ES UNA CRÓNICA PORQUE…

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Por Fabiana Blanco
Es muy común que cuando intentamos escribir noticias directas, con estructura de pirámide invertida; no encontremos con que del otro lado nos respondan que nuestra producción no es una noticia directa, sino una crónica. El hecho de no conocer los pormenores de éste género periodístico, hace que –muchas veces- dejemos que se filtre en nuestras noticias… Pero, ¿qué es una crónica?


Durante el primer año de Redacción, estamos en constante contacto con todo lo que implica producir noticias directas con estructura de pirámide invertida, incluso la cátedra ha confeccionado un exhaustivo material con el cual podemos sacudirnos todas las dudas que surjan sobre ese tema (claro, estoy refiriéndome a la Unidad Nº 8). No obstante, esto no sucede con el género de las crónicas; la razón es simple, ése no es uno de los contenidos básicos de la materia en este primer año. Sin embargo, el hecho de que la noticia directa y la crónica se confundan –repetidas veces- al momento de escribir, hace necesario que hagamos algunas aclaraciones que ayuden a diferenciar una de otra.
Entonces, ¿qué es una crónica? Una primera explicación podríamos buscarla en la propia etimología de la palabra. Derivada de la voz griega tronos (tiempo) la crónica, hoy género periodístico por excelencia, fue ya, siglos antes de la existencia del periodismo como medio de comunicación social, un género literario en virtud del cual el cronista relataba hechos históricos, según un orden temporal. Como género periodístico, la crónica conserva este entronque con lo temporal.
La crónica no nace con el Periodismo, sino que éste aprovecha una tradición literaria e histórica de largo y espléndido desarrollo para adaptarla a las páginas de la prensa, huella que le acompaña a pesar de la amplitud temática de sus objetos de información y la especificidad que ha ido adquiriendo como género periodístico. De su origen histórico-literario hereda la crónica periodística atributos que le permiten recrear la realidad sin violar la veracidad de los hechos.
Lo que distingue la verdadera crónica de la información, es precisamente el elemento personal que en ella se advierte, pues es, en esencia, una información interpretativa y valorativa de hechos actuales o actualizados. Allí se narra y, al propio tiempo, se juzga lo narrado. No es reportaje puro, porque en éste, en principio y salvo casos excepcionales, no se admite el comentario, sino que impera el relato escueto de los hechos. No es tampoco artículo literario porque, a diferencia del articulista, el cronista tiene una ineludible obligación de informar, de narrar, de contar algo que ha sucedido. El articulista elabora una idea en torno a un hecho. Lo que vale fundamentalmente en el artículo es el juicio del autor, su pensamiento. La crónica, género ambivalente, vale en tanto que es relato de hechos noticiosos y como juicio del cronista. El reportaje y el artículo, aun siendo informativos, pueden no ser noticiosos.
La Redacción
Como expresión caracterizada por la subjetividad, la capacidad del cronista, su estilo, el tema en cuestión, también sería cuando menos inútil asumir normas absolutas en relación con su escritura. No obstante, valdría la pena detenerse en algunas consideraciones formales que parecerían ser las más recomendables y aceptadas para la redacción de este género, sobre todo porque lo definen sustantivamente.
Por supuesto, nada de atarse a estructura en orden descendiente, o a exceso de juicios, o a información noticiosa de imperiosa actualidad.
Algunos autores recomiendan emplear la estructura cronológica de narración. Esta indicación no puede ser tomada al pie de la letra sino que dependerá, en buena medida, del tema abordado, del estilo de cada cronista, entre otros factores.
La narración deviene la forma privilegiada y central del discurso en la crónica y, por tanto, el cronista tiene que prestar atención a los modos más efectivos de contar una historia, un hecho o asunto, en torno a los cuales se articula su objetivo y el lenguaje que empleará.
La actitud del cronista ante el hecho, sus impresiones, se adaptará al vocabulario, al lenguaje, a la sintaxis, a la reconstrucción textual de lo visto o vivido. Esa actitud, esas impresiones, integran el objetivo central de la crónica, conforman su hilo conductor, tributan a su punto de vista, hacen posible la sintonía autor-receptor.
Frase corta y párrafo breve, ritmo rápido, grado superior de elaboración literaria, con empleo de recursos estilísticos como la metáfora, el símil, la hipérbole y cierta dosis muy medida de lirismo.
El Estilo
El estilo de la crónica es libre. Quiere decirse que el cronista no tiene por qué someterse a esquemas o normas prefijadas de redacción, como sucede en el reportaje informativo. Pero esta libertad del cronista tiene un límite: el hecho noticioso en torno al cual se escribe. La crónica está sometida al mandato de la noticia y en ella se complementan y cofunden lo objetivo y lo subjetivo, los hechos y el enfoque o apreciación personal del cronista. Si admitimos el discutido concepto de la forma, diríamos que en la crónica impera lo informativo-narrativo. Si bien no es preciso someterse al imperativo formal de la pirámide invertida, ni es indispensable el orden descendente, propios en la redacción de la noticia, a veces, es recomendable proceder así. De hecho, todo buen cronista empieza siempre por lo más importante, según su leal saber y entender.
