Por Emanuel Canedo
Cualquier persona puede perder un objeto por muy organizada que sea, pues son comunes a todos los humanos leves alteraciones en la memoria a corto plazo, si bien los artistas o las personas distraídas tienden a desencontrar con mayor facilidad sus pertenencias, no hay ningún requisito que impida perder de vista un elemento necesario.
A continuación doy con una pequeña guía que espero los instruya a recuperar o no algo que han perdido:
Para poder hallar un objeto perdido, es menester de hecho no encontrarlo, probablemente en el momento en que resultará vital tenerlo. También se recomienda que el elemento perdido no sea dinero, ya que suele ocurrir que las otras personas no admitan que este tiene un dueño establecido, y no reconozcan la propiedad sobre el mismo.
Otra cualidad a tener en cuenta sobre estos elementos es su tamaño, que podría fijarse como no mayor a una prenda de ropa, ya que de perder una heladera o un sillón cabe analizar las posibilidades de un robo, o de iniciar un tratamiento psicológico para entender porque no es posible verlo, como consecuencia probable de una negación.
Ya claros estos conceptos sobre el dinero y el tamaño, supondrán que por múltiples razones se ha perdido un objeto de nuestra pertenencia o que nos han prestado y debemos devolver, para el caso debe ser encontrado como prioridad.
El primer paso a realizar para hallarlo es revisar los bolsillos de la ropa puesta o que no hace demasiado tiempo se ha quitado, este paso es sólo aplicable con objetos pequeños, y que han sido usados recientemente(de no ser así saltear este paso).
Ya comprobados o no los bolsillos, se deberá recurrir al segundo paso, la propia sinapsis neuronal, que se aplicará a tratar de recordar la última vez que vimos el ausente tesoro. En algunos casos sorprendentes el elemento perdido es capaz de hallarse en esta etapa, pero comúnmente existe un bloqueo que impide reconocer una potestad geográfica sobre el mismo.
De esta manera se llega al tercer paso, también llamado “búsqueda desesperada por todos los rincones de la casa”, o del lugar en que uno se halle claro esta. Aquí se permite y sugiere revolver cada rincón de cada habitación, desde el deposito del baño a debajo de las camas, pasando también por dentro del horno y los famosos recovecos del sillón, dónde suelen caer botones y otros objetos de tamaño diminuto. Se sugiere también revisar el cesto de la basura, pues numerosos estudios revelan que en ocasiones la gente se desprende inconscientemente de sus posesiones arrojándolas en los cestos.
Si luego de la etapa tres el ausente no aparece, puede volver a registrarse cada rincón, aunque a esa altura todo estará revuelto y desordenado, ocurre aquí que se puede sucumbir a una histeria general, hay personas que se toman la cabeza con las manos, que se agarran los cabellos, que se gritan, se insultan, etcétera; Esto dependerá de la importancia y el valor sentimental o material que reciba el elemento desaparecido, o de los caprichos del tiempo que apremien a encontrarlo.
En ocasiones, cuándo pasa la crisis el objeto aparece y todo es alegría y gozo, aunque quepa la posibilidad de perderlo mañana y siempre. Pero sucede también que capaz hoy no aparezca, siga ausente, lejano y distante, y si mañana tampoco está, deberá ser reemplazado, para no sentir ese hueco vacío en el alma.