Narraciones breves y extraordinarias

ACTIVIDAD
Laura ORIATO
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Los objetivos de esta actividad son dos: reconocer las categorías principales de la superestructura de los textos narrativos y realizar una producción propia.
1) Lean los tres textos que acompañan a esta actividad y que son parte de “Los cuentos breves y extraordinarios”, compilado a cargo de los escritores Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares.
2) Clasifiquen cada uno de los textos según sean narrativas naturales o artificiales.
3) Reconozcan y reproduzcan los pasajes de cada texto en los que se evidencian las siguientes categorías de la superestructura narrativa: Complicación y Resolución. En los casos en los que puedan identificar el Marco, reproduzcan el/los fragmento/s que corresponda/n a esa categoría.
4) Elijan uno de los textos, supriman el final y redacten uno nuevo. Para resolverlo tengan en cuenta las categorías de Complicación y Resolución.


“CUENTOS BREVES Y EXTRAORDINARIOS”
Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares
Editorial Losada, Colección Maestros de la Literatura Contemporánea, España, 1995.
EN EL INSOMNIO
El hombre se acuesta temprano. No puede conciliar el sueño. Da vueltas, como es lógico, en la cama. Se enreda entre las sábanas. Enciende un cigarro. Lee un poco. Vuelve a apagar la luz. Pero no puede dormirse. A las tres de la madrugada se levanta. Despierta al amigo de al lado y le confía que no puede dormir. Le pide consejo. El amigo le aconseja que haga un pequeño paseo a fin de cansarse un poco. Que en seguida tome una taza de tilo y que apague la luz. Hace todo esto pero no logra dormir. Se vuelve a levantar. Esta vez acude al médico. Como siempre sucede el médico habla mucho pero el hombre no se duerme. A las seis de la mañana carga un revólver y se levanta la tapa de los sesos. El hombre está muerto pero no ha podido quedarse dormido. El insomnio es una cosa muy persistente.
Virgilio Piñera (1946).
EL ACUSADO

Cuentan:
En Viena el emperador proclamó un edicto que agravaría la ya miserable condición de los judíos de Galizia. Por aquellos años, un hombre serio y estudioso llamado Feivel vivía en la Casa de Estudio del Rabí Elimelekh. Una noche se levantó, entró en el cuarto del rabí y le dijo:
-Maestro, quiero entablar una demanda contra Dios. Lo decía y sus propias palabras lo aterraban.
El rabí le contestó:
-Está bien, pero el tribunal no sesiona de noche.
Al día siguiente dos maestros llegaron a Lizhensk, Israel de Koznitz y Jacobo Yitzhak de Lublin y pararon en casa del rabí Elimelekh. Después de la merienda el rabí llamó al hombre que le había hablado y le dijo:
-Explícanos ahora tu demanda.
-Ahora no tengo fuerza para hacerlo -balbuceó Feivel.
-Yo te doy la fuerza -dijo el rabí.
Feivel empezó a hablar:
-¿Por qué nos mantienen en servidumbre en este imperio? Acaso no dice Dios en la Torah: Los hijos de Israel son mis servidores. Nos ha enviado a tierras extrañas, pero debe dejarnos en libertad, para que lo sirvamos. A esto el rabí Elimelekh contestó:
-Ahora el demandante y el demandado deben salir del tribunal, como quiere la ley, para que no influyan en los jueces. Retírate, pues, rabí Feivel. A Ti, Señor del mundo, no podemos pedirte que te vayas, porque tu gloria llena la tierra y sin tu presencia no podríamos vivir un momento. Pero tampoco dejaremos, Señor, que influyas en nosotros. Los tres deliberaron en silencio y con los ojos cerrados. Al atardecer llamaron a Feivel y le comunicaron el fallo: su demanda era justa. En esa misma hora el emperador canceló el edicto.
Martin Buber.
LA CONFESIÓN

En la primavera de 1232, cerca de Avignon, el caballero Gontran D’Orville mató por la espalda al odiado conde Geoffroy, señor del lugar. Inmediatamente, confesó que había vengado una ofensa; pues su mujer lo engañaba con el conde. Lo sentenciaron a morir decapitado, y diez minutos antes de la ejecución le permitieron recibir a su mujer, en la celda.
-¿Por qué mentiste? -preguntó Giselle D’Orville-. ¿Por qué me llenas de vergüenza?
-Porque soy débil -repuso-. De este modo me cortarán la cabeza, simplemente. Si hubiera confesado que lo maté porque era un tirano, primero me torturarían.
Manuel Peyrou.
*Esta actividad es una reelaboración del trabajo práctico “Narrativas”.