No me dejes partir viejo algarrobo

Ludmila Rondán Flores quiere compartir con el grupo la lectura de este poema de Atahualpa Yupanqui.
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No me dejes partir, viejo algarrobo…
Levanta un cerco con tu sombra buena,
Átame a la raíz de tu silencio
Donde se torna pájaro con pena.


Vengo de un mundo lleno de caminos,
Montaña, selva, mar prado y arena.
¡Traigo una sed de paz, tan infinita…!
Hazme un nido de amor para mi pena.
Yo siempre fui un adiós, un brazo en alto.
Un yaraví quebrándose en las piedras;
Cuando quise quedarme vino el viento,
Vino la noche y me llevo con ella.
Mucho tiempo te vi quieto en la tarde,
Nada cerca de ti, solo tu fuerza.
Tu balsámica sombra es como el beso
Del aura vesperal sobre la tierra.
No me dejes partir, viejo algarrobo,
Que ya no se decir: -¡hasta la vuelta!
Hay un río profundo que me llama
Desde el antiguo valle de mi pena.
Que en ti se anuden todos los caminos
Como un brazo tenaz de enredadera
Y no haya más rumor que el de la tarde,
Cuando pasa descalza por la arena.
Publicado “Aires Indios”, Herederos de Atahualpa Yupanqui.