Vamos a poner acá los resultados de trabajo Ficciones Históricas. Los trabajos no están editados, solo corregidos los errores más gruesos, pero no se tocó nada más ya que se quiso respetar la autoría de los mismos.
Para que lean a sus compañeros y comenten.
Un soldado por Bernardo Avaca
La flota navegaba por el noreste del mar egeo. Emiliano, un joven pescador que trabajaba para poder ayudar económicamente a su familia, había caído enfermo. Nueve días de pesadillas había padecido por la fiebre alta.
El médico de la nave lo estaba medicando con fuertes dosis para que resista hasta que pisen tierra nuevamente.
Las altas murallas de Troya eran inquebrantables. Un griego, haciéndose pasar por fugitivo, explicaba a las tropas que ese gran caballo de madera honraba a Atenea, enemiga de los troyanos.
Los troyanos creyeron este engaño y lo aceptaron para ofrendar a los dioses del Olimpo. Pero mientras tomaban esta decisión el griego fue apresado.
Emiliano bebía agua penosamente, y al hacerlo le dolía más el cuerpo. Habían arribado a Çanakkale, una provincia turca que se encuentra a orillas del estrecho de los Dardanelos, y se encontraban en un pequeño hospital.
Agonizaba, pero los soldados seguían torturándolo en una oscura celda. Lo único que deseaba era morir. Pidió a todos los dioses que le libraran de ese mal, pero no obtuvo respuesta.
Zeus, el rey de dioses, favorecía a los griegos en esta guerra. Pero parecía olvidarse de este prisionero. Esa noche el griego logró dormirse. Tuvo un sueño extraño.
El joven pescador observaba como la doctora de guardia le extraía sangre para hacer unos análisis. Le explicó para que servirían los estudios, pero él no entendía, sentía fuertes gritos en vez de explicaciones.
El ruido despertó al griego. Fuera de la celda empezaba un enfrentamiento. Seguramente el truco había funcionado. Agradeció a los dioses por escuchar sus reclamos; seguramente, pronto lo rescatarían.
Sin embrago pasaban las horas y nadie parecía buscarlo. Dos hombres armados lo tomaron por los pies. Lo arrastraban por un extenso pasillo, lo insultaban, escupían y pateaban.
La enfermera le mojaba la frente con un paño húmedo, pero la fiebre parecía no bajar. Deberían operarlo. Lo prepararon para la intervención y lo llevaron por diversos pasillos hacia el quirófano.
En el pasillo se filtraba la luz por las grietas.
Los guerreros ataron a su prisionero. Los dioses no los favorecían y deberían ofrecerles un sacrificio para llamar su atención y dar muerte al griego por su engaño.
Lo arrojaron sobre la hoguera.
En ese ultimo momento el guerrero tuvo una extraña visión: se encontraba sobre una extraña mesa con varias personas a su alrededor. Tenía una extraña máscara sobre la cara y de pronto todo oscureció.
Dimitri por Ramiro Benetti.
Apenas una hora y media restaba para la hora de servicio del gran banquete de celebración, cuando al emperador Bonaparte se le ocurrió cambiar el menú de la cena. Dimitri, ya empapado en sudor a causa del horno encendido a su lado pero más aun por la tensión que le generaba el tono de voz de su jefe, escuchaba aturdido las ordenes y asentía con la cabeza sin producir sonido alguno. Cuando el emperador dejo la cocina Dimitri soltó al fin un suspiro y miro desconcertado a su primera asistente, como buscando una explicación en su propio idioma a esa serie de nombres raros en francés que había vociferado hacia instantes el flamante Zar de Rusia Napoleón I. Aunque Dimitri era considerado una eminencia en lo referente a la cocina en su amada Rusia, poco y nada era lo que sabia de cocina francesa, jamás había escuchado hablar de la suope bullavaisse, ni del Filette mignon, y menos aun del postre caliente llamado crepe suzette. Respiró al saber que su ocasional primera asistente, madame Arnoux era francesa y conocía los platos aunque sabía que sería difícil lograrlos considerando la falta de ingredientes requeridos para ese tipo de platos y sobre todo el poco tiempo del que disponían. Sin pensar mucho más se dispusieron a trabajar. Al advertir que a esas horas no conseguirían los ingredientes que necesitaban, decidieron improvisar y el resultado fue una versión muy al estilo Dimitri de los platos franceses solicitados por el emperador.
