Por India Rodríguez Maidana*
Instrucciones para cursar Redacción:
Acérquese a la puerta del salón con prudencia, revise en su celular si el número que usted tiene anotado corresponde al que está colgado allí: “209”. Mire el celular, mire el cartel nuevamente. Convénzase de que efectivamente está en el lugar correcto y no está alucinando los números de la puerta. Observe a las personas a su alrededor, quienes también esperan que abran el salón. ¿Reconoce a sus compañeros? Quizá aquél que está sentado en el suelo se sentó a su lado en el teórico de Pensamiento I. Sonríale con cordialidad, pero no le diga nada. Sienta la incomodidad del momento.
La profesora va a llegar unos minutos pasadas las ocho de la mañana, seguramente por estar atascada en el tránsito de ingreso. Saludará con una sonrisa de comisuras que se estiran hasta las orejas. Mientras ella canturrea buenos días, entre al salón y elija un lugar para sentarse relativamente en el fondo, preferiblemente cerca de la ventana. La profe va a decir: “¡Acomoden los bancos en semicírculo!”. Sienta una queja mañanera ahogándose en su garganta. Acomode el banco en un semicírculo.
Por la puerta va a entrar una chica con mucho apuro, quizá una ingresante como usted. Observe cómo se acerca a la docente y la saluda con un beso, le dice “Marce”. “India es la ayudante alumna de esta comisión, ¿ustedes conocen cuál es el rol del ayudante?”, va a decir Marce, mientras la chica arrastra torpemente uno de los bancos y lo coloca al lado de su escritorio.
Por la próxima media hora escuche a Marce hablar sin parar sobre blogs, comisiones, regularidades, promociones, de las cuatro unidades de la materia, de trabajos prácticos, trabajos prácticos integradores, de asistencias, de trabajos finales, de mesas de febrero, de diciembre. Sienta cómo su cerebro de a poquito deja de retener información y sólo puede pensar en el olorcito dulce y calentito de las medialunas del bar.
Adviértase cómo de pronto la docente se calla, toma una pintoresca cajita de cartón y saca un juego de cartas con preguntas sobre usted. Ella y la ayudante se dividirán el mazo y pasarán en círculo a ofrecerles a cada uno una carta. Escoja del tipo que pueda exponerlo menos, ¡incluso cambie de carta si es necesario! Evite ofrecerse como voluntario para ser el primero en presentarse (también ser el último), en cambio mientras sus compañeros dicen sus nombres uno por uno y responden la pregunta de su carta escogida, registre nombres, caras. Quién lee los mismos libros que usted, quién también es de Rosario o de Colón o de Villa Constitución o de San Nicolás… Ríase de los chistes que se van armando, acéptele un mate a esa persona que jamás vio en su vida, relájese y no sienta los minutos dilatarse en horas.
Cuando la clase esté llegando a su fin, estírese en busca de espabilarse. Refunfuñe cómicamente ante la mención de los ocho textos que tiene que leer para el próximo miércoles:
1 “Los procesos de escritura”, de María Antonieta Teodosio
2 “La escritura digital”, de Javier Díaz Noci
3. “Metáfora de la primicia“, de Adriana Amado.
4. “La caja de herramientas”, Stephen King
5, 6 y 7: Tres textos de Daniel Cassany: “Leer como un escritor”, “Las prosas de escritor y de lector”, “Escribir sin prejuicios ni supersticiones”.
8. “Estrategias de composición”, de Analía Reale
Guarde sus útiles, póngase la mochila al hombro y sienta la exaltación de un capítulo que se abre, una oración que comienza, que se construye, que se amasa como un pan.