por María Leticia Ditrani*
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Esta historia trascurrió en el año 2074 en la ciudad de Rosario. El era un hombre conocido como el “Viejo Casale”. Pero no, no era aquel Casale que en el año 1971 murió en la cancha, al ver al equipo de sus amores ganar una semifinal. El Casale de ésta historia era el hijo, del hijo, del hijo del hijo de aquel Viejo Casale del siglo XX. Es decir, era el bisnieto del bisnieto, o algo así. En fin, formaba parte del inmenso árbol genealógico de la familia Casale.


Nunca se supo con certeza si la historia de aquel “19 de diciembre de 1971” fue tan sólo un mito futbolero, o realmente sucedió. Lo cierto era que tanto aquel “Viejo Casale” apodado “El Cabezón”, como el de ésta historia, a pesar de vivir en épocas totalmente diferentes, compartieron una misma pasión que se transmitió de una generación a otra: el amor por el Club Atlético Rosario Central.
A pesar de eso, la diferencia era que al “Viejo Casale” que vivió en el año 1971, sus amigos de la hinchada lo llevaron a ver un partido de semifinal, en el que Rosario Central disputaba la obtención del Campeonato. En cambio, a éste Viejo Casale, lo llevaron a ver un partido en el que se definía el ascenso del equipo rosarino a la primera División.
Si, Rosario Central jugaba en la división B del Fútbol Argentino, debido a una crisis institucional y deportiva que atravesó en el año 2007. Fue una de las crisis más importantes que atravesó en la historia, que no solo generó el descenso del equipo, sino también, su permanencia durante 67 años en esa categoría.
Aquel 19 de diciembre, pero del año 2074, el equipo del Viejo Casale se jugaba 67 años de sufrimiento, nada más y nada menos, que frente a su eterno rival: Newells Old Boys, que también había perdido la categoría en el año 2010.
La ciudad de Rosario ya no era la misma sin equipos representativos en Primera División, pero aún así, el clásico seguía viviéndose con la misma intensidad con la que se había vivido cada uno de los clásicos de la historia rosarina. Esta vez, entre ambos equipos, no sólo estaba en juego el amor por la camiseta, sino también el asenso a Primera. Por eso, el “Viejo Casale” no podía faltar en este partido. A pesar de sus problemas del corazón, los hinchas de Central lo llevaron como “cábala”, a presenciar un partido trascendental.
A no ser por el color que le pusieron las hinchadas, la tarde se había tornado muy aburrida. El partido no ofrecía grandes sobresaltos.
Recién en el segundo tiempo, Rosario Central pareció salir con toda la fuerza para llevarse puesto a Newells. A los 25 minutos del complemento, el Estadio estalló de alegría. Gol de Rosario Central.
Parecía que las cosas terminarían tranquilamente 1 a 0 a favor del equipo local, pero el árbitro se encargó de tornar apasionante el final del partido, adicionando 5 minutos al tiempo reglamentario. Fueron los minutos más intensos que el Viejo Casale había vivido. De la forma que sea, había que aguantar esos 5 minutos adicionales para ganar el encuentro.
Faltaba tan sólo un minuto para que el árbitro marcara el final. La pelota ingresó al área de Rosario Central y fue rápidamente despejada en medio de empujones y caídas. ¡Pasó el peligro! pensaron todos. Pero no, el árbitro señaló con su mano el punto del penal. Sí, penal para Newells en el minuto final del partido. La hinchada de Rosario Central se acordó de la madre, de la hermana, de la tía, y de varios parientes del árbitro, pero la decisión ya estaba tomada.
Estaba todo listo para que se ejecute el penal. Al viejo Casale ya no le quedaban uñas que morderse de los nervios que tenía. Era el momento crucial del encuentro, Newells tenía la oportunidad de empatarlo, y ésto, le daba la victoria en el resultado global, y por lo tanto, el ascenso a Primera División.
Era evidente, no era un partido apto para cardíacos, por eso el corazón del Viejo Casale no resistió semejante sufrimiento. Intentaron reanimarlo, pero fue imposible.
Muchos se preguntarán ¿Y cómo terminó el partido? Eso es algo que ni el propio Casale pudo saberlo. Pero ¿Quién sabe? Tal vez en algunos años, el hijo, o el hijo del hijo, o el hijo del hijo del hijo del Viejo Casale, nos cuenten el final de ésta historia.
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El texto responde al trabajo práctico Ficciones históricas.