Por Segarra María de los Ángeles
La clase se dicta en un campo virtual con la conducción de nuestra docente Ana Liberatore. Contamos con un chat, es un plus que tenemos en el aula moderna, donde se alojan las distintas dudas que van surgiendo. Algunos deciden encender sus cámaras y/o micrófonos para que la clase sea más entretenida y dinámica.
Ana toma las consultas, las expone y disuelve las incertidumbres. Por lo general, nos observa para verificar si realmente logramos entender y da lugar a un clima cálido en donde podemos interactuar, reflexionar y ayudar, entre todos, a construir una respuesta válida.
Camilita Correa, como copiloto de la docente, auxilia y logra captar algún cabo suelto que haya quedado pendiente.
Aparece una nueva consigna como trabajo práctico integrador. Nuestra guía, Ana, nos orienta a cada uno de nosotros para poder abordar la consigna con efectividad, como así también, se activa la participación de mis compañeros aportando ideas y, por supuesto, “la copiloto” con sus antenas bien encendidas para contribuir con sus recomendaciones.
Empiezo a notar que a través de los distintos temas elegidos por mis compañeros aparece esa singularidad de la que nuestra conductora nos habló en las primeras clases (nuestra autenticidad encontrada para luego ser trabajada y plasmada en cada redacción que hagamos).
Por último, nuestra docente nos invita a disfrutar de esta maravillosa experiencia, asegurándonos que pasar por esta etapa es un paso más para transitar en el mundo del escritor, nos da muchas herramientas como por ejemplo los apuntes ya asignados que nos sirve para empezar a construir nuestra propia “caja de herramientas” y nos induce a un desafío como principiantes: redactar al estilo de Ana Pomar.
A pesar de que estamos en un contexto de pandemia y limitados a cursar de manera presencial nuestra clase no deja de ser una Comunicación Social.
Segarra María de los Ángeles