Las niñas de Carabanchel huyeron a Portugal para vivir una "aventura" – Jan MARTNEZ AHRENS

“Lo que más me gustó fue ver el mar”, dice a EL PAÍS Nuria Muñoz”No nos forzaron a viajar con ellos; tengo miedo de lo que la gente piense”, dice Nuria
A sus 13 años, Estela García Achutegui, y Nuria Muñoz Muñoz, las dos muchachas desaparecidas el martes de Carabanchel (Madrid), apretaron el acelerador de sus vidas. En menos de 96 horas y con las fuerzas de seguridad pisándoles los talones, pusieron la música bakalao a todo volumen, recorrieron más de mil kilómetros a bordo de cuatro coches robados, saltaron la frontera y, al final, descubrieron el inmenso océano Atlántico. “Ha sido una aventura”, resumió ayer Nuria a EL PAÍS desde la comisaría de Setubal. Eran las 17.30. Quince horas antes la Guardia Republicana de Portugal la había sorprendido en una carretera secundaria de Sesimbra, en las cercanías de Lisboa, con su amigo Manuel García García, de 16 años y supuesto desvalijador de coches. Querían vivir una “aventura”. Poco después, según el relato de la propia Nuria, los agentes localizaban dormidos en otro coche a Estela y a Juan C. B., de 14 años y fugado de un centro de menores.”Yo no quería volver, me gusta ir en coche. He visto muchos pueblos y lo que más me ha gustado ha sido el mar”, explicó Nuria.
La chica, junto a su amiga, apenas era consciente de la movilización que ha suscitado su caso. Una alarma que se ha visto acrecentada por la férrea convicción de los padres de las muchachas de que éstas estaban retenidas contra su voluntad por los chicos. “Ellas son totalmente inocentes, incapaces de marcharse sin avisar. Jamás han ido a una discoteca o salido de noche”, decían sus padres. Pero las dos estudiantes de 1º de Enseñanza Secundaria Obligatoria, amigas íntimas y vecinas, aficionadas a la bicicleta y a las películas de Walt Disney, sorprendieron a sus familias. La sed de aventuras (apenas conocían mundo y Nuria, como explicó a este periódico sólo había salido una vez de Madrid para visitar Toledo) junto con algún malestar en casa -“no me tratan bien”, alegó Nuria- las espolearon para subirse el martes pasado a un rugiente Ford Orión robado.
El País, Madrid – 10/08/1997
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