Al llegar la hora del servicio Dimitri sudando aun más que antes retocaba detalles de presentación. Al entrar los mozos a la cocina, antes de disponerse a llevar los platos al comedor, le comunicaron a Dimitri que debía salir con ellos para recibir la opinión de la comida, o sea para ser juzgado frente a todos por el mismísimo Emperador Bonaparte. Napoleón tenia la fama, no comprobada pero temeraria al fin de haber hecho decapitar a uno de sus chef solo por no haber terminado un banquete a tiempo. Los nervios lo presionaron aun mas y sintió que el fin estaba cerca si el Emperador consideraba que lo servido no era lo que el había pedido
Cumpliendo la tradición Dimitri salio al comedor seguido de la fila de mozos que llevaban platos improvisados por el. Como de costumbre el Emperador fue el primero en probar, comenzó por la sopa, luego de degustar unos segundos sin mirar a Dimitri pidió el filette. Después de un instante que para Dimitri fue un siglo Napoleón se puso de pie y mirando a su chef con la arrogancia que lo caracterizaba grito: “¡¡Esto no esta ni cerca de lo que yo pedí para esta cena!!!…”. Dimitri sintió que la sangre de todo su cuerpo se helaba, pero antes de poder articular palabra el emperador prosiguió: “…pero son los platos mas sabrosos que he probado en mi vida, usted es un verdadero genio”, Dimitri sintió que toda la presión acumulada en esas horas bajaba desde su cabeza a sus pies y ya relajado por el triunfo se acerco al oído de su Emperador y le susurró: “eso es porque no has probado mis crepes”.
Expedición secreta por Pablo Rodriguez.
Hoy, ya en el año 2008, después de 5 años del hecho, estoy preparado y decidido a contar la historia del primer viaje al planeta Marte realizado por seres humanos. Las pocas probabilidades de sobrevivir que teníamos, fue el motivo por el cuál el suceso no traspasó los límites de la NASA. Ningún medio del mundo conoce acerca de este acontecimiento. Pero hoy después de un largo lapso de meditación, me decido contar la historia, con el objetivo de ponerle el rótulo de “héroes mundiales” a mis 4 acompañantes de la expedición, que hoy no pueden contar la historia.
Partimos de Houston, EE.UU. el 26 de diciembre del 2003, a las 3 de la madrugada y desde una base establecida para esta expedición en particular, que se encontraba en el medio de un bosque a kilómetros de la ciudad. Todo estuvo perfectamente diseñado para que nadie en el mundo ajeno a la NASA supiera de esta expedición. La institución no quería dejar la imagen de que mandaba tripulantes a una muerte asegurada. De cualquier manera, mis 4 compañeros de tripulación y yo, teníamos bien en claro las posibilidades que poseíamos de morir; sin embargo la expectativa y la curiosidad de conocer un mundo nuevo, de ser los primeros en pisar esas tierras, era la fuerza en común que nos llevo a todos a realizar este viaje.
A nuestras familias les dijimos que nos íbamos por un tiempo a una isla de Oceanía a probar nuevas tecnologías. Fue muy triste saber que podía ser la última navidad con nuestros seres queridos, así que la tratamos de aprovechar lo más que pudimos.
No sólo el ocultamiento del viaje fue preparado increíblemente, sino también el viaje en sí. Estudiamos y practicamos durante 2 años para esta expedición. La nave, los trajes, todo fue diseñado para la ocasión.
Desde el momento de despegue al aterrizaje en el planeta rojo, todo ocurrió como lo habíamos planeado. Nos quedaba el combustible suficiente para la vuelta, la nave no había tenido ninguna falla en el viaje y el aterrizaje fue excelente.
