Por Juliana Sanz
Cuando hablamos sobre apropiaciones lo primero que se nos cruza por la cabeza son las que ocurrieron durante la última dictadura militar, pero no son las únicas.
En la calle Salta casi esquina Mariano Moreno, pleno centro de Rosario, se encuentra un edificio viejo de los años 80, con ese estilo típico geométrico de paredes bordó y blancas. Las personas pasan por al lado apuradas, intentando llegar a su próximo destino, sin saber, que en ese edificio se encuentra la oficina de Nuestra Primera Página. Una agrupación que arranca en el año 2014 como un grupo de Facebook, por la defensa de las personas que buscan su identidad de origen y biológica. Identidad que les ha sido arrebatada en el momento de su nacimiento y que hoy día, siendo adultos, intentan recuperar.
El hall de la entrada es un lugar oscuro, con pisos de mármol veteado de diferentes tonos de grises que le dan un toque lúgubre. En la pared izquierda hay una escalera con un entramado de rejas negras, que van del techo hasta los escalones cumpliendo la función de baranda. Durante cualquier otro día de la semana debe ser muy tranquilo. Hoy no, taladros, martillos y mazas inundan de ruido la habitación.
Al final del hall, hay un recibidor grande que se mimetiza con el piso. La recepcionista es una mujer delgada, de unos 40 años, con el pelo atado en una colita baja y lentes con un marco fino de metal. Al preguntar por la oficina 6 se le transforma la cara:
-No, ni idea la verdad dónde se encuentra…
Mira con desconcierto. Como si ni siquiera las mismas personas que trabajan allí dentro supieran de la existencia de esta organización.
En el momento en que se pone a revisar unos cuadernos en busca de ayuda, una voz saluda. Arriba de todas las escaleras hay una mujer morena, bajita, con el pelo corto y cejas pobladas: María Eugenia Atencio. Psicóloga, coordinadora del grupo de apoyo de Nuestra Primera Página y buscadora de su identidad.
“La recepcionista no debe ni saber mi nombre… por eso no te supo indicar dónde queda la oficina…”, dice, sin advertir la ironía.
Al ingresar en un pasillo angosto para poder llegar a esta, los foquitos cálidos colocados en el techo iluminan a duras penas, la luz no entra en aquel lugar. El camino sigue y un cartel que tiene escrito “zona de oficinas” indica por dónde ir. Metros más adelante hay una puerta roja con el número 6. María Eugenia abre la puerta y la luz del sol que entra por la ventana inunda el oscuro pasillo por un momento. Lo primero que se ve es un escritorio de madera antiguo. La habitación es pequeña pero acogedora, un ambiente seguro. En la pared derecha hay una biblioteca llena de libros y en un lugarcito se encuentra un sahumerio que Maria Eugenia se apresura a apagar para que no se llene la habitación con el olor.
Entre mate y mate comenta:
“Nosotros tenemos una palabra que nos identifica: buscadores.”
La palabra “apropiados”, en algunos casos, les resulta muy difícil de utilizar. Es un término que en Argentina se referencia directamente con los hijos y nietos robados en la dictadura. Son diferentes situaciones las que ocurrían antes, y las que siguieron ocurriendo después, pero en esencia, hay un robo de identidad, agravado en casos como el de María Eugenia, con un implícito aval de la sociedad.
Maria Eugenia hace una pausa y prosigue:
“Durante mucho tiempo –aprox de los 30 a los 60– se avalaron las apropiaciones a través de discursos dogmáticos… la iglesia, las sociedades de caridad, los médicos, los parteros… planteaban esta cuestión de que ellos los sacaron de la zanja, de la pobreza, de los piojos, de cagarse de hambre. Se habla y se nos cuestiona mucho a nosotros… “¿para qué buscas”… “¿qué buscas?”.
