a, a quien denominaremos teóricamente “aliado”. En el caso que nuestro padres estén harto acostumbrados a nuestras mentiras y decidan deliberadamente no creernos en esta oportunidad, nuestro aliado será el encargado/a (con nosotros al lado pasándole letra) de convincentemente tranquilizar a Tito y Lily y recomendarles alguna buena peli para el resto de la noche.
En la próxima edición trataremos más en profundidad el tema de las excusas, explayándonos en cómo excusarnos frente a nuestros amigos y novios/as. Y si no aparece nada escrito en la próxima edición es porque…eh, este…bueno, ya inventaré algo.