Entrevista a Rosa Montero – Andrea CENTENO

UNIDAD 5


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Rosa Montero, una mujer inteligente y apasionada
Espontánea : luego de haber presentado “La hija del caníbal”, la periodista y escritora española habló con LA NACION sobre su vida.

Andrea Centeno, La Nación, 2 de mayo´98

Si cuando esta mujer sonríe ilumina el corazón, cuando escribe, y se deja leer, sin duda acaricia el alma. Nació en Madrid hace 47 años y el sábado último llegó por quinta vez a la Argentina para presentar su séptima novela, “La hija del caníbal”, que desde hace casi una año vende un ejemplar cada cuatro minutos en España.

Sin embargo, no parece totalmente consciente de su éxito. Es más, hasta simula que le falla la memoria cuando la cronista le comenta que Lucía, la protagonista de “La hija del caníbal”, lleva el mismo nombre que la de su segunda novela “La función Delta”, publicada hace nueve años.

“Ah… ¿sí ? Mira tú. Ni mi editor se dio cuenta, con todo lo que se le paga…”, comenta entre risas.“Me siento como un cobrador de un taxi, que cuenta monedas mientras anda por allí”, dice Rosa Montero. Luego aclara, y parece sincera, que el dinero y la vida ostentosa no la desvelan.

El dato es evidente : la prestigiosa novelista y periodista recibió a La Nación en el hotel Alvear, donde la empresa que edita sus obras la hospedó durante su estada en Buenos Aires, y allí se la vio incómoda “con los detalles de los grandes hoteles”.

“Soy muy maniática”

Rosa Montero escribe desde los cinco años, cuando se enfermó de tuberculosis y tuvo que abandonar la escuela por casi un lustro. “La verdad es que yo me paso la vida escribiendo”, cuenta con orgullo. Lo hace, para el caso de sus novelas, en cuadernos pequeños de papel satinado y liso. “Es que en los dos primeros años, de los cinco que me lleva escribir una novela, tomo notas a mano. Y soy muy maniática en eso”, cuenta.

“Hubo cuatro años en mi vida en los que no pude escribir porque me había bloqueado”, comenta, y agrega: “En ese tiempo me di cuenta de que la vida es un lugar muchísimo menos habitable de lo que uno se imagina. Se la pasa muy mal en muchas ocasiones.”

Por ello, ante la disyuntiva de decidir si sus novelas son un regalo a sus lectores o a ella misma, sólo responde : “No son un obsequio ni nada, porque escribir es mi manera de enfrentarme a los días, como otros lo hacen con la religión o buscando ser más ricos”. Y sus dedos finísimos hacen garabatos en el aire.

Después, se le arrancan otras definiciones “Sostengo que a la edad mediana, que puede ser a los 30, 40 ó 50 años, en mitad de tu vida hay otra crisis en todo parecida a la de la pubertad. Tú vuelves a perder inocencia y adviertes, por primera vez, que tu vida no es elástica y te das cuenta de que tú tienes el futuro ya hecho, ¿no ?”, pregunta sin esperar respuesta.

El conocimiento que, dice, más la decepcionó es el de darse cuenta de que “el mundo es un lugar gobernado por los miserables”.

Es hija de un padre torero y de una madre que “era la mejor de tres hermanos pintores, pero que abandonó su profesión sólo por ser mujer”. Fue a partir de esa percepción que Rosa Montero decidió “no dejarse avasallar por un hombre”. Traducción : no casarse ni tener hijos.

Susurro de frustración

“Mi generación creció con ese susurro de frustración que te decía no te cases, no lo hagas. Sin embargo, desde hace nueve años convive con Pablo, un periodista, y con dos perros viejos que recogió de la calle cuando eran cachorros.

Se define como antisexista y, desde sus columnas del diario español El País -labor por la que ganó en 1980 el Premio Nacional de Periodismo- emprende una defensa encendida de los derechos de la mujer, de las minorías discriminadas y de la no violencia.

Odia tanto el machismo, al que define como “incomprensible y ridículo”, como el zapping, que prefiere detallar, con bromas, como “una perversión sexual”.

Después, retoma uno de los temas que más la indignan: la violencia. Y, al enterarse de recientes afirmaciones de Zulema Yoma acerca de que “no existe una mujer en la Tierra que no haya recibido una trompada del marido “, Rosa Montero se indigna aún más : “Qué barbaridad, qué brutalidad. Esa respuesta me deja escalofriada. Más aún siendo la ex esposa del Presidente la que toma como normal una violencia que hay que erradicar. Afortunadamente, creo que los violentos son parte de una minoría patológica”.
Rosa Montero habla de su intimidad y reconoce que le teme más a la vejez indigna e incapacitada que a la muerte y a la soledad, una compañera que conoce “demasiado bien”. Dice, también, que condena el olvido, “porque permite que se repitan las atrocidades y la injusticia” y recuerda a los desaparecidos en la Argentina durante el último gobierno militar.

 

Imagen: saliralaire.wordpress.com