Por Andrés Gutierrez
¿Alguna vez te sentaste a escribir con la mente tan en blanco como las páginas? ¿Nunca sentiste la frustración de no encontrar la inspiración en ningún lado? ¿O te quisiste arrancar los pelos por ese trabajo de redacción que era para entregar el día siguiente y no habías podido ni empezar? No desesperes, esta guía está pensada para ayudarte en esa y otras situaciones en que la musa te abandona y quedás solo para enfrentar la fría trinchera de la apatía literaria.
Trastornos de la concentración. Cuando el universo conspira en tu contra
Lo primero es lograr estar concentrados, lo que a veces se hace muy difícil debido a factores externos. ¿O me vas a decir que nunca quisiste estrangular a tus vecinos que gritan, a algún hermano con el equipo de música a todo volumen, a tu perro que no dejaba de ladrar? La mejor forma de operar en estos casos es la ignorancia. Sí, la ignorancia. No pierdas el tiempo en trasladarte hasta donde se encuentran estos populares focos de conflicto para pedirles que por favor hagan silencio, porque lo más probable es que te den una muy creativa (o no) explicación de por qué no pueden callarse. El punto es: no se van a callar, así que el próximo paso es aprender a vivir con ello.
Lo que deberías hacer entonces es recurrir al aislamiento. Llená tus pulmones de aire dos o tres veces y exhalá lentamente, muy lentamente. Esto es útil para suprimir los instintos asesinos que para entonces habrán surgido en lo más profundo de tu corazón. Es importante que te mantengas alejado de objetos filosos cuando las personas antes mencionadas están cerca, ¡nunca se sabe cómo podría reaccionar un estudiante enfurecido! Si cerrar la puerta de tu habitación no fue suficiente para bloquear el ruido, leer en voz alta debería potenciar el efecto y ensimismarte en tu mundo. Si los pulmones de tus vecinos son muy poderosos o los parlantes de tu hermano muy modernos, tendrás que recurrir a los clásicos tapones de oídos, que no son muy caros. Otra opción es alejarte. Encerrarse en el auto para obtener tranquilidad es una técnica revolucionaria de finales del siglo pasado, pero tenés que contar con el auto. Quizás una plaza u otro ambiente natural y, en lo posible, desprovisto de gente, sea suficiente.
Cuando pensás en cualquier cosa. Cómo leer o escribir con distracciones
Con frecuencia dicen que somos nuestros peores enemigos. Tienen razón. Porque cuando no haya factores externos a quienes culpar, estoy seguro que tu cabecita hará todo lo que esté a su alcance para sabotear tu voluntad de trabajar. Siempre hay cosas más importantes en qué pensar. Están pasando ese programa que querías ver, “¿por qué no me contesta el mensaje de texto?”, tu novi@ te dejó, el día está espectacular para tomar sol, y muchos otros ejemplos. En estos casos necesitamos factores externos que nos distraigan en un nivel mínimo como para bloquear esos pensamientos. Un poco de música de la radio suele funcionar bien y lograr el ambiente adecuado.
Pero también puede ocurrir que tu mente esté libre de molestias, y sin embargo no te puedas quedar sentado o quieto en el mismo lugar por poco más de dos segundos. Saltá, bailá, golpeate y todo lo que sea necesario para sacar toda esa energía que sobra en tu cuerpo; de lo contrario no podrás resistir la dominante necesidad de levantarte de la silla y dejar los papeles o las fotocopias en “stand by” para atender el llamado de la heladera, la computadora, el baño, el televisor, la simpática mascota, y todo lo demás que se encuentre en tu casa (que, por supuesto, tienen mayor jerarquía que las fotocopias).
Si nada de lo anterior funcionó, lamento decírtelo: estás en otra. No es el momento adecuado, no permitas que la frustración te deje mirando cómo gira el ventilador. Ponete a hacer cualquier otra cosa productiva para tu vida, para poder recuperar la calma y volver a trabajar lo antes posible.
El sedentarismo. Google vs. La Librería
A veces el problema es más simple de lo que creemos: estamos cansados de estar quietos, aunque no somos conscientes de ello. Por inercia, nos quedamos “tildados”. Lo que debemos hacer es ponernos en movimiento, la acción siempre genera inspiración.
