- Por Leonardo Di Carlo
El día viernes tratamos varios temas de la unidad dos haciendo referencia a la Lectura.
Definimos la misma como un proceso cognitivo y comunicativo. Cuando leemos ponemos en juego actividades mentales para lograr como resultado la comprensión.
Según Kleiman, para llegar a este objetivo deseado se necesita:
a) Un conocimiento general del mundo y de las acciones humanas.
b) Un conjunto de procesos perceptivos y cognitivos entre los que se incluyen la intervención de la memoria a corto plazo (MCP), una codificación en orden serial, la localización y dirección de la atención, y un procesamiento inferencial.
c) Procesos de comprensión del lenguaje entre los que se incluyen la recuperación e integración del significado de la palabra, el análisis sintáctico de frases, la determinación de referencias y diversos análisis del discurso.
Al mismo tiempo, al momento de leer vemos diferentes casos:
*Lectura progresiva (lectura rápida): Se da cuando no hay mucho tiempo para detenerse. Sería un paneo general de los contenidos.
*Lectura interpretativa (no dejo pasar ningún detalle): Nos detenemos en cada párrafo extrayendo lo más importante de él.
Además, la estructura de los textos es otra herramienta para poder comprender.
Podemos leer por placer, para estar informados o para aprender. Las motivaciones y expectativas que tengamos, así como nuestros propósitos, intereses y la atención, juegan un rol importante en el proceso de interpretación y, de alguna manera, restringen o amplían nuestras estrategias de comprensión.
Con estas actitudes emocionales y del pensamiento, que todo lector dispone al iniciar y desarrollar el proceso de lectura, se relacionan los conceptos de estados afectivos, cognitivos y metacognitivos.
Estados afectivos
Los estados afectivos incluyen intereses, actitudes y valores del lector, los que a su vez determinan las metas de la lectura (leer por placer, leer para aprender, leer para estar informado). El estudio de Mathewson (1976) sobre la incidencia de los estados afectivos mostró que las motivaciones y actitudes influyen en la atención de los lectores y su comprensión y aceptación de los contenidos de un texto. Señaló, además, que muchas variables textuales, como el contenido, la forma y el formato, pueden determinar cambios en los estados afectivos del lector.
El formato físico, la existencia de gráficos e ilustraciones, tipo y tamaño de las letras impresas, así como rasgos de la tapa de los libros, revistas y otros materiales, influye en la decisión de seguir leyendo y esforzarse por comprender o abandonar la lectura.
Las formas como el dialecto o la sintaxis de un texto también parecen afectar el interés de los lectores, así como su aceptación del texto.
Los estados afectivos también determinan las diferentes expectativas del lector sobre los contenidos del texto y la evaluación del tiempo que invertirá en la lectura.
Estos datos indican, a su vez, que los editores y escritores hallan a través de estos conocimientos maneras eficaces de promover el interés de sus públicos.
Estados cognitivos
Los estados cognitivos son los planes que el lector realiza para obtener una representación textual. El término cognitivo alude al funcionamiento intelectual de la mente humana. Las posibilidades de las personas para recordar, comprender, focalizar en algo, atender y procesar información, los constituyen.
A través de esos procesos el lector realiza, por ejemplo, planes que le facilitan o dificultan la construcción de una representación del significado de un texto.
Los estados cognitivos interactúan con los afectivos y están influidos por las metas y expectativas del lector.
Así, algunos lectores inexpertos y algunos niños pequeños suelen utilizar planes que sólo les permiten decodificar un texto. Es decir, quedarse en el reconocimiento de palabras o hacer una lectura mínimamente comprensiva. En cambio, cuando se intenta realizar una lectura para obtener significados, los lectores emprenden otro tipo de planes más complejos.
El lector puede desarrollar un sistema de procesamiento simbólico que proveerá planes eficientes para la conceptualización de la experiencia (Bruner,1956). Si los planes del lector incluyen conocimientos acerca de las estructuras textuales, el lector podrá almacenar la información en una representación textual similar o paralela a la ofrecida por el autor. Un plan de este tipo es eficaz, porque ofrece una representación del texto que podrá ser utilizada posteriormente en otras tareas.
La habilidad para realizar inferencias sobre la información implícita de un texto está relacionada también con la calidad de los planes cognitivos.
La experiencia con distintos tipos de textos y el tiempo dedicado a la lectura de diferentes materiales permiten a escritores y lectores armar planes cognitivos cada vez más eficientes.
Estados metacognitivos
Comprenden las estrategias de autocorrección y autocontrol que el lector utiliza durante el procesamiento de la información. Incluyen la lectura crítica y evaluativa sobre el propio proceso y sobre la relación entre las metas iniciales y el significado alcanzado.
