Por Juan Lopez*
Somos hijos e hijas de la era de la inmediatez.
Te doy la píldora azul: los links a lo que tenés que hacer para la próxima clase, acá arriba del texto, al alcance de tu dedo índice, sin siquiera mover la ruedita del mouse. Son textos sobre la lectura, porque ya epezamos la unidad 2: “Redactar para el lector”
Para reconocer el proceso que lleva a cabo cualquier escritor para comprender los discursos escritos, vamos con “Tras las líneas. Sobre la lectura contemporánea” (2006), de Cassany; “El proceso de lectura, una actividad con facetas diversas”, de Claudia Mazza (2005); La influencia de los soportes textuales en las prácticas de lectura: un recorrido por la historia de los textos escritos, una ficha de la cátedra de Redacción 1, elaborada por la profesora Cecilia Reviglio; y con García Canclini en “Hacia una antropología de los lectores” (2018), nos preguntamos “entonces, qué es leer”.
Te doy la píldora roja: te morfás el texto que habla de mis problemas con el transporte público, la humedad litoral y la clase de Marcela, y así combatís un poco la fritura de dopamina en la que nada tu cerebro, como una laucha que se cayó en los piletones de aceite hirviendo de un McDonald’s.
Ah, seguís leyendo, bien. Acá te va.
La alarma me sacudió de la cama, en una de esas mañanas en la que el ruido de lluvia te canta el arrorró. Igual, por amor a la comunicación (mentira) me levanté. Fui apenas desayunado con la linterna del teléfono hasta la puerta ya pasadas las 7:30. Bajé. El cielo nublado pegó como una flashbang, pero seguí hasta la esquina porque ya iba a llegar tarde.
La parada estaba como las panaderías un domingo. El colectivo era más parecido a un zoológico y sus aromas usuales. La Siberia me recibió con charcos y gente que camina lento y Marcela con una sonrisa y la bonita noticia de que sería el encargado de hacer el resumen. Iupi.
Me erguí en el banco al lado de Naza, como de costumbre, y me enfoqué en el tema: la corrección de las Selfies de Escritor: El primero fue Bauti, con su texto sincero y personal. Tras cantarle el feliz cumpleaños a un señor que cruzó el pasillo en el momento correcto, el segundo en recibir cátedra fui yo. Las chicas de la tribuna derecha analizaron, concluyeron y entregaron una crítica objetiva.
Luego de un rato, mientras la clase fluía, nos encontramos los dos voluntarios en el baño. Un parloteo breve nos dirigió a un punto en común: nos habían dado con un caño. Pero a veces, si se me permite pecar de masoquista, que te peguen con un caño es saludable. Por lo menos para el escritor, que de esa paliza puede tomar nota y aprender.
Después, por orden de la licenciada, continuó Justina, quien deslumbró con un relato profundo, íntimo y complejo en su dimensión poética, pero a la vez simple y claro. Y última fue Lule, que con agallas levantó la mano, incluso después de la apedreada que habíamos atravesado Bautista y yo. Pero con piedras se hacen las casas, ¿no? Y en efecto: armamos, no una casa, pero si los cimientos de un galponcito para las ideas, al menos, bien de a poco. Por ejemplo, una de mis piedritas tiene grabada “escribir económicamente” y otra “mantener consistencia en el estilo”. Por ahí otras rocas brillan más, como las de Lucía, que remarcan su proeza para formar una estructura definida en la cual encajar las palabras. Pero en fin, si la práctica hace al maestro pues somos albañiles encaminados.
La clase empezó a avanzar, repasando el modelo de producción de textos, frenamos por el trecho a agarrar un par de ramitas. Y allí nos cruzamos a las estrategias de producción: semánticas, sintácticas, pragmáticas e interactivas. También nos encontramos con la aclamada teoría incompleta de Austin, la de los actos del habla, teoría a la que Marcela se nota tiene aprecio, porque la explica con vocación (hasta le brillan los ojos).
Espabilando, agarrando el ritmo, hablando de la criptomoneda Libra y de lo importante que es comprender el peso que tiene el acto locutivo e ilocutivo, arribamos a siguiente parada en el camino: una actividad de taller, en la que, buscando noticias, debíamos hallar los actos de habla que estas utilizaban al citar otros textos y compararlos con la fuente original.
Pasamos por Colapinto, Lamine Yamal, y otras caras conocidas.
Agotados algunos, otros con las energías en alta por el café que nos escapamos a buscar, llegamos a lo último. La profesora Rosales, “castigó” (¿ves? Acto de habla) con un trabajo práctico de varios, varios puntos. Se entrega el 21 de mayo, por mail. Entre medio aclaró que los errores, textos borradores, se dejan. Que hay que responder punto por punto. El límite: tres páginas. ¿Y la planificación? Se valora mucho (de eso va el trabajo).
Coronamos llegar al final del sendero, como es usual en los grupos de trekking, con una foto grupal. Bromeando, acoté:
– Fa amigo, ¿te imaginás cuando estemos todos barbudos con 25 pirulos ya recibidos, viendo esta foto otra vez?
Por un momento lo visualicé, real, palpable. Pero después hice memoria… A Naza no le crece ni una pelusita en la cara.
Felicitaciones por llegar hasta acá. Ahora sí, te abro la mano donde guardaba la píldora azul del principio. Pásala con un trago de agua o cárgate el mate porque leyendo y redactando vas a estar un ratito laaaargo.
Andá, que ya te vi salivar.