Al arribar, lo primero que hicimos, fue darnos un fuerte abrazo; todos estábamos muy nerviosos y un tanto shockeados. Luego de equiparnos y tomar todas las precauciones estipuladas en el trabajo realizado durante 2 años, decidimos bajar; lo hicimos todos al mismo tiempo para que más adelante en le futuro no se recuerde sólo a uno. La primera sensación mía al tocar el suelo con la planta de mi pie derecho fue inexplicable. Nos emocionamos y lloramos por varios minutos, menos Clark que seguía shockeado por la situación y permanecía mudo, sin emitir ningún sonido. Pasaron esos minutos y recuerdo que Jhon dijo: “es hora de emprender la tarea por la cuál vinimos……no hay que perder tiempo”. Entonces comenzamos la caminata en busca de “algo”. Nadie hablaba, todos observábamos para todos lados. En un momento que paramos a descansar a Kobe, se le ocurrió la idea de separarnos para recorrer más superficie, y estuvimos todos de acuerdo menos Joseph que decía que podía ser peligroso, aunque terminó aceptando la propuesta y entonces nos dividimos en dos grupos: por un lado Joseph, Clark y Jhon, y por el otro Kobe y yo. Recolectamos piedras raras que íbamos encontrando al pasar pero no veíamos nada que realmente nos sorprendiera, no parecía haber vida en ese lugar. Se hizo la hora de vuelta pactada, así que regresamos a la nave. Pasaron minutos y luego horas, el otro grupo no volvía y nos preocupamos un poco. Salimos en busca de ellos tratando de seguir el camino que había tomado su grupo pero no los encontrábamos. Se hacía de noche y no teníamos rastros de ellos. Ya más preocupados, nos separamos unos 30 metros para tener más visión del territorio pero sin perdernos de vista entre nosotros. De repente entre el polvo rojo que volaba, la luz de mi linterna divisó 3 cuerpos tirados en el suelo. Corrí hasta el lugar y pude ver como Joseph, Clark y Jhon estaban muertos. Luego observe que tenían una extraña quemadura en sus pechos en forma de x. Con una enorme desesperación, realice señas de todo tipo a Kobe para comunicarle que había encontrado a los chicos. En un momento logró verme entre el polvo que volaba e inclinó la cabeza para el sector en el que yo me encontraba. En ese momento vi una luz que con una tremenda velocidad y potencia impactó en el pecho de Kobe arrojándolo unos 20 metros para atrás. Me quedé quieto un minuto detrás de una roca y Kobe no se levantaba, y entonces sin saber porque, corrí como nunca hasta la nave. Al llegar me senté en el mando y me tomé un minuto para reflexionar lo sucedido. Rápidamente encendí la nave y emprendí el camino a casa luego de escuchar una extraña explosión cerca del lugar que me atemorizó. Esforzándome mucho logre controlar la nave yo solo y pude la madrugada del 7 de enero arribar a Houston.
Durante el camino de vuelta le conté lo sucedido a la base. Todavía no lo podía creer yo, así que se imaginarán la sorpresa de mis compañeros que trabajaban en la base de control.
Al llegar a La Tierra permanecí unas semanas aislado, sólo teniendo contacto con la gente de la NASA; y fue allí cuando conté todo con lujos y detalles. La Nasa se encargó de simular un accidente para esconder la verdad de las muertes de mis compañeros.
Durante estos 5 años he estado tratando de convencer a la NASA de contar lo sucedido, porque me parecía lo correcto que ante todo, las familias debían conocer la verdad de las muertes. También creí necesario que la sociedad sepa que tuvo héroes mundiales como Joseph, Kobe, Clark y Jhon que arriesgaron sus vidas para investigar y aportar nuevos conocimientos a la ciencia. Hoy les conté la historia por estos motivos, para darle reconocimiento a mis amigos.
En cuanto a las causas de las muertes de mis compañeros, no sé bien que fue, pero es muy probable que existan otros seres vivos en Marte.
La creación por Martina Ramirez.
