Una chusma profesional

Por Ana Clara Borga
Llegué a la casa de mi entrevistada con una docena de medialunas (mitad dulces mitad saladas, no sabía cual preferiría). Al tocar el timbre me recibieron dos (enormes) perros negros, enseguida escuché una voz familiar que me dijo “No hacen nada, pasá”.
No es muy difícil reconocer a Susana Pozzi, tanto por su roja cabellera como por su labor en tele y radio, Pozzi no es de las personas que pasan desapercibidas. Se la puede ver en la conducción de “Gente que Hace” por Canal 6 y escucharla por LT 8 haciendo su labor de movilera todo terreno: ella está donde se halla la información. Pero hoy no porque, luego de una operación en la cervical, se encuentra en su casa calentando el agua para tomar mates mientras charlamos en el living-comedor.


Ya está todo listo: Lonco y Mahun (sus perros) ya se acurrucaron en el sofá y uno de ellos está roncando, el mate está preparado y el termo bien lleno, aprieto REC y comenzamos por donde se debe empezar: sus inicios.
¿Cómo empezaste a trabajar en los medios?
Fue de casualidad. Yo había hecho Ciencia Política y después empecé a hacer periodismo. Mientras estudiaba, dentro del mismo instituto ofrecieron trabajar y en realidad te seleccionaban. En ese momento el que andaba buscando era uno de los dueños del segundo cable que había en la ciudad que era Galavisión que tenía un noticiero que era Galanews. Ahí arranqué haciendo un poco de todo ya que era una de las primeras experiencias en cable, todos hacíamos un poco de todo: la redacción de los guiones, producción… para resumir, lo único que no hacíamos era la edición. Esto fue muy interesante, empezamos a hacer televisión con uno de los tipos que más experiencia tenía en nuestra ciudad es cuestiones técnicas, te enseñaba a pararte delante una cámara: Juan Santandrea, fue la persona que hizo la primera transmisión a color en el país, era director de cámara.
Así fue que arrancamos pero íbamos rotando, no estábamos encajonados en una tarea específica como es hoy en día: todos hacíamos un poco de todo y eso estaba bueno porque aprendías de todo.
En esa época tenías 20 000 posibilidades laborales. Un día, Susana Rueda me dice “Mira me dijo Lotuf que necesita alguien que le haga el móvil que va a empezar con un programa nuevo de radio en LT8” En ese momento, el dueño de Galavisión era también dueño de LT8. Me presenté y le pregunte “Bueno, ¿que tengo que hacer?” y el señor me dice que a tal hora tenía que estar en la radio y que como era un móvil me iban a tomar un pequeño examen de conducción (cosa que en esta época ni siquiera se hace). Y me quedé en LT8 hasta el día de hoy.
¿Cómo te fue facilitando el trabajo el avance de la tecnología en el área de las comunicaciones?
Cuando comencé a trabajar obviamente no existía el celular. Se usaba el VHF: es el sistema que usan los taxistas, y con eso salías al aire. Vos tenías que ser muy rápida durante la transmisión por que se cortaba, si te parabas cerca de los cables del trole te hacia interferencia y los productores te decían “¡Correte de ahí!” (Risas). Poner una persona en vivo era una incomodidad. Lo hacías subir al móvil y era medio complicado.
Fuimos los primeros en usar teléfonos celulares cuando no los tenía nadie. Convivimos un tiempo entre el VHF y “la valija” que le llamábamos nosotros, era una valija pesadísima que te colgabas al hombro. Yo siempre les decía a mis compañeros y productores “¡voy a llamar al Sindicato de Prensa porque me van a destrozar el hombro cargando esto!”. Estaba compuesta por un sistema de baterías lo que la hacia extremadamente pesada, tenia el viejo tubo de teléfono conectado a la valija con un cable que vos levantabas y marcabas para comunicarte a la radio. Nos poníamos unos auriculares cacerolas que parecíamos ET. Era un lío y como yo siempre fui tan alta (risas), cuando me mandaban a hacer transmisiones, mis colegas me pasaban por arriba con antena y todo, entonces hacían interferencia. El sistema conmigo no servía porque yo era petisa (y lo sigo siendo). Nos reíamos mucho.
Ya te digo, la 8 era la única radio que tenía ésta tecnología, era grosísimo pero era muy gracioso realmente: los auriculares cacerolas, las antenas que se movían y las valijas colgando: ¡parecíamos los Teletubbies! Este equipo, muy poco sentador por cierto, era tan sagrado, tan caro, tan novedoso que solo se usaba para ocasiones especiales: la presencia del presidente… o alguna manifestación, lo cual era terrible porque había que correr con esa valija colgando del hombro que pesaba 5 kilos. Era realmente doloroso, haciendo cuadras y cuadras siguiendo a la manifestación.