Puede parecer muy fácil buscar información en Google o en otros portales de búsqueda, pero a veces nada conecta y amplifica mejor las ideas que revisar un par de (o unos cuantos) libros. Además, buscar en Internet tarde o temprano te hará caer en un vicio muy grande que se llama “copiar/pegar”, lo que prácticamente asesina tu capacidad de generar ideas nuevas. Si no contás con el material en tu casa, sería conveniente pegarle una visita a la librería local más cercana. Y llevá mucho papel, lo vas a necesitar para tomar notas y relacionar todas las ideas que surjan de distintas fuentes.
Quizás tengas las ideas, pero aun así estés bajo los efectos del sedentarismo. Lo más recomendable es que salgas a dar un paseo y con seguridad se te van a aclarar las ideas. ¿Estás en una zona insegura? No te preocupes, las ideas no te las pueden robar.
Otras fuentes de inspiración. Si la montaña no viene a mí…
Ya mencionamos los libros, de los cuales no sólo podemos usar su contenido sino también cosas simples como el título o el diseño de sus portadas para que sirvan como disparadores de ideas. Pero también existen otros recursos que permiten una interesante variedad creativa. Esta es una pequeña lista que puede serte útil para comenzar:
-Música: Por lo general, las canciones son como historias sólo que contadas de otra forma. Son muy buenas para recolectar y desarrollar ideas potenciales. Además la melodía siempre va a complementarlas y marcar de alguna manera el ambiente de la historia que pretendemos contar. Pero cuidado, es muy fácil olvidarte de todo lo que estabas haciendo para quedarte escuchando una canción tras otra.
-Películas: Cuando no se te ocurre nada, es buena idea ver una película con una buena trama, esto siempre te va a abrir la mente y va a dar lugar a las reflexiones, lo que por unos pocos minutos se interpreta como la cúspide de la inspiración, deberías aprovechar esos minutos para anotar todo lo que te venga a la mente, porque después ya no te vas a acordar. A su vez, hay que tener cuidado de no terminar haciendo una copia de lo que acabamos de ver, tenés que limitarte a tomar sólo algunos conceptos y aplicarlos a otra historia.
-Televisión: Similar a lo anterior, pero más general. La televisión es muy engañosa, algunos programas te podrían proporcionar un buen momento de distracción y unas buenas ideas, pero otros no van a hacer más que desviar tu atención más de la cuenta y dejarte con contenido que no te sirve. Esto es muy personal, pero tenés que saber elegir lo que ves. Apretar el botón rojo del control remoto es comparable a abrir la caja de Pandora, ¿estás dispuesto a tomar el riesgo?
-Diccionario: Algo tan sencillo como hojear el diccionario y encontrar palabras desconocidas (que quizás no estabas buscando) podría abrirte todo un mundo de posibilidades, y más allá de que suene a slogan publicitario, es verdad.
-Dibujos, naipes, fotografías, etc: Las imágenes gráficas a veces podrían resultar en una historia apasionante. Una fotografía es un momento congelado, y a partir de ahí, pensar el antes y el después de ese momento es el primer paso que necesitás para poner en marcha las ideas, después de eso, dudo que puedas detenerte. Los dibujos simbólicos y abstractos por lo general te permitirán agregar detalles y planificar estrategias para organizar las ideas.
-Sueños: Nunca desperdicies un buen sueño. Soñar es nuestra herramienta más efectiva para comunicarnos con nuestro subconsciente, en donde tenemos ideas latentes con un nivel de abstracción, a veces, que es muy difícil lograr mientras estamos despiertos. La desventaja es que si no anotás el sueño apenas te despertaste, lo más seguro es que te olvides de todo.
La lista podría continuar, ya que podríamos inspirarnos espontáneamente con una multitud de situaciones: mirar una puesta de sol, tener una charla interesante con una persona, incluso jugar un juego de video. Lo importante es saber qué hacer con esa inspiración efímera que nos llega. Y cuando todo lo demás falla, no olvides el consejo de la musa de Fontanarrosa: “si no se nos ocurre nada, copiaremos algo”.
Este texto pertenece al trabajo práctico “Algo de lo que sabés hacer”