Estos discursos que ya hemos escuchado tantas veces —explica Alejandra Gurovici— presidenta de la agrupación, son una excusa para un negocio mucho más grande… un negocio donde, en algunos casos, hay acuerdos entre posibles padres de crianza y estas instituciones. Donde los padres deciden qué características quieren que tenga su hijo, pagan una fortuna (alrededor de lo que sale un departamento nuevo o un auto nuevo) y de esta manera los médicos y los parteros, en muchos casos, les hacen creer a los progenitores que su bebé se murió, cuándo esto no sucedió. En realidad ellos también han sido víctimas de este negocio.
Y en este proceso de “salvarlos”, de entregarlos a una “familia mejor”, a una “vida mejor”, algo tan fundamental como saber de dónde provienen, queda oculto. Para ellos saber quiénes son, saber cuál es su identidad, es la luz al final del pasillo y durante muchos años, o toda su vida, se les niegan cuáles son sus orígenes… simplemente por la avaricia de unos pocos.
Durante su infancia muchos niños han recibido relatos de sus padres sobre cómo ellos llegaron a sus vidas y tantos otros, como los buscadores, que al crecer continuaron escuchando el mismo cuento, se quedaron esperando las primeras páginas de su historia… preguntándose “¿cómo llegaron a sus vidas?”
Lo que vuelve una y otra vez es la incertidumbre que aparece como pregunta: “¿Dónde están?” “¿De dónde vengo?”. Preguntas que tienen respuestas tantas veces… y tantas otras no.
Una y otra vez se escucha: “La recepcionista no debe ni saber mi nombre… por eso no te supo indicar donde queda la oficina”. Como si fuera el guión de una película que anticipa el final.
Y no es hasta que, en la mayoría de los casos, sus padres fallecen que no comienzan a buscar su identidad por miedo a “herirlos” o “hacerlos enojar”
Al enterarse de que son apropiados, explica Maria Eugenia, hay varios escenarios que comienzan a rondar en sus cabezas: hay buscadores que tienen miedo de que sus hijos se enamoren de familiares de sangre, otros tienen miedo a contraer ellos o su descendencia enfermedades genéticas y en algunos casos a las mujeres les agarra un miedo inmenso a parir con el temor de que le quiten a su bebé.
-Por momentos hay situaciones que meten el dedo en la llaga…. fechas de cumpleaños, día de la madre, día del padre. Son fechas muy muy especiales para nosotros que nos revuelven todo lo vivido.
Este miedo a que su descendencia contraiga alguna enfermedad biológica de la cual no estuviera al tanto, es lo que moviliza a Felipe. Un hombre de 58 años, alto, de contextura delgada, barba y pelo negro. Nació en 1965 en Ciudad de Buenos Aires y se enteró en el 2002, a los 37 años, de que es apropiado y de que sus papás no son sus progenitores.
Comenzó a investigar en el momento en que empezó sus planes de formar una familia con María, su pareja de muchos años. Le llevó alrededor de 8 años toda su búsqueda y en ese proceso se encontró con ¿Quienes Somos? (una organización que lucha por lo mismo que Nuestra Primera Página) ubicada en Buenos Aires. Enterarse de la verdad para él es algo que le sacudió el piso y que lo modificó.
Como está anotado unos días después de su nacimiento no le dieron su partida. Sin embargo, pudo reconstruir parte de su historia:
“Mis primeros meses de vida los logré reconstruir con bastante detalle, gracias a una investigación de unos años que me llevó a recorrer oficinas públicas, hospitales, la policía y diversas organizaciones”.
Las personas que toman conocimiento de esto, tienen muy pocas herramientas para poder accionar administrativamente, legalmente o de alguna manera para poder llegar a una información que realmente le pertenece”, dice.
Tanto María Eugenia como Felipe, como buscadores, se sintieron juzgados por familia, por amigos y por conocidos. Comentan que estas personas no entienden el motivo de su búsqueda… les han dicho “que deberían estar agradecidos por quienes los criaron” y “¿para qué buscar?”. En realidad no están buscando a su familia de verdad, cómo podría llegar a pensarse, ya tienen padres y son los que los criaron. Lo que sucede, aclara María Eugenia, es que lo que sí están buscando es quiénes son sus gestantes.
