Por Pamela Maraschi
Los miércoles sin Redacción, no fueron muy diferentes a los lunes sin Lenguajes o a los martes sin Pensamiento. Así es, en vacaciones los días resultan muy similares entre sí, con la principal característica de dejar de lado ciertas obligaciones. Por lo que uno dedica ese período a hacer cosas que siempre posterga por falta de tiempo. Yo, las llamaría “actividades de las vacaciones”.
Ojo, cada persona elige las suyas. Algunas pasan más tiempo con su familia, otras, se conectan con la naturaleza y emprenden viajes diarios al río con el infaltable bolso del mate, otros sólo disfrutan del tiempo libre y dejan que el día los sorprenda, algunos visitan viejos amigos. En fin, la idea es justamente aprovechar y disfrutar. Lo único que es una realidad común a todas las personas, es que siempre se planea hacer más de lo que finalmente se hace.
Por lo tanto este año, mi plan fue descansar y dejar que las cosas vayan sucediendo.
De este modo me encontré con días aburridos, otros tranquilos, otros a pura actividad. Algunos en soledad y otros en compañía. Algunos con familiares y amigos, otros con personas totalmente desconocidas.
Sin embargo, tanta libertad tuvo un límite. Avanzadas las vacaciones, en el lugar donde actualmente trabajo, comenzaron a hacer seminarios de capacitación para los empleados. Así que pase largas horas “extras” al trabajo, dedicándome a esa actividad. Que paradójicamente, se dictó los miércoles desde las 16:00hs.
Es de esta manera, que de a poco fui regresando a la rutina, a las tardes ocupadas, a postergar cosas por falta de tiempo…