Función social de la lengua escrita – Alicia PALACIOS DE PIMENTEL

UNIDAD 1
TEXTO FUENTE | ir a La escritura como proceso cognitivo y comunicativo
PALACIOS DE PIMENTEL, Alicia y otros, Comprensión lectora y expresión escrita: experiencia pedagógica, Aique, Buenos Aires, 1990, pág. 20.
Si comparamos las actividades de lectura y escritura que tradicionalmente propone la escuela con aquellas en que participamos permanentemente en la vida cotidiana, concluimos de inmediato que existe una profunda brecha entre la lengua escrita como objeto social y cultural y el objeto de la enseñanza formal en que se convierte la lectoescritura dentro de la escuela.
Fuera de la institución escolar, la lengua escrita es utilizada para cumplir funciones específicas: comunicación a distancia, registro de lo que se desea recordar, organización de la información, reflexión acerca de las propias ideas y vivencias.


Si necesitamos comunicarnos con alguien que está ausente, escribimos una carta o un telegrama; el periodista escribe para informar y el que lee el periódico lo hace para recibir información que el primero ha querido transmitir; cuando vamos al automercado hacemos una lista de las cosas que necesitamos para recordarlas luego, en el momento de realizar la compra; el poeta escribe con el fin de comunicarnos su forma particular de percibir la vida o para producirnos el goce de la exquisita belleza propia de su estilo; el adolescente registra en su diario sus preocupaciones más íntimas; el científico escribe para reorganizar la información previa acerca de un tema que va a investigar o para comunicar los resultados de sus trabajos; el aficionado al deporte colecciona recortes para recordar la trayectoria de su equipo favorito…
Todas las actividades de lectura y escritura, desde las más elementales y cotidianas hasta aquellas de más alto valor estético o científico, tienen como finalidad la comunicación en su sentido más amplio – comunicación con los demás o consigo mismo – y revisten un significado vital para sujeto que las realiza.
Si esperamos que los alumnos se apropien de ese objeto de conocimiento que es la lengua escrita, debemos presentarla en la escuela tal como es fuera de ella, sin deformaciones que la conviertan en un mero “objeto escolar”. Es por eso que el rescate de la función social de la lengua escrita es uno de los principios que deben guiar el diseño y la conducción de las actividades realizadas en la escuela.
Las situaciones planteadas deben responder a un propósito: leer para informarse o recrearse y se escribe para enviar mensajes a un interlocutor ausente, para registrar información a la que luego será necesario recurrir para organizar los datos recogidos en relación con un tema de interés.
El alumno, por el principio relacionado con la función social de la lengua escrita, debe tener las oportunidades de acceso a todo tipo de material escrito: cuentos, periódicos, revistas, cancioneros, libros informativos no escolares, libros con instrucciones para la realización de juegos y trabajos manuales, recetarios de cocina, poesías, adivinanzas, cartas, y cualquier otro material significativo.
Consideramos fundamental que la escuela asuma como propio el uso social de la lengua escrita, ya que sólo así podrá ofrecer un ámbito que contribuya al desarrollo de todos como lectores y productores de textos.