Nos tomamos un Café con F

Por Juan Pablo Lemos
Pablo Franza, el conductor del programa de radio más improvisado, original y transparente de la mañana rosarina contó anécdotas y datos referidos a sus comienzos en la radio y acerca de las características fundamentales de su Café con F, los cuales están resumidos a continuación en una entrevista de 20 preguntas dedicada a toda esa gente rara que parece normal.


Fue en vísperas de uno de los días más alegres y esperados del año cuando logré contactar a mi entrevistado. Fue una experiencia rara pero agradable, ya que si bien reconocí perfectamente su voz, me encontré con un tipo que jamás había visto, razón por la cual fue él quien me reconoció a mi y no al contrario, tal vez por la ridícula y clásica imagen del estudiante que va perdido por la vida de mochilita al hombro que reflejaba mi persona.
Si bien sentí temor por un posible rechazo o por una actitud cortante que él pudiera tener para conmigo, me encontré con todo lo contrario: un tipo normal, como cualquier otro, fumándose un pucho después de otra jornada de trabajo (como corresponde) que me invitó a tomar un café al barcito que se encuentra al lado de la radio para poder charlar tranquilos. Si, charlar, porque más allá de que haya sido una entrevista, él logró transformarla en una charla de café y, palabras más palabras menos, esto fue lo que me contó.
1)¿Cuándo comenzaste a trabajar como conductor en la radio?
Empecé con un grupo de gente en el año ´94, en FM Latina, en uno de esos programas que vas y pagás el espacio. Como los roles del programa no estaban bien definidos, cada uno hacía lo que podía. Ahí fue cuando asumí el papel de conductor, pero no con la idea de ser un conductor formal, como Orselli por ejemplo, sino que cuando estábamos al aire era yo el que organizaba la cosa. Tiene que haber alguien que más o menos coordine, sino es un bardo. De esa manera, aunque suene como un bardo, por lo menos es un bardo organizado.
2) Antes de comenzar a trabajar en la radio vos te dedicabas a la publicidad, ¿no?
Sí, yo fui director creativo de varias agencias de publicidad el Buenos Aires. Laburé mucho en el ámbito del fútbol, aunque en realidad no sé nada de fútbol. Trabajé para la cuenta del club atlético Boca Jrs. También estuve trabajando en el departamento de publicidad del periódico deportivo “Olé”.
3) ¿Vos estudiaste publicidad?
Empecé estudiando publicidad, pero al tiempo dejé. Después comencé a trabajar en las agencias y allí aprehendí todo lo que sé respecto a publicidad, si bien muchos años laburé sin saber nada.
4) Ahora, si vos pertenecías al mundo publicitario, ¿el ingreso a los medios fue espontáneo o algo planificado?
Fue espontáneo. En realidad confluyen varias cosas: primero, que yo soy coleccionista de discos, y el tema de los álbumes y la música me interesa mucho. Ahora las FM están cambiando su formato y su contenido, pero en otra época eran solamente musicales; desde ese lugar logré encontrar un acceso y, lo más importante, un interés hacia la radio.
Segundo, que mi profesión como redactor publicitario me permitió hallar una conexión con el mundo radial.
Y tercero, que yo estoy en Radiofónica por una casualidad y porque soy amigo de los dueños, no porque haya venido a buscar trabajo.
5) Antes de comenzar con Café con F, ¿qué otros proyectos radiales llevaste a cabo?
Después de trabajar en FM Latina, estuve en la TL muchos años y recién después entré a Radiofónica, donde hacía un programa de música que se llamaba “Orejas de Burro”.
A ese programa yo lo hacía desde mi casa. En ese momento .vivía en Bs. As., pero transmitía para Rosario. Como soy coleccionista de discos, tengo interés por música que generalmente no se escucha en las FM, y como soy amigo de los dueños les dije: “Me gustaría hacer un programa de una horita para pasar estos temas en un horario marginal que no moleste al resto de la programación”. Entonces, como se entusiasmaron con la idea, trasladaron un estudio de radio a mi casa y, vía Internet, salía en vivo para Rosario: a las ocho de la noche llegaba de laburar y salía en directo durante dos horas. ¡Eso fue lo más! Y como era en mi casa, todo el que llegaba salía en el programa, aunque éste básicamente consistía en pasar música.
El programa duró varios años, y terminó abruptamente porque durante un fin de semana largo entraron a robar al departamento y se llevaron todo.
Por eso lo casual del asunto; yo no necesité llevar ningún demo o piloto a Radiofónica para empezar a trabajar en la radio.