Luego pasamos al “zapatófono” (o también llamado ladrillo). Fuimos la única radio que usó eso y las cosas se hicieron más fáciles porque vos podías tener un entrevistado en directo… era buenísimo, podías salir desde bajo tierra. El celular nos cambio la vida para trabajar en radio: algo pasaba y “pum” al toque salías en directo, ya no tenías que pedirle por favor al entrevistado que se subiera a tu móvil para transmitir y estar de acá para allá con el VHF.
Ahora me sucede lo mismo con los grabadores digitales que, aunque aún no son masivos, te permiten hacer mil cosas que con los grabadores comunes no era posible. El grabador digital te cambia la vida: podes editar la nota, no tenés que avanzar y rebobinar buscando dónde quedó esa nota, la buscás y sabés que está ahí, podes hacer archivos: los pasas a la compu, a un CD o a un pendrive, los tenés archivados ahí, podes ordenarlos, por ejemplo, todos los audios de políticos o testimonios de la gente. Te resuelve la vida.
¿Cuáles son las principales diferencias que encontrás en lo medios desde que arrancaste a la actualidad?
Es impresionante como cambió todo, antes salía laburo a raudales, hoy en día te lo tenés que generar vos con microemprendimientos comunicacionales. Cuando yo arranco, trabajaba en Galanews e inmediatamente en LT8 y, en simultaneo, un programa en Canal 5 con Lotuf que se llamaba “Diario” que fue un éxito. Era así, tenías tres laburos y en el medio, a lo mejor alguien te contrataba para hacer tal o cual cosa. Era distinto. Entrabas a laburar y el primer día estabas en relación de dependencia, ahora está la figura del pasante, estar a prueba, el “vení pibe mirá” y te hacen hacer todas las tareas como si fueras un empleado mas. Es un espanto, cambió mucho.
Además la tecnología, las condiciones laborales que fueron para abajo… vos ya no sabés a quién irle a reclamar porque, por ejemplo, a fines de los ’80 sabías quien era el dueño del medio y te lo cruzabas todas las mañanas en el laburo, él te preguntaba “¿Qué tal? ¿Cómo le va?” y ahí le podías decir “no, mire tal o cual cosa”. Ahora “el CEO que viene desde Buenos Aires”. ¿Cuándo viene? Vos ni te enterás ni lo ves cuando viene, a no sea por esas reuniones cerradas y todo el mundo abajo temblando pensando en si va a haber algún despido. Se generan tensiones en el lugar de trabajo.
Antes te bajaban directo la línea editorial y te decían “bueno de este tema no se puede hablar por el momento”, ahora nadie te dice nada: vos vas hacés la nota y después vienen y te retan. ¡Pero por qué no me lo dijiste antes! Esto también ha cambiado y complica el trabajo. Antes estas cosas estaban claras y está bien que así sea porque es una empresa para la que vos trabajás y debés respetar los intereses. De última, es el tipo que te paga el sueldo y listo, total hay tonos y tonos para decir las cosas: cuando hay algo que vos no compartís y te hacen igual mandar una nota al aire, en radio existen los tonos de voz; lo decís monocorde, dos segundos y listo, ya está.
Muchas veces haces denuncias al aire, ¿nunca te censuraron?
No, nunca me dicen nada. Incluso mis compañeros de los medios dicen que yo lo digo de forma tan graciosa que no se pueden ofender. Es encontrar la forma para decirlo. Yo apelo al humor, con el humor podes zafar de algunas censuras.
Una vez una mujer estaba estacionada Urquiza y Suipacha, justo en la ochava. Se ve que vio la verdulería de la esquina y dejó el auto donde le dio gana y dije “ah la señora estaba apurada por comprar frutillas” porque estaba justo señalándolas. Lo dije en forma graciosa y con elegancia: mandé la patente del auto, y en otras oportunidades el interno del colectivo o lo que fuese. El recurso para decirlo es el humor, nunca hacerme la “maestra ciruela” porque no soy quien.
También sos productora y conductora de un microemprendimiento comunicacional televisivo, ¿cómo surge “Gente que Hace”?
Este proyecto surgió con Fabián Scabuzzo que es un gran amigo pero por sobre todo lo considero un gran productor y uno de los mejores creativos que tiene esta ciudad. Con Fabián se nos ocurre “Gente que Hace” en el 2001 cuando todo se estaba cayendo, llevábamos meses sin cobrar los sueldos y había que hacer algo: uno no puede esperar toda la vida que el trabajo caiga del cielo. En ese momento, la gente ya empezaba a nuclearse en pequeños emprendimientos y a generar cosas de manera muy primitiva: hacer dulces, medialunas, tejidos, etc. Entonces decidimos hacer un mini emprendimiento comunicacional a través del cual esos pequeños emprendimientos puedan ser difundidos.
