UNIDAD 2
TEXTO FUENTE/ Ir a La comprensión y la estructura de los textos
Mabel Marro y Amalia Dellamea, Estados afectivos, cognitivos y metacognitivos, en Produccción de textos, Unidad 1, Módulo 1, Buenos Aires, 1993.
El control y uso de los conocimientos que hace el lector durante el proceso de lectura le permiten construir una representación del significado del texto. Los estados afectivos, cognitivos y metacognitivos del lector en un momento dado son factores claves en la construcción de significados textuales. Pero inversamente, también las características de los textos y el conocimiento que el escritor tenga de su audiencia influyen sobre esos estados.
Estados afectivos
Los estados afectivos incluyen intereses, actitudes y valores del lector, los que a su vez determinan las metas de la lectura: leer por placer, leer para aprender, leer para estar informado, etc. El estudio de Mathewson (1976) sobre la incidencia de los estados afectivos mostró que las motivaciones y actitudes influyen en la atención de los lectores y su comprensión y aceptación de los contenidos de un texto. Señaló además que muchas variables textuales, como el contenido, la forma y el formato, pueden determinar cambios en los estados afectivos del lector.
El formato físico, la existencia de gráficos e ilustraciones, tipo y tamaño de las letras impresas, así como rasgos de la tapa de los libros, revistas y otros materiales, influye en la decisión de seguir leyendo y esforzarse por comprender o abandonar la lectura.
Las formas como el dialecto o la sintaxis de un texto también parecen afectar el interés de los lectores, así como su aceptación del texto.
Los estados afectivos también determinan las diferentes expectativas del lector sobre los contenidos del texto y la evaluación del tiempo que invertirá en la lectura.
Estos datos indican, a su vez, que los editores y escritores hallan a través de estos conocimientos maneras eficaces de promover el interés de sus públicos.
Estados cognitivos
Los estados cognitivos son los planes que el lector realiza para obtener una representación textual. El término cognitivo alude al funcionamiento intelectual de la mente humana. Las posibilidades de las personas para recordar, comprender, focalizar en algo, atender y procesar información constituyen estados cognitivos.
A través de esos procesos el lector realiza, por ejemplo, planes que le facilitan o dificultan la construcción de una representación del significado de un texto.
Los estados cognitivos interactúan con los afectivos y están influidos por las metas y expectativas del lector.
Así, algunos lectores inexpertos y algunos niños pequeños suelen utilizar planes que sólo les permiten decodificar un texto, es decir, quedarse en el reconocimiento de palabras, o hacer una lectura mínimamente comprensiva. Cuando, en cambio, se intenta realizar una lectura para obtener significados, los lectores emprenden otro tipo de planes más complejos.
El lector puede desarrollar un sistema de procesamiento simbólico que proveerá planes eficientes para la conceptualización de la experiencia (Bruner,1956). Si los planes del lector incluyen conocimientos acerca de las estructuras textuales, el lector podrá almacenar la información en una representación textual similar o paralela a la ofrecida por el autor. Un plan de este tipo es eficaz, porque ofrece una representación del texto que podrá ser utilizada posteriormente en otras tareas.
La habilidad para realizar inferencias sobre la información implícita de un texto está relacionada también con la calidad de los planes cognitivos.
La experiencia con distintos tipos de textos y el tiempo dedicado a la lectura de diferentes materiales permiten a escritores y lectores armar planes cognitivos cada vez más eficientes.
Estados metacognitivos
Los estados metacognitivos comprenden las estrategias de autocorrección y autocontrol que el lector utiliza durante el procesamiento de la información. Incluyen la lectura crítica y evaluativa sobre el propio proceso, y sobre la relación entre las metas iniciales y el significado alcanzado.
El término metacognición se refiere, entonces, a la habilidad que tienen las personas para controlar y manejar sus mecanismos de cognición (Brown y Smiley, 1978; Brown, 1980).
Los buenos lectores, por ejemplo, usan casi automáticamente las estrategias metacognitivas de releer cuando el significado no está claro para ellos; de hacerse preguntas sobre el tema del texto; de ser flexibles al usar distintos procedimientos para diferentes propósitos, por ejemplo, cuando leen para aprender, o cuando leen por placer o entretenimiento.
Brown (1982) señala que los lectores eficientes tienen un sistema bastante automático de monitoreo de la comprensión, mientras que los lectores poco hábiles no llevan adelante acciones correctivas cuando encuentran problemas de decodificación o de comprensión. En consecuencia, sus decisiones metacognitivas no resultan apropiadas.
Muchos estudios indicaron que los niños pequeños suelen no utilizar algunos rasgos del texto, como la organización de los párrafos o las estructuras del texto expositivo o de texto narrativo (Myers y Paris, 1978; Meyer, 1980; McGee, 1982; entre otros autores).
Goetz y colaboradores (1983) demostraron que los lectores no hábiles o jóvenes usan en algunos casos las mismas estrategias que los lectores hábiles, pero las utilizan con mucha menor frecuencia. Asimismo, son menos capaces para identificar fuentes de dificultades en la lectura dentro de un texto difícil.
Otros investigadores estudiaron los lugares de los textos donde se producen decisiones metacognitivas. Carpenter y Just (1981) hallaron que el lector invierte más tiempo para leer el final de una oración que su comienzo. También, demoran más tiempo en el lugar del texto donde tienen que decidir si la información es importante para el sentido global. Goetz (1983), Cirilo y Foss (1980) encontraron también que el lector invierte más tiempo en las oraciones importantes de un texto.
Los lectores y escritores principiantes y los no hábiles tienen problemas para controlar y evaluar el proceso a causa de la dificultad de decidir sobre la importancia relativa de la información en el texto, pensar acerca de lo que están haciendo, reconocer la meta crucial del trabajo emprendido, planificar maneras de lograr una meta, chequear si se ha logrado una meta, y emprender una acción correctiva cuando una meta no se ha alcanzado.
Cuando una persona sabe para qué sirven, por ejemplo, los títulos, los subtítulos, las introducciones y los sumarios, y además utiliza ese conocimiento apropiadamente, está dotada de estrategias metacognitivas más eficaces para comprender y recordar los contenidos de un pasaje.