Después de hacer “Orejas de Burro”, un verano vine a pasar las vacaciones a Rosario. Aunque viví durante nueve años en Bs. As., nunca corté el lazo que tenía con Rosario, siempre estuve yendo y viniendo. Hasta llegué a mezclar a mi grupo de amigos de Bs. As. con el de Rosario. Siempre fue una cosa fluida.
Cuando vengo de vacaciones, justo uno de los conductores de Radiofónica, Marcelo Fernández, se iba de la radio. Como yo venía dos meses a boludear y había que cubrir ese bache, me llamaron para hacer radio a la mañana. Yo dije que no, no sabía que hacer, si no soy periodista ni nada de eso.
Pero la intención de la gente de la radio en llamarme se debía a otra cosa: cuando se hicieron las pruebas de Internet desde Bs. As. hacia acá para la transmisión de “Orejas de Burro”, tuve que probar el sonido para que los técnicos pudieran controlar la recepción; entonces me pidieron que hablara sin parar durante media hora. Yo empecé con la típica: “1, 2, 3…probando”, pero a los tres segundos estaba hinchado las bolas y como me obligaron a seguir, agarré el Clarín y me puse a leerlo y comentarlo, mientras del lado, los técnicos se cagaban de la risa.
Cuando surge la propuesta de trabajar de mañana y me niego, me dijeron que hiciera lo mismo que en aquella prueba de sonido. Ahí hicimos un programa que se llamó “Aire Acondicionado”, que duró los dos meses de vacaciones porque en marzo entraba Pablo Feldman a la radio en reemplazo de Fernández, ya estaba organizado así. Al ser un cambio muy grande –uno estaba bien ala derecha y el otro más a la izquierda- hacía falta encontrar a un idiota para el medio, y fui yo.
6) ¿Cuándo y cómo surge Café con F?
Una semana antes de que terminara “Aire Acondicionado” sufrí una tragedia personal bastante grosa y entré en una depresión total. Como el programa había salido muy bien, la idea era seguirlo, pero en marzo yo tenía que volver a Bs. As. Debido a este problema personal, en vez de volver me quedé en Rosario boyando.
Todo el tiempo me insistían para que siguiera en la radio, pero yo no quería hacer eso, estaba muy mal. Sin embargo, continuar en la radio fue una salvación porque me imponía una rutina, todos los días me tenía que levantar para hacer algo. Entonces decidí volver, armamos otro programa y así arrancó “Café con F”, hace tres años ya.
7) El Pablo Franza que escuchamos en la radio, ¿es el verdadero Pablo Franza?
Hago un poco un personaje, no todo lo que digo que pienso en realidad lo pienso, si bien ese personaje es bastante perecido a mí. Al nivel de la cuestión de las formas, tanto yo como el programa en general somos bastante transparentes.
La mentira la dejamos para cosas divertidas. Yo creo –capaz que sea una idiotez- que está buenísimo usar la mentira para decir que vas volando por el aire o que ves tal o cual cosa porque tal vez alguien un poquito se lo cree.
Pero que alguien llegue dormido a la radio, como yo, y la caretée que está despierto me parece innecesario. Yo a la sutileza la guardo para otros temas; esa parte prefiero mostrarla tal y como es…si llego dormido, llego dormido. Todo el que escucha el programa sabe que para mí es un quilombo despertarme y que llego tarde. Pero bueno, es como cualquier trabajo, la diferencia es que a mí me están escuchando. Además pareciera que los oyentes son todos suizos. En algunos laburos te hacen marcar tarjeta, acá escuchan si estás o no estás.
Aparte, la radio en cierta forma te permite una cierta flexibilidad. Radiofónica respeta una determinada formalidad cuando esta corresponde: para pagarte a fin de mes, para que a la hora de trabajar estén los elementos, para que a la hora de elegir gente no haya prejuicios. Tiene esas cuestiones formales, lo cual me parece bárbaro, y a las cosas tontas no les pone importancia que las hace más idiotas todavía.
8) ¿Cuáles son las ventajas y desventajas que le encontrás a la radio como medio de comunicación?
No, me parece que desventajas ninguna. Yo creo que las desventajas tienen que ver más con los contenidos que con el medio de comunicación. La radio es un medio muy lindo, tiene como un toque de mito. En comparación a ella, la TV parece aburrida. Yo nunca trabajé en TV de aire, pero hice producción televisiva y sin dudas es mucho más aburrida.