Felipe finaliza su búsqueda en el 2010 cuando toma conocimiento de Carlos, un hermano 6 años mayor que él. También criado por otra familia.
“Siempre tuve una relación muy asimétrica con él. Carlos sabía que tenía un hermano en algún lugar del mundo y yo llegué a los 37 sin saber de su existencia. Carlos pudo encontrar al hermano que siempre estuvo buscando y yo encontré una persona de la que no estuve al tanto la mayor parte de mi vida”
Su hermano fue criado teniendo la posibilidad de investigar sobre sus progenitores. Al ser adoptado las posibilidades de poder encontrar información no solamente más rápido sino también mayor cantidad, aumentan.
En cambio, Felipe junto a otros aproximadamente 2400 buscadores por año tuvieron y tienen que seguir luchando por algo que realmente les pertenece desde un principio. Tienen que luchar, primero por advertir su condición de apropiados, y luego los obstáculos por los que pasan a lo largo de su búsqueda
Miles de identidades, de apropiaciones, de buscadores, en realidad , 3 millones de buscadores en los últimos 10 años. Permanecieron y permanecen ocultos en las sombras durante mucho tiempo, dejados de lado por la sociedad. Para que el único momento donde se los puede ver y les golpea la luz… es cuando empiezan a saber su verdad.
SIGO ESPERANDO.
Maria Eugenia Atencio es una mujer de 50 años que nació en 1973 . Es rosarina pero sus padres de crianza por miedo a que algún vecino hablara sobre su “condición” decidieron mudarse al norte del país, a Calchaquí, un pequeño pueblo cerca de Vera.
-¿A qué edad te enteraste de que eras apropiada?
– Yo siempre lo supe desde que tengo uso de la razón. Más o menos desde los 5 años hasta 39 siempre tuve una pesadilla recurrente que me causaba mucha angustia y estupor. Trataba sobre un bebé en medio de una sala, dentro de un moisés y de golpe entraba una fuerza de choque que irrumpen en la habitación con tiros, bombas lacrimógenas y robaban a esa bebé. De fondo se escuchaba el llanto de una mujer. Esta pesadilla siempre fue muy angustiante para mí. Quedaba tan atrapada que no solamente me afectaba a mí, sino también a mi esposo e hija. Cuando a los 39 hablé con mi papá de crianza y me dijo parte de la verdad, dejé de tenerla.
– Y al final terminó siendo real la pesadilla?
-No lo sé, yo todavía desconozco cómo fueron esos primeros días de vida.
– ¿Vos cómo reaccionaste ante eso? Cuando te confirman que sos apropiada.
– Estuve muy mal 6 meses. Si bien sabía que no era su hija biológica, que me lo confirmaran y que no me dijeran nada más me afectó. Fueron meses llenos de terapia 2 o 3 veces por semana y con muchísima angustia e ira. Pero les hice una jugada… le dije a mi papá que me tenía que sacar un crédito para hacerme un test de ADN con una persona y que salía un disparate. Le avisé que si no me decían nada iba a ir a hacérmelo. Al día siguiente, cuando me levanté tenía un sobre en la puerta de mi casa con el dinero. Obviamente que se lo devolví porque era mentira y si bien me iba a hacer el test, era con mi primo.
– ¿Estuviste enojada con ellos porque no te quisieron decir nada?
– Me terminaron de desilusionar. Yo los quise a pesar de todo… fueron mis padres de crianza pero me desilusionaron. Creo que si algo les podía redimir de la mentira que llevaron durante tantos años, era ayudarme y no lo hicieron. No pudieron dar la cara y yo siempre los esperé y la verdad no se si no sigo esperando de que algún día aparezca una carta… pero de ellos, de nadie más.
-¿Cambió en algo la relación con tus papás cuando te enteraste?
