UNIDAD 1
TEXTO FUENTE/ ir a Concepto de estrategia
TISHMAN, Shari, PERKINS, David, JAY, Eileen, Un aula para pensar. Aprender y enseñar en una cultura de pensamiento, Capítulo 8, Aique, Buenos Aires, 1998. Adaptación de la cátedra.
Una estrategia de pensamiento es un plan explícito y articulado para desarrollar en una situación que implique un desafío intelectual. Las estrategias de pensamiento que la gente usa e inventa son tan variadas como los desafíos intelectuales que encara: existen estrategias para tomar decisiones cuando el desafío es elegir el mejor curso de acción; estrategias de comprensión e interpretación para el desafío de adquirir conocimientos; estrategias de resolución de problemas para el desafío de salir de un aprieto, estrategias de pensamiento creativo para el desafío de construir una ratonera mejor; para desafíos más específicos , hay estrategias de lectura, estrategias de estudio, estrategias para rendir exámenes, estrategias de escritura y estrategias de resolución de problemas de matemática.
Y, más específicamente aún, hay estrategias de álgebra, de ajedrez, de diagnóstico médico, de defensa en la corte, estrategias para mejorar la agresividad y estrategias para jugar a las cartas. Más allá de sus variados y diversos niveles de generalidad, lo que todas estas estrategias tienen de común es que son procedimientos escalonados y graduales –aunque no necesariamente rígidos- que el pensador ejecuta intencionalmente para alcanzar el objetivo deseado.
En la última década del siglo veinte, varias líneas de investigación se han centrado sobre la cuestión de las estrategias. El avance científico en el área de educación ha demostrado que los alumnos que piensan estratégicamente tienden a desempeñarse mejor en el ámbito de la escuela y a ser mejores pensadores en general.
Si bien toda persona en situación de aprender algo puede tomar contacto con estrategias de pensamiento “prefabricadas”, el hecho de aprender a apoderarse y desarrollar conocimiento está orientado a aprender a encarar una variedad de desafíos de pensamiento de manera productiva y planificada, más que estar meramente familiarizado con unas cuantas buenas estrategias. Significa también tener espíritu estratégico; es decir, tendencia a ser reflexivo, no impulsivo, y a disfrutar del placer de inventar y utilizar procedimientos escalonados y graduales.