La radio es cero desventajas: es rápida, es gratis, ¡la radio es gratis!, todo lo demás se paga: al diario lo pagás, todo lo que consumís en Internet lo pagás; si ves TV de aire es gratis también, pero la mayoría de la gente ve TV de cable, que también se paga. Si solo tenés TV de aire hay ciertas cosas que por no poder pagarlas no las podés ver, como el fútbol por ejemplo. En cambio, con respecto a la radio sólo te comprás el aparato y ya está.
Después tiene ventajas: la radio es más fácil de hacer. No quiero decir que sea más sencillo, porque si lo hacés seriamente –que no es mi caso- el nivel de es exactamente el mismo que el de la tele, exceptuando el tema de la imagen. Es más fácil de hacer porque en radio vos podés cubrir tres minutos con una muy buena canción o con una entrevista y no es necesario más que eso, el resto lo completa el cerebro del tipo que te escucha. En cambio, si tenés una muy buena canción y la imagen no acompaña, ésta no se luce.
Además, la gente tiene una relación más antigua con la radio, y el nivel de intimidad que ella tiene con el oyente, es algo de lo que carece la TV. A mi me ha pasado con programas que escuchaba y sentía que tenía una relación de pertenencia con los del otro lado. Un ejemplo claro de este lazo entre la gente y la radio es el impacto que causó la muerte del periodista Nacho Suriani. Las personas llamaban diciendo: “Este tipo me despertó por tantos años” y tal cual, los despertó.
9) ¿Tuviste y/o tenés un modelo a seguir?
No, no tengo ni tuve ninguno, nada que ver. Para mí no hay mucha diferencia entre el tipo que escucha mi programa y yo que lo hago. Puede que yo sea más desvergonzado, pero nada más. Hay gente que me gusta mucho, pero como oyente. Por ejemplo, creo que el periodista que nos gusta a todos por su contenido es Lanata. Yo lo puedo ver y escuchar, pero por más que quiera ser como Lanata, no me sale y a los dos segundos soy Guido Suller. Yo sigo escuchando los programas del mismo modo en que los escuchaba antes de ser conductor. Ni siquiera me parece malo escuchar un programa de radio porque yo trabaje en otro a la mañana. Si yo sigo un ciclo en Rock & Pop o en la Continental, no lo hago como un tipo que labura y sabe, sino como un oyente más.
10) ¿O sea que no lo ves como una mirada crítica o como una competencia?
No, me importa cinco pedos. Aparte existe toda una cuestión con respecto a la mirada crítica que a mí no me interesa y nunca me interesó. Hay un montón de temas importantes que necesitan de un debate serio y de una opinión crítica y, la verdad, ponerse a pensar en cómo un tipo hace radio me parece una forrada de un tamaño tremendo…no me interesa… ¡Ni a palos! El problema está en que hay gente que se alimenta de esa competencia y construye un lugar de poder en base a ella.
Para mí la radio es llegar, trabajar y listo; de 9 a 11, ni un segundo antes ni un segundo después, como en cualquier laburo. Los problemas son los mismos: si un día estás rayado porque te peleaste con el de al lado, tenés que caretearla, la audiencia no tiene la culpa.
Por otro lado, encuentro en Internet, como medio, una cualidad buenísima. Internet nos permite –no a todos- tener un espacio, algo muy codiciado en estos tiempos. Actualmente en todos lados hay gente reclamando espacios: espacios para actuar, espacios para hacer un programa de radio, espacios para trabajar en TV, espacios, espacios…A esta altura del partido me parece tonta la lucha del reclamo de espacios cuando, nunca como ahora, todos los tenemos. Si querés hacer un programa de TV, lo grabás y lo colgás en Internet; Lanata lo hace porque no tiene TV. También podés tener tu propio programa de radio. Yo lo hice desde mi casa. Hace falta invertir unos $2000 o $3000, pero no es imposible y además hay formas gratuitas de transmisión para que lo puedan escuchar tus amigos, porque en un primer momento te escuchan tus amigos solamente.
Entonces creo que es necesario sincerar cuáles son las intenciones de los que reclaman espacios: ¿el espacio o la fama y la popularidad?
Me parece que es más divertido hacer un programa que estar analizando todo. Por eso la competitividad me es indiferente.
11) Cuando sos novato, y más aún en los medios de comunicación, los obstáculos y las trabas sobran. ¿Fue este tu caso?