Corría el año 1812 y las calles de tierra de La Villa del Rosario eran un terrible alboroto. Carretas que iban y venían, vendedores ambulantes ofreciendo todo tipo de productos y el sentimiento de que algo muy importante sucedería se podía percibir en todo lugar. La independencia de nuestro país se estaba gestando y esta pequeña ciudad era una de las protagonistas. Todo era expectativa y alegría, menos para un grupo de señoras quienes tenían una de las tareas más importantes. Confeccionar la bandera nacional según las indicaciones que nada más y nada menos Manuel Belgrano les había asignado.
Quien era la responsable de todo este grupo de costureras era María Catalina Echevarría de Vidal, quien bajo una presión terrible, contaba con solamente una semana para finalizar con la creación. El 27 de febrero la bandera debería estar lista para izar y no había espacio para errores. Lo que Catalina no sabia era lo difícil que le resultaría encontrar esos simples metros de tela celeste y blanca.
La señora comenzó con la búsqueda. Recorrió todo almacén, mercería, mercado que haya existido en la villa y hasta llego a trasladarse a poblados vecinos con tal de encontrar la preciada tela. Pero nadie le podía ofrecer lo que ella estaba buscando. Pareciera como si los colores celeste y blanco fueran muy raros e imposibles de encontrar. Desesperada, la costurera se dirigió a la residencia de Belgrano, a quien le explico lo que estaba sucediendo y hasta le llego a sugerir si no podría efectuar un cambio de colores en su proyecto de bandera. Burlándose de ella, le sugirió que siguiera con la búsqueda, ya que los colores de la bandera nacional sería esos y no estaba dispuesto a cambiarlos bajo ningún punto de vista, ya que estos habían sido los colores utilizados para las escarapelas.
Pasaban los días y las noches y Catalina no podía conciliar el sueño, una importante parte del futuro país estaba en sus manos. Sin embargo nadie era capaz de darle una explicación de por qué resultaba tan difícil encontrar esos dos benditos colores.
Una de esas mañanas de búsqueda intensiva, por fin comprendió que estaba pasando: la catastrófica inundación del Río Carcaraña, impedía que las carretas con la mercadería y pudieran llegar a Rosario. Era por eso que la escasez de tela era tal. El panorama no era para nada favorable para Catalina, se comentaba que los caminos iban a seguir cortados por lo menos por dos semanas más.
Muy angustiada y triste, no tuvo otra alternativa que informarle esto Belgrano y renunciar a esta tarea que le producía tanta ilusión. Pero de repente, cuando estaba caminando hacia la residencia del político y militar sin esperanza alguna, se encontró con algo que cambiaría su destino para siempre: en el lugar menos pensado, en el puesto callejero de Don Mateo, un viejo comerciante y artesano del lugar, encontró una pila de tela celeste y blanca son un cartel que decía: Oferta
Sin pensarlo dos veces, Catalina, llena de felicidad compró la tela y en menos de lo que canta un gallo, ya se encontraba en su casa con todo su grupo de ayudantes para confeccionar la bandera. Terminaron de darle la última puntada justo un segundo antes de que el General Manuel Belgrano la pasara a buscar para estrenarla e izarla por primera vez el 27 de febrero en Rosario, a orillas del río Paraná.
Pericles por Matías Trabattoni.
Cuenta la historia allá por tiempos helénicos de la antigua Grecia que había un joven espartano que se destacaba por su destreza al pelear. Su nombre era Pericles y a pesar de su gran habilidad para la lucha el ejército de su país no lo dejaban pelear por su corta edad ya que tenía sólo 16 años.
Pericles escuchaba las victorias del ejército espartano en el exterior y cada vez ansiaba más poder ir a un campo de batalla; tal era su deseo de pelear que ingenió un plan para poder infiltrarse en uno de los batallones.
