No todos comprendemos lo mismo – Alicia PALACIOS DE PIMENTEL

UNIDAD 1
TEXTO FUENTE | ir a Dimensión compleja de la escritura
PALACIOS DE PIMENTEL, Alicia y otros, Comprensión lectora y expresión escrita: experiencia pedagógica, Aique, Buenos Aires, 1990, pág. 20. Adaptación de la Cátedra.
El rol de los procesos cognoscitivos del sujeto en el acto de lectura es puesto en primer plano por algunos estudios en que la lectura es concebida como un proceso centrado en la comprensión del mensaje; lejos de ser un aspecto pasivo de la comunicación, la lectura es un proceso activo , a través del cual el lector construye el significado del texto.


Para leer – sostiene Frank Smith – son necesarios dos tipos de información: visual y no visual. La información visual es aportada por el texto, la información no visual es aportada por el lector, quien pone en juego, al leer, su competencia lingüística, sus conocimientos acerca del mundo en general y del tema tratado en particular.
La lectura, como cualquier otro acto inteligente, implica la posibilidad por parte del sujeto de realizar anticipaciones: la interacción entre la información no visual y la información visual hace posible la construcción permanente de hipótesis sobre el significado y la forma de lo que sigue en el texto, así como la elaboración de estrategias para verificar o rechazar dichas hipótesis y para formular otras nuevas más ajustadas al texto, cuando las originales no encuentran confirmación en la información visual. Leer implica entonces correr riesgos, aceptar equivocarse, pero implica también construir formas de autocontrol que hacen posible la rectificación del error.
Son muchos los trabajos que conforman el aporte esencial del lector en el acto de lectura. Entre ellos, cabe destacar los realizados por Goodman (1977) acerca de los “errores” de lectura. Estas investigaciones muestran claramente que dichos errores, lejos de ser producto de dificultades por parte del sujeto, ponen de manifiesto su capacidad para anticipar el significado de lo que sigue en el texto, ya que se trata en la mayor parte de los casos de sustituciones que no alteran el sentido del mensaje y, cuando lo alteran, resulta siempre posible encontrar una lógica en esa alteración, determinar las razones que llevaron al sujeto a producirla.
Ahora, bien, afirmar que la lectura es un proceso de construcción del significado implica reconocer que el significado no está en el texto, sino que es generado por el lector a partir de su interacción con la información visual.
Reconocer que es el lector quien reconstruye el significado interactuando con el texto lleva a aceptar la posibilidad de que diferentes lectores comprendan un mismo texto de diferentes maneras, sin que esto signifique que unos han comprendido y otros no. Cada lector habrá comprendido lo que su perspectiva acerca del mundo le permita comprender, cada uno se habrá acercado en la medida de sus posibilidades al mensaje que el autor quiso transmitir.
Reconocer la existencia de diferentes formas válidas de comprensión no significa que cada lector entenderá algo totalmente distinto de lo que captará otro: el sujeto emitirá hipótesis en función de su conocimiento de mundo, pero buscará verificarlas a partir de la información provista por el texto; cuando no logre corroborar sus hipótesis, tendrá que modificarlas ajustándolas – en la medida de sus posibilidades – a las características objetivas de la información visual. Tendrá, además, la posibilidad de discutir con otros lectores su interpretación del texto y, este intercambio, al hacer posible la confrontación de puntos de vista, permitirá lograr un conocimiento más objetivo.