Yo no tuve trabas ni obstáculos. Con respecto a la producción existen cosas que no salen como uno desearía que salieran, pero es un tema más bien económico, de inversiones: por ejemplo, la estética de los medios es algo caro, acá y en todas partes del mundo. Uno desea realizar lo que quiere con los medios que tiene, y en mi caso no sale lo que yo deseo. A mi la producción y post-producción de audio de “Café con F” no me gusta. Pero si vos tenés el talento necesario para dirigir el asunto, poder hacerlo es cuestión de dinero. Pero también entiendo que la radio no me de todo ese dinero, porque hay una cosa que es real: es un negocio –del mismo modo que yo reclamo a fin de mes que me paguen- y como tal, significa controlar cuánto entra, cuánto sale y buscar un producto intermedio que sea posible. Igualmente, hay muchas cosas que no hago de vago, y no porque no tenga plata.
12) Entonces, ¿vos no formás parte de la producción?
No hay producción. Nuestra productora, Angie, es en realidad una asistente de producción. No hay producción previa, a eso me refiero. Todo lo que pasa en la radio es lo que la gente escucha al aire. Nosotros no hacemos reuniones de producción. Todo lo que hay es improvisación pura. No digo que esto sea genial porque es muy pesado. Es hincha bolas estar todo el tiempo navegando con nada. Lo que sí tenemos es un código común, mucho timing entre nosotros, mucha química: nos miramos y ya sabemos adónde vamos. Pero no hay nada programado, no es que decimos: “Hoy vamos a hablar de este tema y para hacerlo armemos el programa de tal manera. De hecho, hay días en los que la improvisación no sale y vos escuchás una boludez que es malísima. Pero aunque hoy no salga, mañana puede salir. Tampoco es una cosa descerebrada: si bien hay un objetivo que está perseguido, no hay obsesiones ni prioridades.
13) ¿Una experiencia divertida que hayas tenido en la radio?
Hay varios momentos en los que me he reído mucho. Lo que más disfruté fue un día que regalamos plata. Fue cuando empezó “Bailando por un Sueño”. Al primer programa yo lo vi y al otro día comenté que me parecía terrible que todos los sueños de las personas tuvieran que ver con cosas horribles, como comprarle un hígado a tu hermana. Entonces le pregunté a la audiencia si no tenían sueños lindos e informé que iba a poner plata para cumplir alguno de esos sueños. Puse cinco pesos y empecé a pedirle plata a todos los que estaban ahí, hasta a la moza que nos trae el café; y la gente empezó a llamar contando sus sueños para ganarse la plata. Empezamos a subir y no sé en cuánto terminó, $140 ponele. Dos horas de gente desesperada por 140 mangos para comprarse guitarras, para irse de viaje, boludeces divertidas, y usamos todos los formatos de los reality shows.
Porque hay una cosa que nosotros hacemos siempre, que es jugar a que somos de los medios; nos encanta jugar con las formas chotas de los medios, porque te da a entender que para formar parte de ellos tenés que adoptar esas formas. En el día de la primavera, por ejemplo, los medios siempre muestran lo mismo: los pendejos vardeando y a la abuela de 104 años, ¡todos los años! Entonces nosotros decimos: “Tiene que ser de los medios el programa. “¡Queremos ser de los medios!”
14) ¿Y una mala experiencia?
A veces hacés una joda o te vas de boca con algo que mientras lo hacés es divertido, pero un segundo después, cuando te cierran el micrófono, decís: “¡Ay, me fui a la mierda!”, y a los dos segundos alguien te confirma que te fuiste a la mierda porque llamó una persona ofendida que a veces hasta te quiere armar un quilombo. Las veces en las que me he sentido mal fueron por no encontrar la manera adecuada de decir una barbaridad y evitar así los problemas.
Lo que digo me sale sin resto, como a un taradito, y creo que hay muchas ideas copadas que, lamentablemente, por ser mal expresadas no tienen llegada. Entonces, el tema de la formas es fundamental y cuando te mandás una cagada es porque no encontraste la manera correcta de expresar lo que pensabas. A mi no me gusta meter en líos al lugar donde trabajo, pero a veces estás hablando y sin querer se te escapa algo y cae una multa.
Cuando escucho las repeticiones nocturnas del programa pienso: “Ese tipo soy yo, y me parece un boludo, un forro que dijo mal lo que pensaba.”
En realidad, me expreso mucho mejor fuera del programa.
16) ¿Por una presión que te imponen los oyentes?