El día que todas las embarcaciones zarpaban a Troya robó la armadura de uno de los de los soldados y se metió en el barco sin que nadie pudiese distinguirlo. Cuando llegaron a Troya el joven bajó de su embarcación con grandes expectativas pero sólo se encontró con sangre, sufrimiento y muerte. Tal fue el terror que lo invadió que se escapó de su fila del batallón quedando al alcance de los arqueros troyanos por lo que recibió un flechazo que terminó con su vida.
El joven Pericles pagó las consecuencias de sus actos y de su corta edad al no obedecer las órdenes de su superiores y jamás terminó de entender que ese don que tenía para luchar terminó siendo nada más que su maldición.
Solo por una mujer por Betsabé Figueredo
– No puedo permitir que vayas, ¡es una guerra absurda!
– Eso no está en mis manos querida, es una orden de mi señor el rey, es por el honor de Troya.
– No puedo permitir que hagas eso, Troya te necesita pero tu hijo también, esta guerra no nos pertenece… piensa en nuestra familia ¡qué futuro le podrás brindar a tu hijo estando muerto!
Troya estaba a punto de librar la batalla más importante de su historia, y la causa era solo una mujer, pero esa historia ya la conocemos, hoy prefiero que hablemos de ese soldado que dejó a su hijo de casi cuatro meses y a su joven mujer por luchar en nombre del honor de su príncipe. Fueron dos días interminables desde que se declaró la guerra hasta que las tropas de Aquiles arribaron a las costas de la hermosa Troya. Ulises no había logrado hacerle entender a su mujer que no tenia forma de evitar esa lucha, él debía ir, quisiera o no… y ella debía librarle la suerte de su amor a todos los dioses. No entraba en su cabeza cómo se podía poner en riesgo la paz de su tierra, solo por una mujer.
Fue así como durante esas interminables horas ella lloró por la partida de su esposo, y le suplicó miles de veces que encontrara una solución. Pero él como siempre, se negó. Estaba convencido de que esa guerra ya estaba ganada, al igual que el resto de los soldados, vestían sus armaduras con una sonrisa, como si no fuese su sangre la que estaría por correr.
Y Eloísa, al igual que tantas otras esposas, lloró y lloró y le preguntó a todos sus dioses porqué debería perder a su esposo, solo por una mujer. Debía dejar que el hombre que le daba sentido a su vida fuese a defender un amor ajeno, pero sus dioses no dieron respuestas.
Ese día, el de la partida, Eloísa se despertó como todas las mañanas y alimento a su bebé. Luego hizo todos los quehaceres que habitualmente realizaba por las mañanas, hasta que escucho el ácido ruido del acero, eran las armaduras de Ulises, él ya había despertado y se estaba alistando. La joven intentó contener las lágrimas, y siguió haciendo el fuego, para calentar la leche que su hijo en breve estaría pidiendo. Escuchó los pasos de su amor moverse por la habitación, y sintió un escalofrió que le quitó el aliento, pero no siguió su impulso de correr a sus brazos.
Se sentaron a la mesa, y Ulises cargaba a su pequeño niño, que jugaba con su barba. Eloísa sirvió el desayuno y se dispusieron a comer en paz, el habló muy pocas veces, y de cosas sin importancia, estaba seguro que volvería aunque el miedo se le notaba en la respiración y ella, su mujer lo sabía. Intentó calmarlo hablando de cosas con poca importancia y él respondió con la misma calidez que lo hacía siempre.
El tiempo pasó, y ambos entendieron que era hora de que él se marchara. Ulises terminaba de alistarse cuando escucharon voces afuera, sus dos amigos, también vestidos con armaduras venían a buscarlo riendo, como si solo fueran a levantar cosecha, como cualquier día, pero ellos iban a entregar sus almas, solo por una mujer. Él la miro y ella entendió que no había más tiempo, lo abrazó e hizo lo imposible por no llorar, fue el abrazo más cálido que sintió y a la vez el más amargo, porque estaba teñido con el dolor de una despedida, que ella sabia definitiva.
