Por Agostina Lo Celso
Todos te lo dicen “mira el quincho que tenes ahí, cómo no lo ordenas y lo convertís en un lugar para reuniones”, todos lo piensan, todos lo saben. La teoría clara está, hay un gran ambiente, con una estructura terminada, techo, puertas vidriadas corredizas, en el fondo de tu casa, pinta bellísimo. Pero sólo el pequeño detalle es el que modifica radicalmente todo este paisaje. Ese detalle que involucra todos los elementos, instrumentos, porquerías, cositas y más cositas que tu papá deposita allí.
Porque justamente por éstas características ha adoptado el nombre de depósito.
Ahora bien, la pregunta entonces clara está: ¿Cómo convertir el depósito de tu papá en un quincho para los amigos?
Ojala encontraríamos una única respuesta, sería mucho más sencillo el camino. Pero si bien, no existe una única solución, podemos detallar a continuación los requisitos mínimos necesarios para realizar esta obra de arte:
– Predisposición 100 %
– Paciencia 97 %
– Perseverancia 96,5 %
– Tiempo destinado 95 % (Receso facultativo, por ejemplo)
– Entusiasmo 90 %
– Ilusión 60 %
– 150 bolsas de consorcio
– Guantes
– Ropa para ensuciarse
– Escalera
– Trapos
– Escobas
– Ayuda 35 %
– Lluvia 0 %
Para comenzar con la obra, tenemos que estar totalmente predispuestos y convencidos de que pase lo que pase, tardemos lo que tardemos, vamos a seguir firmes hasta lograrlo (imprescindible tener ese 95 % de tiempo destinado a esto).
Luego de esclarecer nuestros objetivos, y al abrir la puerta del “depósito”, tenemos que mezclar con la predisposición, toda la paciencia que podamos. A partir de allí, comenzar poco a poco a sacar todo tipo de elemento que se encuentre delante de nosotros (es recomendable usar ropa que se pueda ensuciar, guantes, y en caso de ser posible casco de seguridad). Iremos acomodando y clasificando los instrumentos y objetos según sus usos: latas de pintura, pinceles, lijas, por un lado; luces, infla rojos, tubos fluorescentes, lamparitas, por otro, tablas de barrenar, tejos, bochas, paletas, pelotas, reposeras, en otro rincón del patio. Así, vamos descongestionando el depósito y congestionando el parque.
A medida que vamos teniendo más claro el panorama de la cantidad de cosas (inimaginables) que se encontraban allí adentro, no sólo vamos clasificando, sino a su vez, descartando los objetos, elementos, instrumentos en estados deplorables, que ya no tengan utilidad, que estén en mal estado, o que sean simplemente “chatarras” (para ello es necesario tener bolsas de consorcio a mano, ya que podrás juntar más elementos dentro de éstas y así, hacer menos viajes hasta la calle).
Cabe aclarar que un quincho con dichas características es el reflejo que hace largo tiempo que no se ordena, por lo tanto habrá cosas que para la familia ya no sirvan más y pueden ser donadas/regaladas a otras instituciones, parientes, amigos, que le sean de utilidad.
Para continuar con este proyecto, habrá finalmente que “desmantelar” todo, sin dejar siquiera ni una repisa, quizás necesiten de alguna escalera, o fuerza masculina para esta labor.
Durante este proceso, es importante resaltar más allá que no se refleje en las imágenes, que puede haber disturbios internos en la familia. Quizás, tu padre se enfade al ver como “su lugar” va desapareciendo, y encuentra cosas en la calle que no son de su agrado (por eso aconsejamos no tirar nada sin antes preguntar). Aún así, de un modo u otro, vas a tener que hacer las paces, porque en el siguiente paso, vas a necesitar de su colaboración.
Este es el momento, que el quincho quedó vacío, pero que si no empezas a sacar cosas del patio vas a llegar a invadir la casa. Por tal motivo, pedirás colaboración de “flete” (padre, tío, abuelo, primo, amigo, novio) para que te ayuden a transportar las cosas que dones y regales hacia sus respectivos lugares, y los elementos de trabajo de tu papá hacia su verdadero galpón o destino de paradero (ya que en el quincho no se guardarán más).
Poco a poco, irás descongestionando el patio hasta llegar a su estado primitivo.
Ahora sí, con el quincho y el parque totalmente vacío y limpio, comienza la actividad más linda y saludable. Es ahora, donde seguramente después de haber estado una semana sacando cosas, tirando porquerías, entre la tierra, la mugre, las telas de araña, y las chatarrerías, recién ahora, quizás venga tu papá a preguntarte “¿necesitas algo?”, o venga tu hermana y te diga “¿queres un mate?”.
Mientras estuviste 6 días haciendo fuerza, más de 10 horas ahí adentro por día, sacrificándote para lograr tu objetivo, mientras que era más la fuerza que hacías contra la corriente que la que te tiraban a favor, y recién cuando ven que lo podes lograr, que lo estás logrando, se dignan a servir.
Pero bueno, a vos no te importa porque todavía te queda mucha ilusión y perseverancia en juego, y con tu entusiasmo vas a lograr saltar todo tipo de obstáculo, y seguir adelante firme y segura. Es más, ya que se ofrecieron, vas a aceptar su colaboración. Es momento de restaurar nuestro próximo quincho para los amigos.
Por haber sido tuya la iniciativa, serás quien elija el color de la pared para pintar. Podes pedir consejos, opiniones y recomendaciones de cuánta y cuál pintura, y reclamar un sustento económico para realizar el pago. Una vez elegida, comenzarás con la tarea de pintor, la cual deberá ser posterior al lijado de la pared.
Mientras la pared se seca, y antes de su segunda mano, podrás barnizar los postes que están dentro del quincho, y barrer la tierra que quedó allí dentro. Luego de finalizar con la tarea de pintura, podrás baldear el piso (con una hidrolavadora será aún más sencillo).
Seguido de esto, acomodarás los muebles que quedarán para el quincho, ordenarás las cosas que guardes allí dentro, etiquetando todo para saber lo que hay. Finalmente, pedirás colaboración con el tema de iluminación, ya que con los amigos vas a querer juntarte a la noche también.
Y sin más podrás decir: ¡Luz, Cámara, Acción!