En cuanto al sentido y significación, al cronista se le exige una visión clara de los hechos. De otro modo, sería imposible la interpretación o juicio valorativo de los mismos. La crónica, por su enfoque, puede ser impresionista o expresionista. Esto significa que el cronista puede contentarse con una impresión fotográfica de lo que cuenta (es decir, una impresión –naturalmente, personal-), o también puede darnos una versión mentalmente reelaborada de los hechos. La verdadera crónica es, a la par, impresionista y expresionista, puesto que la mente humana es, casi por definición, un cristal conformador y deformador de impresiones, de vivencias.
Protagonistas de la crónica periodística son: los hechos noticiosos y el cronista como intérprete de los mismos. El buen cronista va más allá del puro y simple acontecer. Su mirada, por así decirlo, atraviesa el mundo en torno y convierte lo opaco en translúcido y transparente. Finalmente, diremos que el propósito de la crónica se centra en informar y orientar. El buen cronista nos asoma al mundo externo, dándonos los hechos como asimilados y digeridos.
La valoración que se hace de los hechos, no llega a ser la que caracteriza al artículo de opinión: si bien puede enjuiciar, el propósito de la crónica no es el de convencer, sino el de conmover, el de despertar la sensación de una vivencia compartida.
La argumentación en la crónica no alcanza el rigor característico de otros géneros del denominado periodismo de opinión. El tono del comentario es mas íntimo, un tono de confidencia, totalmente distante del estilo editorial o de solicitación de opinión.
No puede hablarse de crónica en rigor si no se destaca el particular tratamiento expresivo que este género exige. De modo que, aunque al género le es propio un determinado aliento expresivo y el abordar temas y asuntos de muy diverso tenor y hasta de poca trascendencia en cuanto a la actualidad noticiosa, ello no justifica la frecuente tendencia a identificarlo con cualquier desahogo emotivo, simple tanto en lo que se refiere a la forma como al contenido.
La Técnica
Si bien aquí no impera el orden de la pirámide invertida, no obstante, el primer párrafo, como sucede en todo trabajo o escrito periodístico, tiene decisiva importancia. Hay que captar la atención del lector desde la primera línea. Y ello se consigue con una apelación noticiosa, con una anécdota curiosa o llamativa o con un juicio acertado y convincente sobre el hecho que motiva la crónica.
Las crónicas son el punto de encuentro entre estilo literario y la investigación periodística. La razón es simple. Con la crónica la pluma cobra vida. El rol presencial del periodista se expande a sectores más libres de expresión, los hechos pueden ser tomados de distintas aristas, es posible detenerse a observar otras zonas, quizás ignoradas, por las líneas editoriales de los medios y gracias a esto, a la libertad, pueden sumergirse en sectores inexplorados de gran peso. La crónica recoge fundamentos literarios y se cobija en técnicas periodísticas que la someten a una unión particularmente rítmica y permisiva. Puede incluso que en ocasiones la imaginación supere la realidad de los hechos, pero esto no significa que una crónica falte a la verdad. Sí puede significar que saque lo mejor de ella, o que mire el vaso medio lleno pero a veces, un tanto vacío.
Los Temas
Quizás sea este género el que más recursos posea para describir atmósferas, situaciones, asuntos, personas. “La crónica se resiste a la puntualidad de la información y al marco estricto del artículo, deambula por todos los rumbos y capta los variados matices del humano acontecer en su diversidad de escenarios, asuntos y actos.
Un incendio, un accidente, un descubrimiento, un congreso pueden ser temas de crónica igual que un estado de ánimo o un problema social. La diversidad temática antes enunciada da cuenta de que en ella cabe cualquier asunto siempre que este sea tratado con imaginación y sensibilidad
Resumiendo
El primer atributo propio, diferenciado, reside en el sentido temporal con que el cronista aborda su objeto no importa si este es un hecho, un sentimiento o un paisaje, una persona, un proceso. En este sentido, coinciden la mayoría de los especialistas: la crónica observa un orden cronológico, incluso aun cuando no se relate en orden secuencial estricto.
Otro rasgo bastante acusado en ella: la actualidad, que puede ser de fiel apego a la ocurrencia en el aquí y el ahora de los hechos, como de creación de ese tiempo a partir de un relato en presente.
La crónica cuenta una historia, relata. Esa historia se convierte en el núcleo de
su eje narrativo, viene a ser algo así como su tesis.
La crónica se parece mucho a la información, al comentario y al reportaje. A la información porque, al igual que esta, se nutre de los hechos. Al comentario, ya que también valora y emite opinión; al reportaje, en tanto ofrece testimonio personal e integral de un acontecimiento.
Las diferencias con estas otras formas periodísticas radican en que su apropiación factual, juicios y vivencias pasan por la impresión personal del cronista, por su sensibilidad y particular modo de expresión.
El comentario del cronista tiene asimismo un enfoque peculiar, afincado en la proposición y menos en la opinión acabada o en la interpretación que deriva del análisis. Un cronista prefiere matizar los hechos antes que concluir sobre ellos.
Aclarando para que no oscurezca, la mejor forma de saber qué es este género, es remitirnos al trabajo de una excelente cronista como es Sandra Russo. “Retirate”
En este texto, podrás encontrar más cosas para tener en cuenta al momento de redactar noticias directas con estructura de pirámide invertida: “Para Leer y Escribir Noticias”.