Con el pequeñito en brazos ella se paró en la puerta de su humilde casa y lo miró alejarse y perderse entre los primeros rayos de sol. Eloísa pensaba qué injustos habían sido los dioses, e intentaba entender qué error habían cometido. No podía comprender por qué debía ver correr la sangre de su amado por un amor que no les pertenecía, como si no fuese su amor fuerte, como si no fuese su amor profundo. Ella perdió a su amor, y vio arder Troya, solo por una mujer.
De profesion: mecánico por Natalí Carattoli
Corría el año 2074 y en mi querida ciudad de Rosario todo ha cambiado, no sé si para bien o para mal, pero aseguro que se notan muchísimos las variantes. La gente ha cambiado, la vida se desarrolla en torno a máquinas muy complejas, ingeniosas y con diseños impresionantes que hacen día a día una simplificación de vivir en estos tiempos.
No es fácil para mí y los de mi generación convivir con semejantes cambios, con el avance de la tecnología, de la cibernética, constantemente nos juntamos y siempre compartimos añejos recuerdos como los domingos de cancha, las tardes de truco, los asados… Hoy todo cambió. La vida de los chicos se torna alrededor de una computadora, ¡son maravillosas!, pero se perdió la idea de grupo, de compañerismo, de amistad.
Me costó mucho llegar hasta acá. Mi historia comenzó con mi padre, quien toda su vida se desempeñó como mecánico, con mucha perseverancia y corazón construyó un pequeño taller en el barrio donde vivíamos, a unas pocas cuadras de mi casa precisamente.
Al cumplir mis 18 años, me ofreció que trabajara con él hasta que decida qué carrera seguiría. Desde ese entonces, fui su compañero diario.
Con el paso de los años resolví trabajar de mecánico, era mi vocación. ¡Tantas aventuras, tantas anécdotas contienen las paredes de ese lugar!
Lamentablemente con el paso de los años mi viejito querido empezó a cansarse, se desmotivó, se agotó y así me dejó a cargo su mayor logro, su mejor resultado. De repente, era mío.
Mi vida fue muy alegre, divertida, siempre acompañado de amigos, de la familia, pero nunca la encontré, nunca más la vi. Sin duda, ella dejó una huella en mi corazón. Hasta el día de hoy la recuerdo.
Sé que antes no les he mencionado, y tal vez he cometido un pecado. La gran novedad de la época, desde hace varios años, son ellos. Sí, ellos. Hoy son un integrante más de cada familia. La posibilidad de obtenerlos cada vez es más sencilla. Los Robots son hoy en día la mayor creación del hombre.
Entonces, me corresponde aclarar que mi vida también cambió, como la de todos. Así me perfeccioné en mi oficio, realizando muchísimos cursos y especializaciones para poder incorporarme al mundo robótico ya que me permitía superarme. Estudié, por lo tanto, las formas de trabajar con ellos y las anatomías de cada uno. Debo confesar que no es difícil la tarea de trabajar con cuerpos robóticos, sus circuitos de silicio en completa amalgama con sus tejidos genéticos son la maravilla más grande que jamás imaginé.
Actualmente sigo trabajando en mi taller, arreglando viejos autos, ¡son los más complicados! Los nuevos transportes se mejoran y se arreglan en cada vez menos horas.
Sin embargo, mi especialidad abarca otro rubro de la mecánica, reparo las afecciones en las diferentes funciones de los nuevos cuerpos de metal. Algunos problemas de circuitos, (la electrónica también es parte de mi vida), de pintura, de chapería, de movimiento. En cambio, las complicaciones sentimentales y mentales son las que más me entusiasman. Las más difíciles, pero las más humanas.
Fue una hermosa noche de verano. Después de un arduo día de trabajo, necesitaba un poco de relax, un descanso. Así me dormí profundamente.
Mezclado entre la realidad y mis sueños, mi inconsciente, sentí una recóndita sensación que perturbaba mi sosiego.
Me dispuse a levantarme, no podía seguir de esa manera. Un impulso me llevó al taller, me sentía agitado, transpiraba.
Me dirigí a la sala de arreglos, de allí venía una luz especial, distinta.
