La escritura según dos escritores

Como ejemplos, y porque me parece que están muy bien resueltos, decidí publicar estos trabajos de Juan Carlos Verona* y Alfonsina Fantín*. Sería bueno que quienes deben rehacerlo los usen como modelos (no es para copiarlos, sino, para guiarse) y aquellos que ya lo tienen aprobado los lean. Pasen, vean y disfruten.


Trabajo de Juan Carlos
Luego de leer ambos textos puedo decir que encontré, junto al placer de disfrutar de ambos escritores, varias similitudes y algunas diferencias.
Como primera conclusión Capote expone un texto muy analítico y descriptivo de su obra en general y del descubrimiento de su estilo a través del tiempo en particular, algo que lo desvela, valiéndose de una disección casi científica que hace de su trabajo.
Artl en cambio recarga las tintas en la pulsión que siente por producir en cualquier condición, desdeñando el resultado que su obra tenga en la crítica y obviando la validez técnica de la misma y la búsqueda de un estilo, ante lo que privilegia el “tener algo que decir”.
Pese a las diferencias entre ambos aparecen paralelos entre las dos visiones que se notan en la dedicación y el compromiso absolutos de Capote y Artl para con su producción. Ambos resaltan esto en sus textos, Artl se declara “propietario del futuro, por prepotencia de trabajo” y Capote ejemplifica en varias partes de su texto que nunca cesó de producir como cuando se ríe de las opiniones sobre sus primeros éxitos, “¡Sólo hacía catorce años que escribía, día tras día!”.
Teniendo en cuenta los contenidos estudiados en el taller, ambos textos se relacionan con el concepto de que la escritura es un proceso complejo porque se ponen en juego diversas actividades mentales que permiten reconocer las reglas de ortografía, las de puntuación, las sintácticas, la estructura del texto, el registro del lenguaje, es decir, dominar el código, lo que Capote hace explícito y Artl lo implicita en su prepotencia del trabajo.
Además ambos para alcanzar ese estadio, coinciden en que sólo hace falta trabajar y voltean uno de los grandes mitos de la escritura, el de la inspiración, las musas que inspiran a escritores. Hoy sabemos que no hay secreto ni magia en la actividad de escribir que sólo se trata de trabajo, de ejercicio constante y periódico, sin creer en el momento de inspiración; sino en el dominio de la palabra escrita adquirido desde una decisión personal y social y dominado a partir de una ejercitación continuada.
La escritura es, pues, una actividad compleja y lenta que lleva tiempo, dedicación y paciencia mediante una ejercitación que se desarrolla de forma recursiva al rehacer una y otra vez los textos, como lo sentencia Capote al releer toda su obra y descubrir lo que quiere cambiar.
Al parecer por los textos que analizamos, Capote reflexiona sobre el hecho de que los escritos de otros son, en realidad, una fuente de conocimientos sobre la escritura, la lectura se hará encaminada a observar el manejo del lenguaje y de las estructuras de esos escritos, por lo que realiza, entonces, un aprendizaje comprometido, comprometido con el texto y con el autor ya que al leer reescribimos el texto.
En cambio por el texto de Artl parece deducirse que realizó un aprendizaje espontáneo al leer los textos de otros pero sin preocuparse por cómo están construidos, aunque esto se contradice con el deseo de “trabajar una novela, que como las de Flaubert, se compusiera de panorámicos lienzos”, lo que denota un análisis más comprometido aunque vuelva una y otra vez sobre la necesidad de escribir, “trabajando hora tras hora, hora tras hora”..
Capote se diferencia de Artl, según los trabajos estudiados en que reflexiona sobre sus propias capacidades lingüísticas y comunicativas, tratando de realizar una mirada reflexiva que le permita mejorar la capacidad de construir significados, como expone a través de todo el análisis de su obra y sus resultados que según dice a veces no fueron los queridos. Esto es muy bueno por cuanto se ponen en evidencia las representaciones mentales de los contenidos y estructuras de los mensajes. A este aspecto se llama cognición y la actividad de reflexionar sobre la cognición se llama metacognición o actividad metacognitiva.
Capote lee como un escritor, se compromete con el texto y, leyéndolo, lo reescribe, en cada paso, en cada nueva frase o en cada párrafo nuevo, anticipando lo que dirá el texto, demostrando que “la máquina de leer es una hipermáquina, una nave espacial, una cápsula de tiempo, un espejo, un Aleph.”, como dice Beatriz Sarlo.
Escribir, al igual que conversar, surge de situaciones prácticas de relación interhumana pero esto no basta; es preciso convertir a la escritura en un proceso de reflexión, lo que hace claramente Capote y Artl también pero desde otra posición a mi entender.
Ambos se sientan a la máquina de escribir con un motivo y una meta, como dice Aebli, inmersos en un hecho de acción o de trabajo, que no está forzosamente orientado por la utilidad, más claramente Artl en este caso.
Ambos escritores evidencian haber llegado al nivel crítico de lectura tras pasar por el “literal”, la lectura más espontánea e inmediata que se pueda hacer. Luego por el “indicial” el de señales, de registros, de observaciones, de reacciones que son como indicios de una organización superior, no formulada cuando se realizan. Y finalmente llegando a la lectura “crítica” sería, esquema culminatorio, que organiza indicios de forma tal que si por un lado se recupera todo lo que la literal ignora y la indicial promete, por el otro es capaz de canalizar de manera orgánica el conocimiento producido en todo el proceso de lectura. Es un objetivo e implica una mayor conciencia de la lectura. Esto es muy tangible en el texto de Capote y más levemente esbozado en el de Artl.

