Estructuras argumentativas – Teun VAN DIJK

UNIDAD 7
TEXTO FUENTE / Ir a Superestructuras argumentativas
VAN DIJK, Teun, Capítulo 5 Estructuras argumentativas, en La ciencia del texto, Paidós, Barcelona 1996, pág. 158. Adaptación de la cátedra.
Las superestructuras que sin duda han sido las mas ampliamente consideradas tanto en la filosofía como en la teoría de la lógica son la argumentación y la demostración.
El esquema básico de estas estructuras es muy conocido: se trata de la secuencia HIPÓTESIS (premisa)-CONCLUSIÓN. Esta estructura la encontramos tanto en las conclusiones formales, como en las enunciaciones argumentativas del lenguaje familiar de cada día:
(1) Estoy enfermo. Luego no puedo venir.
(2) Pedro ha sacado un cuatro. Luego no ha aprobado el examen.
La palabra luego no es del tipo semántico en estos ejemplos, es decir que no reproduce una relación causal entre dos circunstancias, sino que es un luego pragmático, que se refiere a la acción de quien saca la conclusión.
Por eso la estructura argumentativa de un texto debemos verla, sobre todo si procedemos de manera histórica, sobre el fondo del diálogo persuasivo. Contrariamente a la aseveración directa, aquí la tarea consiste en convencer al oyente de la corrección o la verdad de la aseveración, aduciendo suposiciones que la confirmen y la hagan plausible, o bien suposiciones a partir de las que pueda deducirse la aseveración.
A diferencia de la demostración en el sentido lógico estricto, la argumentación cotidiana ( y también la científica) se ocupa en muy pocas ocasiones de una relación “necesaria” entre hipótesis y conclusión (es decir, de una implicación), sino que más bien se dedica a una relación de probabilidad, credibilidad, etc.
No obstante podemos diferenciar las estructuras argumentativas sobre la base del tipo de relación entre HIPÓTESIS y CONCLUSIÓN: la derivabilidad (sintáctica) en un cálculo formal, la implicación (semántica) o entailment y finalmente las conclusiones (pragmáticas).
En estos tres niveles de relaciones argumentativas también se puede hacer una distinción en cuanto al carácter estricto de estas relaciones, partiendo de la necesidad lógica, y pasando por otras formas de la necesidad (física, biológica, psicológica, etc.) y de la probabilidad a la posibilidad.
La estructura del texto argumentativo puede seguir analizándose más allá de las categorías convencionales de HIPÓTESIS y CONCLUSIÓN. En particular, la categoría de las HIPÓTESIS puede seguir dividiéndose en categorías de distinta índole y tipos de suposiciones, igual que en la doctrina clásica de la argumentación se distinguía entre una premisa “mayor” y una “menor”.
Si consideramos las formas cotidianas de la argumentación, tal y como aparecen superficialmente en los ejemplos (1) y (2), veremos que estas categorías también pueden no existir, o mejor dicho, pueden estar implícitas. En estos casos se partirá de la base de que una circunstancia determinada es una condición suficiente para otra circunstancia.
Pero no hay que olvidar que en cada caso semejante relación condicionante entre circunstancias presupone una hipótesis implícita de tipo más general (por ejemplo, una regla o regularidad). El hecho de que Pedro no haya aprobado como consecuencia de su cuatro ( la nota), resulta también del hecho de que existe una regla que estipula que un cuatro no es suficiente para una prueba, y que todo aquel que no aporte un rendimiento suficiente, suspende (esto es aplicable a los exámenes, los deberes, los tests, etc.).
En otras palabras: si se desea explicar la estructura argumentativa, debe existir una base para la relación de las conclusiones y para la relación semántica condicional entre circunstancias en las que se basa la conclusión. Una categoría de este tipo podría denominarse “garantía” o “legitimidad” que autoriza a alguien a llegar a una conclusión determinada (para esta categoría de la argumentación se aplica también frecuentemente la expresión inglesa “warrant”)
Puesto que aquí nos ocupamos de una base general para la argumentación, denominaremos esta categoría la LEGITIMIDAD de la argumentación. Así deducimos o justificamos que Pedro ha suspendido con su cuatro, precisamente debido a la relación general (la regla) que existe entre la nota cuatro y el suspenso de una evaluación.
Eventualmente podemos explicar mejor esta legitimidad mediante la explicación de que en nuestro sistema de evaluación de exámenes un cuatro no es suficiente, con lo que la relación que se crea entre “insuficiente” y “suspender” representa la legitimidad de nuestra demostración. De esta manera damos un REFUERZO (backing) a nuestra demostración, al indicar claramente que y como tiene que ver un cuatro con un suspenso.