De repente en esa figura femenina algo me atraía, me gustaba, no lo lograba explicar, me cautivaba de tal manera. Hacía más de dos años que estaba en reparación, se convertiría en mí creación después de todo.
De ella provenía mi emoción, mi desconcierto. Fue ahí que me acerque, cuidadosamente, la ví, la recorrí, la observé. Mis ojos, vidriosos, se llenaron de lágrimas; mi trabajo había dado el fruto más preciado que durante tanto tiempo he esperado. Era ella, su cuerpo, su luz, su mirada, mi viejo recuerdo, mi nueva compañía.
Fue el día más importante de mi existencia, la persona que tanto amé, estaba conmigo. Perdida en el tiempo durante varios años, la recuperé. Logré felizmente, inculcar en aquella arruinada y perdida robot todo lo que sentí, siento y sentiré… por mi gran amor.
La Bola de Cristal por Daiana Delmastro
Transcurría el año 2008 cuando una tarde de otoño Elian se encontraba jugando junto con sus amigos en un parque que quedaba cerca de su casa. Ellos corrían entre las hamacas y entre los árboles que ya no tenían hojas, cuando en un momento Tomas se tropieza con una montaña de hojas amarillentas caídas en el piso. Los chicos fueron a ayudarlo a levantarse y encuentran que en el medio de esa montaña se hallaba una bola cristalina, la levantaron con curiosidad y al tocarla todos con sus manos, en ese mismo momento, viajaron en el tiempo. Cruzaron a distintos lugares por un túnel negro que inmediatamente los trasladó a un terreno extraño para ellos.
Se situaron en México en el año 1499, cayeron en una calle de adoquines angosta y miraban indiscretamente a la gente que transitaba ese lugar. Señoras muy paquetas, hombres elegantes y niños juguetones; grandes montañas y un montos de caballeros reunidos en el medio de la vía publica cantando.
Los chicos descubrieron que cada vez que tocaban todos juntos al mismo tiempo la bola, se trasladaban a diferentes lugares en distintos años, así que decidieron volver a intentarlo para ver donde caían nuevamente.
Era increíble lo que estaba pasando, de pronto se encontraban en el planeta Marte, precisamente en el año 2003, observaron un lugar desierto, lleno de cráteres, era un lugar que inspiraba miedo pero a la vez intriga. Al ver que estaban solos aprovecharon y se quedaron un largo rato jugando hasta que Ana, una de las amiga de Elian, decidió cambiar de rumbo así que reiteradamente pusieron todas las manos en la bola y se trasladaron hacia otro sitio. Ellos no podían elegir el territorio a destino, sino que la bola los iba guiando de acuerdo a su gusto.
Era el año 1830 en Francia… los chicos quisieron beneficiarse del poder que habían descubierto y decidieron jugar en los grandes jardines, recorrieron todo el lugar hasta cansarse, había gente que hablaba en un idioma raro, un idioma que ellos no entendían. Era una nueva aventura la que se les había presentado en ese momento.
Con mucha ambición quisieron seguir probando el poder de la bola cristalina y volvieron a marchar, pero esta vez a Rosario en el año 2074. Los lugares se veían más avanzados tecnológicamente, ya no había personas que realizaban los trabajos, sino que estas eran reemplazadas por robots, los puestos de diarios y revistas eran automáticos, cada persona podía retirar una de ellas colocando una moneda y eligiendo la que quería, todo había cambiado mucho y entonces pensaron que esto es lo que se puede llegar a vivir en el futuro.
Cansados de tantos sucesos increíbles y viendo que ya era tarde decidieron volver a su ciudad, justamente a el parque de donde se habían ido. Cuando llegaron todo era normal, ya no se encontraba gente que hablaba extraño, ni grandes montañas, ni cráter, ni robots.
La mamá de Elian lo retó porque estuvo toda la tarde fuera y no había hecho la tarea. Así que todos antes de irse a sus casas decidieron guardar la bola cristalina en un lugar secreto para que al otro día al despertar, pudieran seguir viajando y seguir investigando nuevas lugares.