– Con Felipe tuve un poco más de trato. Él tuvo una buena relación conmigo y fue un muy buen abuelo para mi hija. Por otro lado, con Norma no. Cuando Felipe le cuenta a ella que yo ya sabía me llama un día, pero, ella siempre fue mentirosa. Es más, cuando empiezo a militar por el derecho a la identidad de origen, me llaman dos buscadores diciendo que sus padres de crianza les habían contado que fue mi madre quien los entregó. Después de comerme muchas puteadas, les pude hacer entender que yo estaba del mismo lado que ellos y que Norma, si bien me había criado, no era mi madre.
– ¿Recibiste algún prejuicio de parte de gente grande o de tu edad?
-De parte de gente grande recibí muchas críticas: “¿Para qué?”, “¿Por qué?”, “no sos agradecida”, “te criaron tan bien” y de compañeros militares de mi papá también. Por otro lado, algunos de mis amigos no están tan de acuerdo. Quiero creer que es porque no me quieren ver sufrir porque de otra manera no lo puedo ver. Y siempre digo que yo busco mi identidad de origen, pero yo soy mamá, esposa, psicóloga, amiga y buscadora y se quién soy: María Eugenia. Pero, lo que no sé es qué día nací, quiénes me gestaron, si tengo hermanos o no. Es esta parte que a mí me falta la que le falta también a mi hija. El famoso “arbolito genealógico” que te hacen hacer en la escuela su maestra se lo puso incompleto, sabiendo que yo desconocía mis orígenes. Aun así se lo puso incompleto.
-Si todavía hay que cambiar muchas cosas de la sociedad…
-Si, lamentablemente sí. Por suerte, las generaciones nuevas no tanto. Mi hija va a cumplir 19 años y ella es otra militante que se te para y se te planta. Estuvo en el Museo de la Memoria y tuvo una agarrada muy fuerte porque hablaron sobre las apropiaciones en tiempo de dictadura. Cuando planteó la historia de su madre le dijeron que yo no era apropiada porque no nací en esa época. Mi hija con todos los argumentos de la militancia les dijo que la sustitución de identidad es apropiación ya sea anterior, posterior y dentro de la dictadura. Es apropiación.
APROPIACIONES EN TODAS LAS ÉPOCAS
Es importante que comencemos a hablar sobre las apropiaciones en todas las épocas y no en un período de tiempo determinado.
En Argentina las apropiaciones de bebés son algo que ha ocurrido a lo largo de toda nuestra historia y durante todo este tiempo ha sido avalada por la sociedad a través de discursos dogmáticos. De esta manera, se deja bien parados a los victimarios (médicos, parteros, políticos, iglesias, sociedades de caridad) y mal parados a las víctimas (los buscadores). Si bien la época de la dictadura militar fue un contexto en el cual las apropiaciones de bebés se intensificaron, como ya he dicho, no han sido pioneros en estas prácticas y no han finalizado, como se podría llegara a creer, hace 40 años cuando hemos vuelto a la democracia.
Debido a que las apropiaciones se las asocia a una época determinada, todos los apropiados que quedan fuera de este período, no se han visto apoyados por la sociedad a la hora de buscar. Es por esto que los buscadores no poseen muchas herramientas administrativas o legales que los ayuden a comenzar su búsqueda de una manera más sencilla. Un proceso que debería ser más corto les termina llevando muchos años o toda su vida.
Al hablar sobre las apropiaciones por fuera de la dictadura, estamos comenzando a combatir de una vez por todas una problemática que viene ocurriendo hace muchísimo tiempo y de la cual no se hablaba demasiado. Es importante comenzar a generar conciencia sobre la importancia de que los buscadores puedan acceder a una información que le corresponde a todo ser humano y que ellos, por los motivos planteados, se ven imposibilitados de recibir.
Por todo lo dicho anteriormente es necesario que las apropiaciones (al ser una violación a los derechos humanos fundamentales) sean denunciadas y combatidas y es necesario acompañar a los buscadores en su búsqueda y no juzgarlos, más bien, apoyarlos en este duro trayecto.