Para seguir desarrollando este ejemplo un poco más, podemos decir también que la relación entre una nota insuficiente y un suspenso solo es importante en una situación determinada, a saber, en la situación de examen. Al menos implícitamente hay que partir entonces de la suposición de que Pedro se ha presentado a un examen final, donde el examen en particular tiene un papel más o menos importante. Igual que en los textos narrativos denominaremos MARCO del argumento a esta especificación.
Sin embargo, en la superestructura de la demostración hasta ahora solo esquematizada, podemos establecer diferencias más precisas. Sí, por ejemplo, se necesitase una explicación más precisa de las circunstancias, a saber, que Pedro tuvo un cuatro /un insuficiente, ciertamente habría que incluir un ARGUMENTO en la demostración: que Pedro no ha trabajado (hecho /suposición), que no se consigue una nota suficiente si no se trabaja lo necesario para un examen (justificación). De esta manera se puede, pues, complejizar una estructura argumentativa mediante la recursividad de la categoría ARGUMENTO.
Finalmente, todas las argumentaciones cotidianas encierran la posibilidad de una “cláusula de pretexto”. Dado que la relación entre el precedente y las consecuencias, en un contexto habitual, usualmente no es “necesaria”, sino a lo sumo “probable”, resulta muy posible que existan “excepciones”. En nuestro ejemplo, Pedro puede, a pesar de no haber obtenido una nota suficiente, tener tantas otras notas buenas antes del examen o bien en la evaluación general, como para que los “jueces” lo aprueben. A esta conclusión se le puede añadir además la siguiente LIMITACIÓN: “Sólo en el caso de que las demás notas sean buenas”. Esta limitación de solo en el caso de que también puede formularse como SUPOSICIÓN, como: “Pedro no tiene otras notas buenas”, porque en el caso de que no, es equivalente a la conjunción de la frase condicional si.
Después de nuestra discusión de la estructura global de una argumentación podemos intentar situar las categorías en un esquema jerárquico (un diagrama arbolado):


Las denominaciones de las diferentes categorías son provisionales y probablemente puedan ser sustituidas por otras, en especial según el tipo de argumentación.
El tipo de argumentación también depende del contexto institucional de la demostración. Puesto que en la vida cotidiana y el lenguaje familiar, como en los ejemplos (1) y (2), simplemente bastaría una relación superficial o general de las circunstancias condicionantes para la justificación de una aseveración, en la sala de audiencia y especialmente en la lógica formal se ha de precisar la legitimidad, el marco y todas las demás categorías, y entre estas también las que han pasado al lenguaje familiar y que ahora forman parte del marco de conocimiento general de todos los hablantes (la denominada lógica natural), y por razones pragmáticas ya no necesitan mencionarse expresamente en la comunidad lingüística. En análisis de interacción empírica incluso se demostró que las preguntas sobre la justificación en forma de reglas o “evidencias” se consideraban no aceptables o incluso socio- patológicas (y llevaban a un conflicto comunicativo).
La estructura canónica de las argumentaciones puede modificarse sobre la base de transformaciones: determinados puntos de partida pueden quedar implícitos (dependiendo del contexto), y una JUSTIFICACIÓN también puede seguir a una aseveración expresada anteriormente, cuando es evidente que esta aseveración es una CONCLUSIÓN del hablante. Cuando se argumenta indirectamente, puede ser suficiente nombrar una circunstancia dada y no ya la conclusión en sí: si me preguntan si podré venir esta noche, basta con que conteste: “estoy enfermo”. Sobre la base del texto y contexto, y aún más sobre la del conocimiento general, el oyente podrá sacar sus propias conclusiones.
A partir de un texto demostrativo no solo se puede justificar una aseveración con respecto a circunstancias generales, sino también con respecto a acciones que, por regla general, requieren de una justificación más exacta; en este caso, las circunstancias representan las consideraciones, los motivos, las decisiones, los deseos, etc, del actuante ( agens).
El argumento práctico, cuya CONCLUSIÓN es una orden, una prohibición, un consejo, una recomendación o una propuesta (HAZ p )es una variante específica de estas argumentaciones de acciones. De manera análoga a la de la discusión general de las argumentaciones, aquí no entraremos en detalle en los problemas filosóficos y lógicos de tales consideraciones, dado que nos interesan sobre todo las características básicas de algunos tipos convencionales de superestructuras y no de cada teoría que se preocupa por analizar los detalles correspondientes.
Como ejemplo típico de una conclusión implícita e indirectamente práctica volveremos a usar un ANUNCIO, cuya estructura básica, como vimos, es la conclusión implícita: COMPRA X O, aún más general: HAZ p.
Ilustrémoslo con un ejemplo concreto; para el fin de año de 1976/77 apareció en los periódicos holandeses un gran anuncio de la compañía Shell en el que se metía mucho ruido acerca de una “nueva” sustancia en la gasolina, el ASD (Amsterdam Super Detergent), un producto que, si se quiere dar crédito a los experimentos, mantiene más limpio el motor. El anuncio pretende ofrecer una demostración relativamente detallada de porque el ASD en la gasolina, o sea, en la gasolina de Shell, mantiene el motor más limpio, repercutiendo en un ahorro de gasolina. Vamos a reproducir los pasos de la argumentación en orden inverso, o sea realmente como justificación, empezando por la conclusión pragmático/ práctica de “COMPRA gasolina Shell”.