Y bueno arrancamos con esto que no nos da un peso pero si muchas satisfacciones. Llegamos a descubrir emprendimientos realmente fantásticos: Una vez, un grupo de mujeres que hacían jalea de champagne me llaman por teléfono y me dicen “Usted conoce un hotel que queda en Dubai que se llama Burj Al Arab” y yo le digo “Si, ¿por qué?”, “Porque la municipalidad llevó a una feria nuestros dulces y nos contactaron de ese hotel para comprar nuestro producto” Es increíble, un microemprendimiento que dimos a conocer termina nutriendo de jalea de champagne al único hotel de 7 estrellas del mundo. Lo mas lindo es que nosotros vamos creciendo a la par de ellos.
Yo quiero mucho a “Gente que Hace” aunque no nos dé de comer (risas). Es muy difícil hacer televisión de manera independiente y más aun con este tipo de programa. Si vos hacés un programa político se lo vendes a cualquiera, pero acá éste tipo de programa es difícil de vender sin embargo es el tema que esta de onda en el mundo: la responsabilidad social empresaria. Es muy, muy complicado que el empresario entienda que tiene que apostar a esto porque él tiene beneficios como empresario… no entra. Y bueno, los canales abiertos o de cable tampoco lo entienden por esta cuestión que parece que para tener un lugar en la televisión tenés que tener un lomo bárbaro y bailar en el caño, a eso sí apuestan, pero como diría Fabián: son pobres, son antiestéticos entonces no encajan.
¿Nunca pensaste en dedicarte al periodismo gráfico?

Es que en realidad a mi me gusta mucho hacer radio pero, ahora estoy experimentando con esto de los medios electrónicos, me divierte mucho el tema de los blogs. Por ahí posteo en el de Fabián, me divierte escribir de forma irónica y creo que el formato de blog está bueno porque es rápido.
El diario está bueno para leer las notas de opinión ya que no cuenta con la velocidad de la radio o la tele aunque, muchas veces, las producciones de los canales de la ciudad te están escuchando por la radio para correr detrás de la noticia.
¿Entonces, cual crees que es el mejor de los medios?
Entre los tradicionales, el medio por excelencia, te guste o no, es la radio por la inmediatez, porque te permite jugar con la imaginación y es muy interesante. No todo el mundo está capacitado para hacer radio, no es tan simple. Vos tenés que ser los ojos del oyente, tenés que hacerle sentir como si estuviera ahí en el lugar. Parece re simple pero no es nada fácil, te tiene que salir naturalmente.
¿Qué es lo más aburrido de tu trabajo?
Ay, hacer cosas de agenda me aburre soberanamente. A mí me gustan las cosas espontáneas que encontrás mientras andás en el móvil, con lo de agenda me aburro… y se nota (risas). Por ejemplo, una conferencia de prensa del intendente Lifchitz, a mi me divierte más contar si tiene el rulito a lo Oaky en la frente y preguntarle quien le regaló la corbata. Sino es un plomo. Además creo que es una forma de humanizar al entrevistado…
¿Cómo es el trabajo del móvil?
El móvil es crónica, no opina. Tenés un tiempo muy cortito entonces debés transmitir todo lo que está ocurriendo en el lugar donde te encuentres y buscar el punto justo, nada más que eso. Pero nunca opinar, para eso están los que se encuentran adentro. Lo mejor de mi trabajo es estar presente, enfrentarme de cara a la realidad. Un periodista es un chusma profesional (risas). Estás en el momento y después vas y lo contás, lo escribís… Es maravilloso estar ahí, a uno nadie se lo cuenta, esa es la desventaja de los que trabajan en el piso, se pierden de la mejor parte (risas).
En más de una ocasión tu laburo puso en riesgo tu vida…
Si, varias veces. Te cuento una, nos había llegado el dato que el comisario jefe de la Unidad Regional de San Lorenzo que estaba siendo investigado por un tema de coimas relacionadas con droga (y que fue uno de los grandes represores de la Quinta de Funes) era el único tipo en la región que tenía un barco de acero naval de unos catorce metros, carísimo en esa época. Había que buscarlo, en algún lado estaba. Me pase toda una tarde de acá para allá en taxi (porque la producción decidió que no fuera en el móvil por las dudas). Pregunté en el dique seco de Nansen y el arroyo y me dicen “ay, lo llevamos ésta mañana al Yacht Club” Y ahí fui. Entramos y cuando llegamos estaba el tipo, Rodolfo Isaac (que aún sigue prófugo) con todos sus camaradas. Entonces me arrimé y le pregunté cómo había hecho, con su sueldo de comisario, para obtener semejante embarcación. No le gustó nada y me dijo que él no era el único y mandó al frente a un montón de compañeros y yo estaba grabando. Se dio cuenta que había cometido un error al darme todos esos detalles y quiso arrebatarme el grabador, fue una situación violenta, nos persiguieron… era una persecución como las de las de las películas. Al tipo lo destituyeron casi automáticamente, ocurrió durante la primera gobernación de Obeid. Bueno yo salí al aire y conté todo lo que había ocurrido. Pero fue grosso, fue muy fuerte.
