Por Erica Elmo
Al momento de tener que escribir, como a muchos de ustedes les habrá pasado alguna vez, puede suceder que tengan las ideas bien claras y organizadas para volcarlas al papel sin ningún tipo de problemas, con rapidez, o bien (lo que nos suele pasar a muchos normalmente) que se nos presenten ciertos inconvenientes para redactar el trabajo.
Sentarnos a pensar en un tema interesante, una idea central para desarrollar, es lo principal que buscamos para luego poder concretar un texto que resulte interesante ante el lector indicado y comprensible para el mismo.
Debemos tener en cuenta: la clase de texto que queremos escribir, hacia quién nos dirigimos, qué es lo que queremos decir, para qué lo decimos y otras tantas alternativas, todo de acuerdo al grado de conocimientos que tengamos sobre el tema a exponer. Parece fácil, o lógico, pero al momento de ponerlo en práctica, pueden surgir algunas trabas que nos hagan, rápidamente; cambiar de idea.
Sucede que cuando nos dan un tema sobre el cual tenemos que escribir, solo nos queda investigar sobre el mismo para hacerlo de la mejor manera y respetar todas las indicaciones para obtener un buen resultado. Pero al momento de escribir sobre un tema a elegir, puede que nos sintamos libres para explayarnos sobre algo concreto de nuestro máximo interés, o por el contrario, que nos resulte difícil encontrar un tema a desarrollar… Entonces… “¿Qué escribimos?”…
Ante esta piedra en el camino sólo nos queda poner todas las ganas y esmero posible para sacar de uno mismo el interés y la creatividad en vez de esquivar la piedra y posponer la tarea para más tarde, esperando que de la nada se nos ocurra algo fantástico!! No se trata de esperar el momento indicado, sino de buscarlo y prestar atención, poner todo nuestro esfuerzo y dedicación, organizarnos para conseguir el objetivo.
En el transcurso, podemos encontrarnos con situaciones que entorpezcan nuestro trabajo, como por ejemplo, situarnos en un ámbito poco tranquilo, tener en mente preocupaciones que nos distraigan, querer hacer las cosas a los apurones, no “sentirnos inspirados”, pero todos estos factores no deben ser excusas para poder alcanzar nuestra tarea. Si cumplimos o no con nuestras obligaciones es puramente responsabilidad nuestra y de nosotros mismos depende el resultado que obtengamos.
Cuando al fin, hayamos terminado la redacción, es bueno hacer una revisión exhaustiva de la misma, quizás, si se quiere, pedir otra opinión y aceptar las críticas, ya que siempre son constructivas. Es muy probable que sintamos que la tarea está bien hecha, pero ante la evaluación del profesor puede que no se considere lo mismo. Eso tal vez nos enoje y nos haga sentir frustrados, pero ante este nuevo “problema”, deberemos aceptar el desafío que se nos presenta y comenzar de nuevo. Reescribir. Todo depende de la práctica y voluntad de cada uno.
Este texto es el resultado del trabajo práctico “Planificación, Borradores y Redacción sobre tema libre” de Erica Elmo de la comisión 7 de Redacción.