Les presentamos la opinión de varios autores sobre el oficio de escribir. Tomando como punto de partida esas palabras, deben realizar la actividad.
1) Ocho autores dan su opinión acerca de lo que significa para ellos “el oficio de escribir”. Leé esos textos. En base a la diversidad de comentarios, elaborá un texto breve interpretando los aspectos más relevantes destacados por los escritores acerca de la actividad de escribir.
2) Elegí la opinión de un autor en particular que creas que es la más significativa acerca del tema planteado. Explicá el por qué de tu elección destacando qué características posee ese comentario que lo hace diferente y más representativo del “oficio de escribir”.
3) Recurriendo a tus conocimientos generales, formulá tu propia definición estableciendo qué significa para vos “el oficio de escribir.
Opiniones de autores
Jorge Luis Borges
Creo que ese es el oficio, o si usted quiere ¬es una palabra más ambiciosa¬, el destino del escritor: cambiar las cosas… Yo mismo tengo la impresión de que todo lo que me sucede, incluso el infortunio, sobre todo el infortunio, me son dados para que yo los cambie en algo, y por eso hay una gran literatura del infortunio y no de la felicidad, que yo sepa. Porque la felicidad es un fin en sí, mientras que el infortunio debe transformarse en otra cosa… Esa cosa es el arte. Puede ser la música, la pintura… En mi caso no es sino la literatura.
(Fragmento de nota de Bernard Pivot, La Jornada Semanal, 23-03-97, traducción de Juan Moreno Blanco)
Yo, el otro día, estuve dictándole algo y usted habrá visto cómo me demoro en cada verbo, cada adjetivo, cada palabra. Y, además, en el ritmo, en la cadencia, que para mí es lo esencial de la poesía.
(Fragmento de conversaciones con Osvaldo Ferrari)
Isidoro Blaisten
Puedo ganar el Premio Nobel y aun así escuchar que me digan “seguís siendo siempre el mismo desorganizado” o “no sos práctico” o “no tenés una buena relación con el dinero”. Puedo llegar a dar propinas dispendiosas o veinte centavos con gesto principesco.
¿Y esa sensación se refleja en sus cuentos?
Un poco. En “Violín de fango”, por ejemplo, aparecen los personajes de los hermanos “con los diplomas abajo del brazo”. Es que en esto de ser escritor no hay título que te avale ni diploma que te sirva. Yo conté en Anticonferencias que una vez me preguntaron: “¿Así que usted es poeta? ¿Y qué más?”. Me parece que ahora hay nuevos clisés, adaptados para cada circunstancia. En “Después de la presentación” hay un asesino y gente que viene de la presentación de un libro. El asesino está ahí, pero la gente está concentrada en decir un lugar común tras otro: “Estaba toda la fauna y la flora”. “Tengo una asignatura pendiente”. “Pero cómo hablaba, no terminaba nunca”. Creo que nos movemos en el terreno de la hipocresía. Hay cosas que no se pueden decir. Creo que el desafío es seguir siendo fiel a uno mismo, también en esas circunstancias. Recuerdo unos versos de un poeta turco que leíamos en aquella época, Nazim Hikmet: “Sin jactarme, querida/ pasé como una bala estos diez años de encarcelamiento/ pero guardo como entonces salvo este mal al hígado/ el mismo corazón y el mismo pensamiento”. Para mí, la vida de un escritor es eso: poder conservar siempre el mismo corazón y el mismo pensamiento.
(Fragmento de nota de Mónica Sifrim, diario Clarín, 06-04-04)
María Esther de Miguel
Sólo dos cosas pero esenciales: leer muchísimo, porque en literatura leer es parte del trabajo. Y aprender a perseverar. Por eso cuando alguno de ellos me pregunta: “María Esther, escribí un cuento, ¿qué hago ahora?”. Yo contesto: “Muy bien, te felicito. Ahora escribí cien más”.
(Fragmento de entrevista de Raquel Garzón, Clarín Digital, 14-02-99)
Guillermo Martínez
Lo que me fascina de escribir es la posibilidad de organizar relaciones sometidas a sus propias leyes internas y que no están ni en la filosofía ni en las matemáticas ni en la vida real. Lo más difícil en literatura es lograr al día siguiente reconstruir la atmósfera en la que uno escribía el día anterior.
(Fragmento de entrevista de Silvia Hopenhayn, La Nación Line, 06-09-00. Cultura).
Andrés Rivera
Me ocurrió un episodio que, creo, le debe haber pasado a muchos escritores. En esa última charla que di en Córdoba, se me acercó a la salida un muchacho de no más de veinte años que me dijo algo imposible de creer: que me había leído -ni siquiera mencionó qué libro- y que eso le había cambiado la vida. ¿Qué le iba a contestar? ¿Que no podía ser, que estaba exagerando? No le contesté nada… ni “gracias” le dije. Me quedé callado, mirándolo… Me hizo pensar otra vez en el oficio. Está claro que el muchacho exageraba; si no, no sería un muchacho. Claro, con dieciocho, diecinueve años, ¡si no se exagera a esa edad! Pero me hizo pensar en el poder del oficio…
(Fragmento de nota de Miguel Russo y Gabriela Timann, La Maga, 03-04-96)
Mempo Giardinelli
Creo, como Marguerite Yourcenar, que un escritor es aquel que todo acontecimiento que sucede lo tiene que poner en palabras. Recordarás aquella imagen de Yourcenar que es maravillosa, que dice que si a un escritor le tiran un guante en la cara, el tipo ni se ofende, ni se pone a gritar, ni le da una trompada al otro, sino que agarra el guante, lo investiga claramente y escribe un texto sobre el guante. Yo tomé así este hecho. Yo no soy un ensayista, no soy un filósofo ni un pensador, solamente soy un escritor, un ficcionista, un tipo que tiene algunas ideas de la realidad y le mezcla un poquito de imaginación y hace un cóctel medio bastardo y sale literatura.
(Fragmento de nota de Mona Moncalvillo, revista Humor, 1991)
Rodrigo Fresán
Yo recibí una educación muy agnóstica, muy atea, muy sesentista, y creo que el hecho de tener una vocación muy firme suple mucho la idea de un dios o de alguien a quien agradecer, o con quien sentirse en deuda. Yo me siento en deuda con mi vocación todo el tiempo. Una deuda placentera, que pasa por la idea de tener que seguir escribiendo y hacerlo cada vez mejor.
(Fragmento de nota de María Sonia Cristoff, La Nación Line, 05-08-98)
Alejandro Dolina
No me reconocen ciertos círculos, pero curiosamente me reconocen grandes escritores que yo admiro, como Bioy y Sabato. Quizás otros escritores, entre los cuales figuran aquellos que yo no leo, no estén muy anoticiados de mi existencia, y quizás tengan razón. Digamos que en los suplementos literarios y en las avenidas centrales de la literatura, es posible que se me considere como un fenómeno marginal. Pero yo, si para algo me he preparado, es para la literatura. Claro que escribir no es grato. Es grato haber escrito. Uno siente placer mientras canta, pero mientras busca un desenlace o establece una trama, no. Por empezar, no llaman los oyentes, no aplaude nadie y uno siente muchísimo desaliento. Yo siento que me flaquean las fuerzas cada tres frases.
Trabajo diseñado por Jun Ignacio Dellepiane.
Fecha de presentación: impreso en la clase del 14/4