El término metacognición se refiere, entonces, a la habilidad que tienen las personas para controlar y manejar sus mecanismos de cognición (Brown y Smiley, 1978; Brown, 1980).
Los buenos lectores, por ejemplo, usan casi automáticamente las estrategias metacognitivas de releer cuando el significado no está claro para ellos; de hacerse preguntas sobre el tema del texto; de ser flexibles al usar distintos procedimientos para diferentes propósitos, por ejemplo, cuando leen para aprender, o cuando leen por placer o entretenimiento.
Brown (1982) señala que los lectores eficientes tienen un sistema bastante automático de monitoreo de la comprensión, mientras que los lectores poco hábiles no llevan adelante acciones correctivas cuando encuentran problemas de decodificación o de comprensión. En consecuencia, sus decisiones metacognitivas no resultan apropiadas.
Muchos estudios indicaron que los niños pequeños suelen no utilizar algunos rasgos del texto, como la organización de los párrafos o las estructuras del texto expositivo o de texto narrativo (Myers y Paris, 1978; Meyer, 1980; McGee, 1982; entre otros autores).
Goetz y colaboradores (1983) demostraron que los lectores no hábiles o jóvenes usan en algunos casos las mismas estrategias que los lectores hábiles, pero las utilizan con mucha menor frecuencia. Asimismo, son menos capaces para identificar fuentes de dificultades en la lectura dentro de un texto difícil.
Tareas del lector
*Asociar
*Reconocer secuencias
*Parafrasear
*Reconocer lenguaje figurativo y literal
*Distinguir entre ideas principales y de menor importancia
*Comparar ideas
*Relaciones anafóricas
*Inferir
Tarea 1: Parafrasear
El lector debe poder reconocer los significados equivalentes en dos o más oraciones. Es decir, reconocer que las mismas cuestiones pueden ser formuladas de diferentes modos en diferentes lugares del texto y encontrar esas similitudes. Por ejemplo: reconocer la identidad entre “El presidente viajará al exterior mañana” y “El primer mandatario dejará el país en las próximas horas de la madrugada”.
Tarea 2: Asociar
El lector debe poder reconocer cuándo algo está fuera de lugar en un texto o se aleja del tema tratado. Si una oración no es apropiada al tema de un párrafo, el lector debe poder distinguir la ausencia de conexiones temáticas con el resto del discurso.
Tarea 3: Ideas principales y detalles
El lector debe tener la posibilidad de seleccionar qué es lo más importante en un texto y también cuáles son los detalles que llevan a la formación de una idea principal y cuáles no.
Tarea 4: Comparación
El lector debe poder cotejar o examinar la relación entre ideas contenidas en distintos párrafos.
Tarea 5: Lenguaje figurativo y literal
El lector debe poder reconocer diferencias entre el uso de figuras retóricas (“La tenista es una verdadera gacela”) frente a emisiones más referenciales o literales (“La tenista es veloz”). Incluye también el reconocimiento de equivalencias y diferencias de tono y perspectiva comunicativa del autor al seleccionar una u otra forma de lenguaje.
Tarea 6: Ambigüedad
El lector debe poder reconocer que una misma oración puede contener más de un significado y luego interpretarla adecuadamente en el contexto de la lectura. Por ejemplo, frente a una emisión como “Los aviones pueden ser peligrosos” el lector debe poder analizar si “es peligroso para quien lo maneja”, “para quienes están en tierra” o “para todos”; y decidir cuál es la opción más apropiada para este texto, o la más próxima a la intención del autor en ese contexto comunicativo.
Tarea 7: Relaciones causales
El lector debe poder buscar las cadenas de causas y consecuencias entre los hechos presentados en un texto, qué los produjo y qué consecuencias tienen.
Tarea 8: Secuencias
El lector debe poder organizar lo que sucedió primero y lo que sucedió después en una historia, aunque en el texto la información se presente reordenada. Incluye también la respuesta a preguntas sobre cómo, cuándo y qué pasó.
Tarea 9: Relaciones anafóricas
El lector debe poder reconocer que existen en un texto equivalencias entre un término presentado primero en un discurso (antecedente) y sustitutos del mismo presentado más adelante. Por ejemplo: “La guerra dejó más de 70.000 muertos en el país. Las consecuencias del conflicto armado serán debatidas en la ONU”.
Una relación anafórica es una de las relaciones de cohesión, que permite -por ejemplo- que un pronombre pueda ser interpretado como ligado a uno anterior (Los delincuentes fueron detenidos. Ellos habían colaborado con…).