MDL: "Mer en el país de las maravillas: libros para imaginar, t.v. para no pensar" por Mariela Mari *

alicia1.jpgmer.jpg


Siempre me caractericé, desde muy chica, por tener una imaginación demasiado amplia acerca de todo lo que leía y escuchaba. Para ser sincera, a lo largo de toda mi vida, no he leído demasiado, es más, creo que debería leer más. Pero recuerdo que en mi casa o en la de mi abuela siempre fueron lugares llenos de libros, cuentos y enciclopedias.
Mis primeros cuentos fueron aquellos infantiles que todos en algún momento los hemos leído o escuchado. Recuerdo haber leído una y otra vez “Alicia en el país de las maravillas”, el cual me hacía imaginar cómo una joven podía ingresar a un mundo desconocido siguiendo simplemente a un conejo blanco.
Durante mis años “no escolares” mi acercamiento con la lectura fue más que nada de oyente. Mi mamá me leía cuentos y mi abuela –tengo recuerdo de las noches que me quedaba a dormir en su casa y le pedía que me contara una y otra vez el cuento de “Los tres chanchitos”, del cual, increíblemente, aún hoy marca una historia importante de mi vida.
Durante la primaria, leí los clásicos cuentos que se encuentran en los libros de “Lengua”, donde me atrapaban más los mitos y las fábulas. Y, recuerdo muy bien un cuento que no sé cómo se llamaba pero que se trataba de una niña que iba al colegio con guardapolvo blanco y una colita en el pelo, muy tirante, que reflejaba mi propia historia, ya que mamá me ataba muy tirante la colita del pelo y me daba dolor de cabeza.
El primer libro que leí por interés propio fue el famoso y conocido “El Principito” de Antoine de Saint-Exupéry, el cual, no entendí, y no decidí re-leerlo, ya que me parecía difícil para mi edad. Luego abandoné el hábito de la lectura, porque me entretenía con cosas más simples como mirar televisión o jugar con amigas. Aunque recuerdo que las noches que iba a dormir de mi prima, junto con mi hermana, y ya no quedaba juego o programa de televisión que nos entretuviera, íbamos hasta la biblioteca de mi tía y leíamos las libros que ella tenía de “Mafalda”, los cuales nos divertían muchísimo.
Aproximadamente a los 15 años, entre los libros de mi mamá, encontré uno que no sé cómo se llamaba, pero era la historia de un empresario de Estados Unidos que tenía un hijo en Europa y se lo ocultaba a su familia. No era un gran libro, ni tampoco con grandes reconocimientos, pero me atrapó tanto que en sólo dos noches terminé de leerlo. Y ese creo que fue mi primer reacercamiento al mundo de la lectura.
Y a partir de ahí, he leído libros como “Harry Potter” (de J. K. Rowling)- una noche en la casa de mi tía- o el “Señor de los Anillos” los tres tomos durante mi viaje en colectivo a San Martín de los Andes.
El colegio, fue sin dudas, el lugar que hizo que lea muchísimos libros. durante mis horas de “Lengua y Literatura”, principalmente. Libros como: “Rosita, la soltera”, “Edipo Rey”, “Antígona”, “El Cid”, “El Conde Lucanor”, “Fuente ovejuna”, “Don Juan”, “El lazarillo de Tormes”, “El Quijote”, “Martín Fierro”, “Cuentos de amor, lucura y muerte”, “Crónica de una muerte anunciada” y, por último, “Todos los fuegos, el fuego” de Julio Cortázar. Aunque al principio los leía por obligación, la mayoría terminaron gustándome.
Gracias al taller de teatro del colegio, me acerqué por interés personal otra vez más a los libros. Recuerdo perfectamente cuando en primer año del polimodal, mi querida profesora de Lengua, Analía, propuso representar “El Principito”. Me ví perdida cuando mis amigas me preguntaron- ¿Leíste El Principito?”. Respondí que sí pero me di cuenta de que lo único que recordaba de ese libro era el dibujo del elefante dentro de la boa. Al llegar del colegio, busqué el libro y esa misma tarde lo leí, lectura que me resultó mucho mas fácil y rápida que aquella primera vez. Y descubrí el verdadero sentido de ese libro infantil.
Otro libro que recuerdo haber leído es “ La Metamorfosis” de Franz Kafka, “El Diario de Ana Frank” y algunos capítulos de un libro que hablaba sobre la historia de “Hitler” (cabe aclarar en este momento, que no lo leí por intereses o “fanatismo” a los nazis, si no porque lo encontré en la casa de una amiga y logro atraparme rápidamente).
Y, como relaté al principio, cada libro que leo, hace que mi imaginación no tenga límites, cosa que la televisión no me deja hacer.
*Mariela Mari es alumna en la carrera de Comunicación Social. El presente texto pertenece al trabajo práctico “Memorias de la lectura” (MDL).