Por Damián D´Innocenzo*
El truco, el juego de naipes que más juegan los argentinos. Con sus idas y vueltas, con sus envidos y trucos y retrucos, con sus anchos y sus cuatros, y como todos los juegos jugados por argentinos, con sus trampas.
Nada de as bajo la manga: yo les voy a contar como se puede ganar al truco haciendo trampas.
El engaño clave es aprovechar las distracciones rivales en el momento en que uno mezcla las cartas. Poner debajo del mazo, un instante antes del corte del contrincante, una carta de alto valor en el juego (ancho de espada, ancho de basto, etc).
Luego del corte, tenemos como resultado en la mesa dos mazos, debajo de uno de ellos se encuentra la carta que queremos tener. En ese momento miramos al rival y le provocamos una distracción, por ejemplo: -¿ves?, te dije que me está entrando humedad (señalando el techo).
Seguros de que la otra persona no nos está observando y en un santiamén, volvemos a colocar y a unir el mazo de forma que quede en el mismo estado anterior al corte. De esta manera el naipe que queremos a nuestro favor volverá a quedar debajo del mazo. Seguimos hablando de, en este caso, la humedad, con el rival y comenzamos a repartir las cartas con mucha soltura, siempre mirando fijo a los ojos de la otra persona buscando en él la misma actitud. Luego, cuando se está por repartir la última carta a uno mismo, toma disimuladamente, pero al mismo tiempo de forma veloz, la carta de abajo, previamente acomodada.
Una de las jugadas tramposas que podemos realizar en este juego de cartas, es el siguiente: cuando nos toca el As de espada o el de basto, jugarla en primera, es decir en la primera ronda, pero con una carta de bajo valor encima de esta, en este caso estaríamos jugando dos cartas juntas. De esta manera, el rival no se daría cuenta de que hemos jugado el ancho de espada o el de basto en primera ronda, por tal motivo él estará confiado que la primera la ha ganado, cuando en realidad no es así. Con esta jugada contamos con una ventaja importantísima para la segunda ronda, ya que el contrincante está convencido que los que tenemos que ganarle segunda ronda somos nosotros cuando en realidad es él el que tiene que hacerlo. Luego, si es que la primera parte sale bien, le cantamos truco. Si todo sale como lo tenemos planeado el opositor nos aceptará el duelo y es allí cuando lo tenemos en la palma de la mano. Después, lo único que debemos hacer es ganar la segunda ronda, que lo podremos hacer cómodamente ya que el rival jugará en segunda una carta de bajo valor porque piensa que tiene a su favor la primera ronda.
Estos son algunas de las trampas y engaños en este juego tan apasionante. Más allá de esto, lo ideal es jugarlo sin trampas, y con más razón si se trata de un grupo de amigos.