Ramiro Majdalani

En este apartado vamos a presentar un instructivo sobre como jugar al golf. Como poder con un palo de metal, que en una de sus extremidades contiene una cara plana de acero, pegarle a una pelota redonda de un tamaño minúsculo.

Si lo sé, parece prácticamente imposible, pero el golf logra hacerlo posible. Primero en principal, lo que debes saber es que no es solo el palo el que da impulso a la pelota, sino que son tus brazos, tus piernas, tu cadera y tus hombros moviéndose en conjunto para poder alzar aquel palo de metal hasta arriba y bajarlo rápidamente para pegarle a esta minúscula pelota y hacer que avance unos cuantos metros. Así es, hasta aquí seguís pensando que hablo de algo imposible de hacer. Es por esto que se requiere de mucha paciencia para jugarlo.  Más de una vez vas a querer revolear el palo o golpearlo bien fuerte contra el pasto ante la imposibilidad de querer pegarle a la pelotita. Es que el golf es el camino hacia la perfección misma, todo tiene que darse perfectamente bien, solo para hacer viajar la pelota y meterla adentro de un hoyo. Y yo, les voy a enseñar como alcanzar ese camino hacia la perfección.

Primero, agarramos la pelota, la apoyamos en el pasto (tratando de que quede en una zona óptima, no en un pozito ni en un lugar con tierra porque va a dificultar la acción de pegarle). Luego, tomamos el palo de golf, les recomiendo agarrar el número 9, porque mientas más bajo el número del palo, más cerrada es la cara y más difícil es levantar la pelota cuando se la impacta.

Al palo se lo agarra en la parte del “grip” que es una goma negra que permite que no se te deslice de las manos. Se pone primero la mano izquierda, cerrando el puño apoyando el palo en la mitad de los dedos y el dedo gordo apoyándose rectamente sobre el palo. Después ponemos la mano derecha encima del dedo gordo de la izquierda, y el dedo chiquito de la mano derecha lo cruzamos con el índice de la izquierda, para aferrar bien el palo. Una vez que agarramos el palo de esta forma tan incómoda, lo apoyamos en el piso. Flexionamos un poco las rodillas y levantamos el palo hacia atrás hasta la altura de los hombros, mientras a la vez de que hacemos esos movimientos con los brazos, giramos la cadera hacia el lado que va el palo y flexionamos los codos, dejando nuestras manos a la altura de los hombros. Recuerda que durante este movimiento debes dejar la cabeza quieta, mirando la pelota. Y si se puede, con una mirada de deseo, del deseo por querer impactarla con el palo. Porque créanme que desearlo ayuda, porque este es un deporte tanto mental como físico.

Rápidamente tenemos que volver hacia el otro extremo de nuestro cuerpo, intentando obviamente, pegarle a la pelota, rozando un poco la superficie verde. Pero cuando impactamos la pelota seguimos girando nuestros brazos y la cadera hacia el otro extremo del cuerpo, acompañando ese movimiento lentamente con la cabeza, para poder visualizar hacia donde salió la bocha.

Si la pelota salió elevada y recta, sonreirás satisfactoriamente. Pero si no ha salido como has querido, te agarra una sensación de furia y volverás a intentar miles de veces más pegarle a la pelota. Y cuando logras el golpe que deseabas, ahí te enamoraras de este hermoso deporte.