No, yo les hablo a las cinco personas que están ahí conmigo. Ni siquiera sé cuánta gente escucho el programa. Puedo llegar a tener una medición, pero nada es un termómetro. No te podés dejar engañar por indicios. Yo no puedo decir “Sí, a mi me escucha mucha gente porque llegan 200 mails por programa” porque 200 personas no son nada; si a una obra del teatro El Círculo acuden 200 personas vos decís “¡No fue nadie!”
No hay mediciones cuantitativas de la audiencia. Para mí lo escucha siempre el mismo grupito.
A mi las cifras de cantidad me interesan en función de la plata, nada más. Al programa lo tiene que escuchar mucha gente para que nosotros cobremos, sino se levanta del aire. Los números no son fundamentales: hay ciertas cosas que no las ve nadie pero que son un placer verlas, programas que tienen poca audiencia porque son para pocos, un verdadero lujo. Ahora, este no es nuestro caso. Lo que hacemos es una pelotudez.
17) ¿Qué opinas de tus compañeros de trabajo?
Yo no escucho el programa, pero me han dicho que el rol de cada uno está muy definido y que eso se trasluce.
Yo creo que la persona más importante es Nacho (Ignacio Ruso). Él no tiene nada que ver con el personaje que hace en el aire. Nacho es el espíritu del programa: él dice “vamos” y te congrega a la gente. A mí me llama por teléfono a la mañana para que me levante. Aunque algunos roles sean más llamativos que el suyo, como el de Nancy y sus personajes o el mío que conduzco, el que hace que todo eso coagule es él. Nacho es el único que quiere hacer las cosas bien porque es muy responsable; Es un tipo que sabe escuchar, que acepta y corrige sus errores y que está pendiente de sus compañeros. Además, disfruta del trabajo en la radio, y eso se le nota, porque llega una hora antes y nosotros llegamos tarde. El programa se tendría que llamar “Café con N”.
Con respecto a Nancy (Dugan) creo que no hace falta decir nada. En este tema de “jugar que somos de los medios” ella tiene un papel fundamental. Sin Nancy no hubiera sido lo mismo; el año pasado faltó durante tres mases por su embarazo y sólo seguimos porque creíamos que iba a volver. Sus dotes actorales representan un talento impresionante. Es increíble que en tres años una mina que trabaja como ella lo hace no haya despertado el interés de nadie. Para mí, el caso de Nancy refleja un dato alucinante de cómo somos los rosarinos con respecto a “pertenecer y no pertenecer” a los medios. Nosotros encontramos un lugar recontra-cómodo; si nos preguntan “¿Están en los medios?” nosotros podemos responder “No, estoy en Radiofónica”.
(Patricia) Patasini, al ser locutora, tiene un rol menor: sólo dice el mail y la hora. Sin embargo, ella tiene una personalidad muy particular y muy potente. Patasini está en el rol de una mina extraña, con intereses que no son muy de mina, como el rock y las motos, aparte no cocina. Por otro lado, tiene una voz espectacular que calienta a todos los flacos que escuchan el programa.
Yo en el juego de los roles no sé cuál ocupo porque no me lo impuse, no es que yo tenga que ser de una determinada manera. Pero a mi me parece que hay un grado alto de honestidad en el programa, respecto a cosas idiotas, como llegar tarde, o a temas más tormentosos, como la pornografía.
Hay una sola cosa que intento en el programa, tratar que todas las palabras estén dichas con el mismo valor, o sea, al mismo nivel: “aborto” y “barrilete”, “pornografía” y “telenovela”, al mismo nivel. Eso se podría entender como que todo me da lo mismo, pero lo que en realidad intento es dejar entrar a la charla algunos temas que, por siempre mencionarlos en un mismo tono, nunca se retoman, excepto en Plan A.
Con respecto a los operadores, Cachete (Méndez) y Mariano (Montenegro), ellos son esenciales. Yo trabajé mucho como operador y soy bastante obsesivo con la post-producción de audio. Con los recursos técnicos que existen en las radios de hoy los operadores no ocupan un rol menor. Por eso en “Café con F” ellos están al mismo nivel que los conductores.
El operador tiene la gran posibilidad de desarrollar un track de audio paralelo que puede representar en sonidos el pensamiento del oyente. Cuando yo me mando una burrada, vos me puteas desde tu casa, pero desde ahí adentro me tiran un “BOO”. Nosotros, la gente joven, estamos educados en una cultura multimedial en la que tenemos la posibilidad de recibir varios canales de audio e imagen simultáneamente. Entonces eso no se puede desaprovechar.