Trabajo de Alfonsina

La sensación que tengo después de haber leído los prólogos es que cada uno realiza una descripción del desarrollo de sus trabajos. Comparándolos, son dos modos opuestos de “pensar” o dos maneras de realizar sus actividades.
Enfocándonos en las discrepancias, la principal es el fin con que cada autor escribe. Como ya hemos leído en innumerables textos, la finalidad o el objetivo que cada escritor persigue debe ser planeado. Mientras que Capote necesita cuatro páginas para describir el “desarrollo” de su actividad, explicando porqué le dedica tantas idas y vueltas a sus trabajos, Arlt aclara: si escuchara los consejos de mis camaradas (…) escribiría un libro cada diez años, y no titubea en decir que mientras termina de escribir una obra ya está pensando en su próxima novela.
Parece serles inevitable no pensar en las críticas. Ambos novelistas nombran (sin mayor simpatía) o reflexionan sobre el papel de éstas en el mundo de la literatura. Intentan destacar el desinterés que tienen para con ellos, sin embargo deberíamos ser muy ingenuos si creyéramos que estas opiniones las pasan de alto. Capote considera sus mayores obras de arte a libros que no tuvieron gran repercusión en el mercado y Arlt afirma que no mandará ninguna obra a la sección de crítica literaria de los periódicos, “molesto” por la incomprensión a “su” realismo.
Ambos escritos hacen referencia en algún momento a su memoria y la utilizan como herramienta de trabajo. También, de maneras más o menos sutiles, emiten su opinión acerca de los lectores.
En fin, Capote dedica ese tiempo que Arlt nombra como necesario para encontrar un estilo. Lo utiliza de una manera casi enfermiza para realizar esas producciones artísticas, en donde intenta combinar todas las formas literarias que conoce . Ese es su objetivo a cumplir, y utiliza el prólogo para relatar de qué manera se produjo esa obra. Arlt, “cuenta” lo difícil que resulta la búsqueda de ese estilo y la simplificación que hace él de esa cuestión.
La impresión que me deja el texto de Capote es que se centra mucho en él mismo, intentando cumplir con sus objetivos un tanto “individuales”, lograr lo que está buscando y no se interesa por el lector. Quizá esta afirmación tiene un gran porcentaje de subjetividad, todos sabemos que éste escritor es dueño de una personalidad muy particular y no puedo dejar de tenerlo en cuenta.
En cuanto a Arlt, quiero destacar esa manera tan “frontal” o “dura” de escribir, en donde se percata un dejo de recelo o reproche a la sociedad. Hay una realidad con la que él parece estar enojado o desconforme, sin embargo muestra una sutil resignación.
Para terminar con la relación entre los textos, si bien hay mucho más por decir, es necesario asentar que ambos escritores, de alguna manera, muestran un enfado con la sociedad en la que se desarrollan. Roberto no se resguarda en criticarla y Capote la nombra con la altanería que lo caracteriza dándole un carácter de inferioridad.
Ambos prefacios están escritos por dos grandes escritores. Todos los conceptos pueden ser relacionados, ya que la mayoría de los textos leídos se refieren a la escritura, la lectura y el aprendizaje de ambas.
El relato de Capote deja bien en claro la complejidad de la escritura, la cantidad de variables y posibilidades que tiene uno a la hora de crear. La necesidad de dominar el pensamiento para su ordenación y encontrar el equilibrio y la armonía fue el punto de partida para este autor. Sin saber qué quería hacer y hasta dónde quería llegar, no hubiese indagado tanto entre sus textos. Éste fue su trabajo de escritura, un complejo trabajo que duró varios años. Varios años de actividad cognitiva. En cuanto a Arlt, como dije anteriormente, hace hincapié sobre lo complicado que resulta la escritura y sobre los innumerables puntos a tener en cuenta, pero se percata que la perfección es inalcanzable y sobre todo lleva tiempo, y como ganarse la vida escribiendo resulta penoso y rudo, decide escribir un libro tras otro.
Y para citar algunos textos, voy a traer a colación a Cassani, quién expone las conclusiones de Linda Flower sobre las categorías de “prosa de escritor” y “prosa de lector”, puedo decir que Capote explora constantemente la prosa de escritor para luego convertirla en prosa de lector. Si bien el autor domina a la perfección el tema del que quiere hablar, no caben dudas que pasó por la etapa del proceso de composición en donde utiliza estrategias para componer el texto y estudió las etapas intermedias del proceso intelectual de composición.
Dentro del texto “El oficio de escribir”, Hans Aebli hace una enumeración de puntos a tener en cuenta a la hora de escribir. Cuando habla de la revisión del texto, es exactamente lo que realiza Capote antes de terminar su libro. Sin embargo, hay una diferencia. Aebli se refiere a la aceptación del público o el impacto que tendrá en él. Esta idea es más apropiada para Roberto Arlt quién “se resigna” a cumplir con su oficio y en cierta forma “necesita” ésta aceptación.
*Juan Carlos y Alfonsina son alumnos de Redacción I