¿Qué hacés cuando no hay información?
Y… hay que buscar de cualquier lado: yo abro la agenda y entro a mirar “¡ah fulano! Hace mucho que no lo llamo”. Ahí no más lo llamo aunque sean las 7.30 de la mañana y el tipo no entienda nada y le digo “che, ¿no tenés algo? ¿Pasó algo?”
Después tenés otros que te proveen…
¿Cuál fue la información que más te gustó transmitir?
¡Ah no, no! Me morí de la risa y fue mi revancha para mis compañeros y colegas.
Cuando vino Maradona a jugar a Newell’s todos lo entrevistaban, en ese momento yo era la única mujer haciendo móvil y yo también quería entrevistarlo. A mi no me gusta el fútbol, nunca entendí eso de que 22 tipos estén corriendo detrás de una pelota, no entiendo las jugadas, nada. Pero ¿Por qué no lo iba a entrevistar yo? Entonces una tardecita, estando en mi casa, levanté el teléfono y llamé al hotel Riviera, dónde él estaba parando y dije “Por favor, ¿sería usted tan amable de comunicarme con el señor Maradona?”
Yo pensé que el tipo me iba a decir que no molestara, que sé yo. Del otro lado me contestaron “Si, espere un momentito” bueno, pensé, ahora me atiende el asistente y me pide plata… entonces escucho “¿Hola?”, como yo ni sabía como era su voz le digo “Hola, ¿que tal? Mi nombre es Susana Pozzi de LT8, necesitaría hablar con el señor Maradona”, “Con él habla” y le dije “mire yo hago el móvil de la 8 y en realidad… yo le voy a decir la verdad: a mi el fútbol no me interesa y si todo el mundo le hace notas ¿por qué no le puedo hacer yo? ¿Usted no aceptaría que yo le hiciera una nota y hablamos de la vida?” y me dijo que sí. La razón por la cual me concedió la nota fue porque yo lo trataba de usted.
Te dedicás a informar pero ¿vos cómo te informás?
Vivo leyendo muchos diarios aparte de los locales, leo los diarios franceses “Le Monde” y “Le Figaro” más allá de ser extremadamente católico es ágil para leer; también dos americanos: “The New York Times” y “The Washington Post”, pero no es que leo todo el diario completo sino que elijo algunas cosas. Además leo un diario alemán que me gusta mucho que se llama “Frankfurter Rundschau” que es de izquierda (en Europa la izquierda es muy distinta a la izquierda de acá, son re progresistas, otra cosa). Y leo un diario neozelandés pero por una cuestión afectiva ya que trabaja un buen amigo mío ahí, es muy interesante para leer porque de ese modo te enterás de cosas que pasan en Oceanía que generalmente no tienen tanta repercusión como las noticias de Europa y Norteamérica.
Lo bueno de leer noticias de todo el mundo es que por ahí me entero de cosas que aparecen recién a la semana en los diarios locales. Pero no es que leo las noticias políticas o económicas, a mi me interesa más las cuestiones que tienen que ver con la sociedad, las costumbres urbanas, las tendencias sociales… esas cosas me parecen sumamente interesantes.
Entonces… ¿cuantos idiomas hablás?
Hablo inglés, francés, alemán, portugués, algo de ruso y japonés… e hice chino un tiempo pero es muy parecido al japonés. ¡Ojo! Los aprendí durante mis años mozos (risas), pero los sigo practicando a través de la lectura sino uno se olvida. ¿Con quien voy a hablar en alemán acá? Con nadie. Yo entro a la radio y al primero que encuentro es a Jorge Caritá que lo saludo en francés y le enseñé la respuesta, a Leo Richardino lo saludo en alemán y le enseñé la respuesta en “automático” (risas) y al aire hablaba en inglés con Charly Bermejo que estuvo una época en la radio.
¿Qué es para vos la felicidad?
Salir a caminar con mis perros por La Florida los domingos a la mañana.
Este texto pertenece al trabajo práctico “Entrevista”