El audio es fundamental porque le aporta mucho al producto final, y estos chicos son buenísimos. Si bien los he maltratado en alguna ocasión, fue por un ataque de nervios, caprichos. A mi me importa mucho cómo suena el programa (el canal), tanto por lo que se dice como por lo que tiene –o no- el audio. No podés hacer un programa con mala calidad sonora porque los recursos están al alcance de todos, así que no es una cuestión de recursos, sino de actitud. Ahí está la diferencia entre los que están al aire y los que no.
También influye mucho el lugar donde trabajás. Radiofónica es una radio que le interesa mucho la cuestión técnica y la experimentación. Progresan, crecen y evolucionan, pero no por el dinero, sino por la actitud.
En definitiva, el programa es cómo es gracias a las personas que lo integran. Cada una tiene un rol determinado. Todos los que están ahí son el programa. Sin embargo, no es un grupo unido como el del secundario, no somos amigos entre nosotros fuera de la radio: no salimos a comer o a bailar, ni tampoco nos juntamos en mi casa a comer un asado, sino que cada uno tiene su vida, sus actividades, sus amigos, parejas, historias y problemas. Pero el programa es así, con todo lo bueno y lo malo.
18) Por lo visto sos muy crítico con el programa, ¿lo sos solamente con vos mismo o con todos?
Con todos, yo soy el mala onda al que no le gusta nada, ése es mi rol. En realidad, las críticas surgen de diferencias, y estas diferencias se dan porque nuestros intereses no son compartidos. Por ejemplo, Nacho es periodista deportivo y está terminando su licenciatura de comunicación en la UNR: sus intereses son otros. Y estar con tres marmotas, de las cuales la que conduce no sabe nada de fútbol, la verdad que es un bajón. Pero bueno, esas diferencias también forman parte del programa.
Por ahora nuestra expectativa es terminar el año. A nosotros nos cansa mucho hacer “Café con F”. Terminamos el 21 de diciembre, ya tenemos fecha de cierre.
19) ¿El año que viene arranca el 4to año de Café con F?
Yo nunca quiero arrancar. Los otros dos años pasó lo mismo, cerramos en diciembre y no nos vimos más. Después, en abril, nos apretaron para ver si seguíamos o no.
Pero, ¿para qué arrancar tan temprano? Nuestro programa no es para escucharlo todos los días.
“Café con F” no trabaja con información. Nuestros temas de interés son el contenido del cuarto cajón de la cocina, pero es nuestro trabajo y está muy bien.
Por otro lado, seguir no es algo que dependa mucho de nosotros: es un negocio de la radio decidir si el programa sigue o no, el ver si les rinde o no, si cierra como ganancia o no.
Para ser sincero, nosotros en realidad al programa lo tenemos porque uno de los dueños de Radiofónica se divierte escuchándolo; somos el capricho de un rico. Somos un “hobbie” que se convirtió en negocio, lo cual está bárbaro. Si sos coleccionista, tratás mucho mejor a tus estampillas que a cualquier otra cosa, y nosotros vendríamos a ser las estampillas.
Pero más allá de eso, no arrancamos por mi culpa, porque cuando llega fin de año yo no aguanto más, no quiero hacer más nada y que no me rompan más los huevos.
20) Para terminar, ¿algún consejo para aquellos que quieran iniciarse en la radio?
Que empiecen lo más temprano posible y cuando el dinero no sea algo necesario para sobrevivir. El ingreso al mundo de la radio desde muy pendejo es alucinante.
Hay una postura con respecto a los principiantes: se sienten explotados, pero yo no creo que sea tan así. Esa gente molesta más de lo que ayuda, pero le inyecta a la radio una cuota de ingenuidad y alegría única.
El novato debe tratar de pasar por todos los lugares posibles. La radio es emocionante hasta para ir a atender el teléfono, y es algo que puede hacer cualquiera desde un estudio o desde su casa vía Internet.
Para los que realmente tengan pensado ingresar al mundo radial, les aconsejo que estén siempre preparados. Alguien preparado lleva siempre encima su currículum, un demo y su piloto (nunca sabés cuándo puede presentarse la oportunidad de encontrar algún contacto que te pida una referencia.
Sin embargo, no es tan importante: yo creo que la radio es un lugar para ir a divertirse, hasta para hacer un trabajo serio, es un lugar de relajación. Lo escrito y la TV son otra historia, son lugares de posición donde la gente critica, compite y evalúa.
A mi me parece que si nosotros hacemos radio, cualquiera puede trabajar en ella, producir y conducir su propio programa, y eso esta ¡¡¡BUENÍSIMO!!!…