Por Patricia Martínez Dufour
Pocas cosas se presentan en la vida social de una persona tan rebuscadas como saber contar un buen cuento. Aunque parezca fácil, aunque hayamos estado acostumbrados a los cuentos para hacernos dormir desde la paciencia de una mamá, una tía o un abuelo.
Cuando escuchamos uno que nos hace reir nos hacemos el propósito de recordarlo para la próxima, y cuando llega la próxima nos dimos cuenta que se evaporó de nuestra memoria como charco de agua al sol.
Sea porque nos impresiona, sea porque nos parece tonto o por considerarlo demasiado inapropiado para una ocasión, los cuentos para amenizar una reunión requieren de una habilidad especial. Por eso hay tan pocos y los que gozan del reconocimiento general son escasos.
Ni te digo si el cuento se lo tenés que hacer a un amigo para que te crea o a una novia para seducir. Siempre habrá algo que echará por tierra cualquier garantía de éxito, porque esos no son cuentos, son simplemente mentiras.
Tan difícil es este arte que han surgido como seguidores de una disciplina profesional los cuentacuentos. Vayan aquí algunos consejos para llevar a cabo la tarea.
1- Tener ganas de contar con cuento. Si no existe verdadera voluntad y predisposición y se lo hace obligadamente, con seguridad saldrá mal y no hará surgir el efecto deseado.
2- Hacer un somero y rápido análisis de la audiencia. Hay cuentos que pueden despertar suspicacias o aventar algún prejuicio. Esto hará que tanto el que cuenta como el destinatario rompan internamente algún punto de la comunicación.
3- De acuerdo a este análisis elaborar una estrategia de tiempo. Los cuentos demasiado cortos sólo producen reacciones muy breves y no permiten extender el comentario sobre el placer que producen, Los cuentos demasiado largos pueden cansar al público, y hacer que el desenlace no sea aprehendido con la fuerza que merece por haber disipado la atención mientras se desarrollaba el relato.
4- El vocabulario empleado es fundamental y tiene que ver con el ámbito en donde es contado, el grado de aproximación afectiva que se tenga con la audiencia y la ocasión que convocó el encuentro. Todo relato tiene su posibilidad de ser, pero tener en cuenta estos aspectos pone al cuentacuentos en una posición de respeto y consideración para con su audiencia.
5- Nunca preguntar : ¿Está bien? ¿Te gustó? Puede forzar una respuesta por cortesía y no enterarte nunca si realmente tenés habilidades para contar cuentos.
6- Elegir el cuento que mejor podemos desarrollar sin atarnos demasiado a la memoria. Podemos adornarlo, agiornarlo y animarlo según la ocasión. Lo importante es no perderse, saber el comienzo y prever el final. El remate tiene que ser claro, contundente, nunca ambiguo.
Espero que les sirva y ¡ a probar!
Este texto pertenece al trabajo práctico “Algo de lo que sabés hacer”