(6) (I) * Compra gasolina Shell (conclusión)
(II) La gasolina Shell contiene ASD (hecho)
(III) ASD limpia el motor (justificación)
(IV) Un motor limpio consume menos gasolina (refuerzo)
(V) (III / IV) demostrado mediante experimentos (ARG 2, hecho)
(VI) *Menos gasolina es más barata (refuerzo 2 )
(VII) * Ud. quiere conducir por poco dinero (motivación = justificación 2 )
(VIII) * Ud. no quiere gastar más porque sí (justificación 3 )
(IX) * Ud. conduce un coche (marco).
Entre paréntesis se indican las categorías ( en los distintos niveles) que constituyen los “pasos” del contenido de la argumentación que está en versalitas porque la argumentación es producida por la macroestructura del anuncio (y no por la respectivas oraciones originales).
A partir de esta argumentación “desmontada” resulta claramente que casi todos los puntos de partida generales quedan normalmente implícitos en el anuncio ( caracterizado aquí por un asterisco), inclusive el hecho (del marco) de que el anuncio se dirige únicamente a los conductores de automóviles. La justificación sobre la que se basa el hacer o dejar de hacer una acción la hemos llamado motivación; sin embargo podemos ver en el anuncio que esta diferencia entre “justificación” y “ refuerzo”, no siempre es muy marcada, sobre todo en los casos en los que el argumento se vuelve más complejo y cuando una argumentación (implícita) realmente está incluída en la argumentación real. Así, la justificación (III) es en realidad un hecho tomado del experimento mencionado, un componente de una argumentación “científica”, en la que (IV) representa una justificación explicativa de la conclusión final: (III a) LA GASOLINA ASD ES MÁS ECONÓMICA.
Esta claro que estos anuncios “cuasi- científicos” producen cierta confusión por el hecho de que ya hace tiempo que Shell tiene ASD en su gasolina (por lo que aquí no se ofrece nada “nuevo”) y, sobre todo, porque no solo la gasolina de Shell contiene ASD, con lo que simplemente no existe ninguna motivación válida para precisamente por eso comprar gasolina Shell. Por eso, la macroproposición (II) es incompleta y solo podría expresar una circunstancia condicionante si SOLO GASOLINA SHELL CONTIENE ASD fuera una afirmación verdadera, a la vez que la aseveración de que otras sustancias no mantienen el motor limpio en las mismas condiciones, fuera igualmente verdadera.
Este último ejemplo de un anuncio desconcertante nos aclara a la vez que existen condiciones expresas para una demostración correcta. El hecho de omitir circunstancias que puedan influir negativamente sobre la conclusión final, el no garantizar la validez general de una justificación, o el hecho de ser irrelevante debido a la ausencia de un refuerzo especial, como en el presente “caso”, puede llevar a una estructura argumentativa incorrecta.
Debido a la complejidad de muchos argumentos, en el contexto de la comunicación diaria no siempre resulta posible detectar esta incorrección, de manera que las demostraciones encaminadas a justificar una aseveración y que por lo tanto se emplean persuasivamente en un contexto activo, representan un instrumental frecuentemente empleado para la manipulación de conocimientos y opiniones de los hablantes.
Por eso consideramos que una de las tareas más importantes de la ciencia crítica del texto es analizar esta forma de influir en los conocimientos, las opiniones y las actitudes como consecuencia de determinadas estructuras textuales y concienciar a los hablantes ( por ejemplo la educación escolar) sobre estas relaciones.
Como preparación a estos aspectos socio –psicológicos de la ciencia del texto hemos analizado en este libro una serie de ejemplos en los que el estilo, la estructura retórica y ciertas superestructuras pueden dar pié a una manipulación de los sentimientos, las opiniones y las posturas de lectores y oyentes.
Evidentemente, una manipulación de este tipo no aparece directamente: el lector/ oyente primero percibirá las estructuras textuales correspondientes las entenderá y las almacenará en la memoria (véase próximo capítulo), y luego sacará sus conclusiones, que podrán modificar los conocimientos, las posturas y las intenciones de acción. En este proceso desempeñan un papel importante los conocimientos previos, las suposiciones sobre las intenciones del hablante (y su credibilidad, etc.), los criterios las posturas existentes, los deseos y los proyectos.
La elaboración extremadamente complicada y sin embargo hasta cierto punto sistemática del texto decide si un texto potencialmente persuasivo o manipulativo en realidad cumple con el efecto deseado. Por todo ello sería demasiado fácil pensar que existe una relación directa entre las estructuras textuales y el comportamiento social real(10).