Redacción 1
María Belén Álvarez
01-06-2005
Taller de lectura Nº 4
1) Identificar el texto elegido, de acuerdo a la propuesta del grupo de Redacción 1
El texto que elegí es “Crónicas de una muerte anunciada” de Gabriel García Márquez, recomendado por Laura Usman.
2) ¿Por qué elegiste esta sugerencia?
Elegí esta sugerencia porque tenía el libro en mi casa. Inicialmente había optado por “Sobre Héroes y Tumbas” de Ernesto Sábato, que también se encontraba en mi hogar pero luego desistí por el volumen que presentaba el libro y porque algunos compañeros me advirtieron que su lectura requería especial atención. Dadas las circunstancias elegí el libro de García Márquez aunque había leído un libro de cuentos de él y no me había gustado para nada la temática que abordaba ni la forma en que desarrollaba imágenes de una crudeza perturbadora.
Debido a que todas las referencias que tenía sobre el autor eran elogiosas y admiradoras pensé que tenía que darme una segunda oportunidad para comprender el porqué de semejante fama.
Belén: está muy buen tu elección, pero cuando puedas date la oportunidad de leer “Sobre héroes y tumbas”, no te vas a arrepentir.
3) Elaborar un comentario, no menor a 10 líneas, que responda al comentario original (compañero) del texto. Acuerdos, desacuerdos, expectativas cumplidas, etc.
Al igual que mi compañera opino que el libro es atrapante, que la manera de redactarlo produce una especie de adicción a la lectura y que aunque el lector ya conoce el final se sumerge en ese mundo que García Márquez crea con su narración.
También opino que Crónicas… es fácil de leer debido a su redacción y que además es un ejemplo de que un libro puede ser muy sencillo pero muy interesante al mismo tiempo.
Aunque opino que la obra da cuenta de la tan mentada genialidad de García Márquez no sería un libro que recomiende a nadie a menos que la persona esté interesada en aprender a escribir profesionalmente. No me parece que sea un libro que pueda servir para recrearse o para distenderse, sino sólo para apreciar una técnica. Durante la lectura por momentos experimenté una sensación que podría definir entre asco y rechazo, no pude comprender la intención de la extremada morbosidad de algunas de las situaciones planteadas. En ocasiones rechacé por completo el libro pero después de unos días de haber terminado de leerlo comprendí rasgos en él que lo hacían bello a pesar de algunas imágenes terribles e insensibles que imprime en quien lo lee. Supongo que encierra una metáfora en cuanto a la sociedad, que no llego a abarcar del todo pero que en mi opinión se acerca a la indiferencia y el conformismo de la sociedad actual con respecto al sufrimiento o la suerte ajena.
De todos modos sostengo que es un buen libro y valoro la experiencia aunque siga sin gustarme el estilo de García Márquez.
4)
Tema: La muerte inesperada de una joven.
Audiencia: Padres que perdieron hijos jóvenes.
Título: Sin título.
Medio en que sería publicado: un libro de autoayuda o una revista religiosa o metafísica.
El día que Angélica se fue toda la casa se perfumó de aroma a rosas.
Nadie pensó que nos dejaría tan pronto. Su madre al recibir la noticia rió durante unos segundos hasta comprobar por un gesto de Dalmiro la verdad que no cabía en la lógica de su mente ni de su corazón.
Lo cierto es que nadie supo en qué momento decidió irse; nadie entendió por qué abandonaba una vida que, para nosotros parecía casi perfecta.
Angélica siempre fue una chica sonriente. Su padre afirmaba que su risa inundaba de flores los sitios por donde paseaba. Los niños solían confundirla con un ángel y por momentos se mostraba tan etérea que muchos adultos llegaban a dudarlo, además su alegría era contagiosa y estando cerca de ella podía sentirse cosquillas.
La noche anterior a su partida el calor fue seco, los grillos interpretaban una melodía tranquila, la luna estaba en cuarto creciente y las estrellas fulguraban de esplendor; no había ni un movimiento en el aire pero los llamadores no detuvieron su repiqueteo ni por un instante.
La casa estaba plagada de ellos, así era como ella con un simple ademán llamaba a sus amigos de lo celeste. Su madre nunca creyó en esas cosas pero de vez en cuando la observaba en ese estado de trance en que Angélica parecía suspenderse y si fijaba la atención en la calma de su sonrisa, sentía una paz que la invitaba a flotar con ella.
Pasado un tiempo se preguntó en varias ocasiones si, en realidad, su hija había escondido las alas desde siempre y si, al sentirse segura, desplegó sus alas y voló con los suyos otras vez. Su padre, en cambio, estaba seguro de eso; él no sintió tristeza porque siempre supo que su hija no le pertenecía y que, de un momento a otro, ya no podría retenerla más. Cuando supo lo que había sucedido cerró sus ojos y se despidió bendiciéndola con amor. No así su madre, quien nunca terminó de aceptar que ella se había ido primero. Siempre creyó que sería al revés.
Su hermano Dalmiro no pensó nada, ni se sintió triste, ni sintió nostalgia porque comprendió sabiamente la elección de su hermana. Sólo que a veces extrañaba el sonido de su risa y las flores de la brisa que dejaba a su paso, pero sabía que si se concentraba un poco podía olerla y escucharla. Él nunca se lo dijo a nadie más que a mí pero ya estaba preparado, porque en los momentos en que reían sin cesar Angélica y Dalmiro, él casi la perdía de vista porque ella se hacía nada, y se volvía partículas de polvo de hadas y era tan fina, casi transparente, que a veces sentía vértigo de verla desvanecerse. Y muchas veces casi desaparecían juntos pero la carcajada terminaba y estaban otra vez en casa con mamá y papá.
En verdad no le dijo a nadie que iba a dejarnos pero pienso que tal vez ni ella lo supo o no quiso decirnos para que no la retuviéramos con nuestra bola de miedos.
Al verla tendida en su cama muchos pensaron que estaba dormida porque la expresión en su rostro era como la de una persona que sueña con caricias, perfumes y melodías celestiales, pero cuando la madre, el padre y Dalmiro comprendieron no se animaron a tocarla. A la madre nunca le gustaron los velorios así que todo el que quiso despedirse la fue a ver a la que era su habitación.
A veces me pregunto si el tiempo que le dimos no fue insuficiente y si de haber esperado algunos días habría vuelto. Ahora que soy yo quien se está yendo entiendo por qué Angélica no se llevó su cuerpo: porque a donde vamos las cosas no tienen peso, ni tiempo y es como un abrazo de amor constante con uno mismo y con todos a la vez; y estamos todos en todos lados en el mismo momento. Y sé también que ese estallido de carcajada se vuelve eterno.
Muy buena elaboración y adaptación
Nota: 8 (ocho)