La clase del miércoles 12 comenzó con los compañeros comentando los distintos textos que habían leído en la semana y –poco a poco- fuimos encaminándonos hacia los temas que íbamos a trabajar ese día: “Dimensión compleja de la escritura” y “Aprendizaje espontáneo y comprometido”, junto con sus respectivos textos fuentes.
En primera instancia, expresamos que la lectura y escritura son dos procesos complejos que van de la mano; “leyendo como un escritor aprendemos a escribir como un escritor”, expresa Cassany. La escritura es un proceso que requiere conocer las reglas de puntuación, de ortografía, la estructura del texto y, por lo tanto, dominar el código de la mejor manera posible. Debido a esto, esta actividad requiere paciencia, dedicación y tiempo. La lectura, por otro lado, consiste en la construcción del significado del texto que realiza el lector. Esto implica el vínculo entre la información visual que el texto provee y la no visual –experiencias del lector, su contexto socio-cultural, etc.- que el lector provee. “Cada lector habrá comprendido lo que su perspectiva acerca del mundo le permita comprender, cada uno se habrá acercado en la medida de sus posibilidades al mensaje que el autor quiso transmitir”, explica Palacios de Pimentel.
Sugerimos que adopten una postura más comprometida a la hora de leer y que vayan más allá de las líneas superficiales del texto para buscar aquellos recursos que el escritor utilizó. De esta forma, cada uno de nosotros va a poder conformar una pequeña caja de herramientas con todos los instrumentos que pudimos incorporar de cada uno de los escritores que leímos.
En base a lo mencionado anteriormente, Cassany hace una distinción entre la prosa de escritor y la prosa de lector. La primera es aquella que el escritor utiliza para ser leída por él mismo y en la cual emplea términos que sólo él conoce. Al no preocuparse por adaptar su discurso a un otro, el escritor tiene mayor libertad para explayar sus ideas. En muchas ocasiones, se trata sólo de ideas inconexas que el escritor deberá unir coherentemente para que el texto se convierta en una prosa de lector. Por este motivo, la prosa de escritor se asocia con el proceso de producción creativo del escritor que luego buscará convertir en prosa de lector.
La prosa de lector se caracteriza por usarse en los textos destinados a alguien y, por esto, se usan todos los elementos necesarios para alcanzar una comunicación efectiva. Se usa un lenguaje compartido con el lector y se confecciona un texto autónomo por sí mismo ya que no se necesita del contexto para comprenderlo. El momento de la escritura difiere del momento de lectura y, por lo tanto, el texto no los requiere para ser entendido por el lector.
Finalmente, hay que tener presente las diferencias entre la comunicación oral y la escrita. La primera se caracteriza por ser efímera ya que los sonidos desaparecen luego de ser emitidos y la memoria nunca puede recordar la totalidad del enunciado. La comunicación escrita, por otro lado, es duradera ya que el soporte material permite que el texto permanezca en el tiempo. Además, en la comunicación oral existen elementos extraverbales que constituyen el contexto que permite la comprensión del texto. Sin embargo, en la comunicación escrita cada texto es autónomo y no requiere del contexto para ser entendido.
A modo de sugerencia: Releamos los textos para indagar sobre las formas de producción y revisemos nuestros escritos para perfeccionarlos y corregirlos, para aprovechar al máximo nuestras experiencias como escritores en formación. Recuerden navegar por el blog de la cátedra para tener un fácil acceso a la información que trabajaremos en el año. Aquellos que estén buscando lecturas por placer recuerden que hay textos complementarios para cada unidad.
Para la próxima clase: Deben leer el Texto Base 3 y el Texto Base 4, junto con los correspondientes textos fuentes, y entregar el Trabajo Práctico “Musas” por mail a la profesora o la próxima clase en papel.
¡Recuerden leer por placer y nos vemos la próxima clase!