Autora: Julia Comba
- Título: La crónica, una forma de comprender el Mundo
- Objetivos generales:
- Brindar herramientas para el reconocimiento de las características propias de la crónica como tipo particular de texto narrativo
- Aportar recursos para estimular la construcción de este tipo de texto y vincularla al desarrollo del trabajo final de la cátedra.
Objetivos específicos:
- Proponer actividades ligadas a la crónica en las que puedan reconocerse los diferentes conceptos y categorías de las unidades del programa.
- Desarrollar un cuaderno teórico/práctico sobre este tipo de texto que aporte bibliografía, propuestas de ejercicios y una posible estructura de clase para docentes y alumnos que deseen ampliar en la temática.
- Fundamentación
La crónica es un género tan antiguo como la voluntad de relatar acontecimientos y de comprender el mundo. En su derrotero histórico, este género se ha ido transformando, incorporando y resignificando elementos provenientes de otros géneros y al mismo tiempo, le ha aportado a éstos sus propias particularidades. Aquellos relatos pormenorizados y temporalmente secuenciales de los hechos de interés colectivo, a los que el cronista sumaba sus comentarios y puntos de vista, distan mucho de lo que hoy se define como crónica. Sin embargo, podría decirse que la voluntad por conocer y comprender el mundo circundante continúa vigente desde sus inicios hasta hoy.
A modo de ejemplo, podemos decir que la época en que escribieron José Martí, Rubén Darío y Manuel Gutiérrez Nájera (escritores modernistas que dieron rienda suelta al periodismo literario) estuvo marcada por grandes convulsiones y transformaciones producto de la incorporación de América latina al sistema económico internacional. Esto produjo, a la par del entusiasmo y la fe en el progreso y la ciencia, una gran incertidumbre y cierto malestar frente a unos horizontes conocidos que se desvanecían. Según Susana Rotker (2005), en ese clima de época, el yo apareció como el único modo de alcanzar la autenticidad y como elemento ordenador. El arte y el lenguaje comenzaron a comprenderse como recreadores de la vida en un orden nuevo y propio, pero no por ello menos auténtico, el autor dejó de ser un reproductor para pasar a ser un creador y el subjetivismo irrumpió como recurso de autenticidad.
A modo de hipótesis apresurada, se podría pensar en cierta similitud entre aquel contexto y nuestro presente: un panorama caracterizado por el desconcierto, la vertiginosidad de los cambios y el quiebre de los grandes relatos.
En este contexto, y con la revolución que ha producido Internet a nuestra sociedad y a nuestros modos de ser en el mundo, el periodismo atraviesa una crisis que, sin dudas, acabará por transformarlo.
Muchas de las respuestas que han dado los medios de comunicación gráficos a este escenario consisten en parecerse cada vez más a los medios con quienes disputa el interés del público, en lugar de explotar lo propio: limitar el texto, explotar las imágenes y diseñar artículos para un supuesto lector “que no lee”. En relación a esto, se pregunta Tomás Eloy Martínez: “¿Cómo seducir, usando un arma tan insuficiente como el lenguaje, a personas que han experimentado con la vista y con el oído todas las complejidades de un hecho real?” (MARTÍNEZ, 2001). Luego, añade: “La gente ya no compra diarios para informarse. Los compra para entender, para confrontar, para analizar, para revisar el revés y el derecho de la realidad”.
La llamada “objetividad periodística” también está siendo cuestionada por los públicos masivos que descreen de ella. Es posible que la crónica, al ser una escritura que propone un lugar de enunciación diferentes –no se presenta como “la verdad”, ni como un relato impoluto de un ser externo a la realidad– y al permitirse abordar las situaciones con la complejidad que merecen, sea hoy uno de los géneros más aceptados para interpretar situaciones complejas.
En los últimos diez años, la crónica pareciera estar atravesando uno de sus picos de mayor popularidad: proliferan los seminarios y talleres sobre el género, se amplían los concursos, premios y reconocimientos a cronistas y a sus textos a la par que nacen algunas pocas publicaciones –digitales o impresas- que se abocan especialmente a la crónica. En este sentido, cabe destacar las experiencias de Revista Anfibia, una publicación que mixtura periodismo y academia en el marco de la Universidad Nacional de San Martín, y de Orsai, una revista producida en Barcelona por el periodista argentino Hernán Casciari que logró consolidar una comunidad de lectores fidelizados a lo largo del mundo hispanohablante.
Por su tradición y por su actualidad, parece pertinente hacer una primera aproximación al estudio de este género en la cátedra de Redacción 1, eje que seguramente, se ampliará en Redacción 2.
- Antecedentes
El proyecto actual está en íntima vinculación con mi Tesina de Grado “Crónicas latinoamericanas. Las herramientas discursivas que utilizan los cronistas para construir su lugar en las crónicas finalistas y ganadoras del Premio Nuevo Periodismo CEMEX+FNPI”, presentada en agosto de 2012.
Dentro de las actividades y trabajos prácticos realizados y publicados en el blog de la Cátedra, se puedan reconocer a muchos de ellos como antecedentes de este proyecto. Es necesario aclarar que no todos se abocan al género crónica, sino que abordan diferentes aspectos del periodismo literario en sentido amplio:
Actividades
Literatura y periodismo, por Mauricio Mayol
Relatos grupales, por Juan Ignacio DEllepiane y Fabiana Blanco
Narraciones breves y extraordinarias, por Laura Oriato
Crónicas con mariposas en la panza, por Ivana Romero
Trabajos Prácticos
Relatos de una ciudad, por Ana Liberatore
Sobre periodismo y ficción, por Mauricio Mayol
Mundo mágico, por Mauricio Mayol
Crónica de un hecho real, por Mauricio Mayol
Hiperventanas modernas, por Ana María Margarit
Lo cotidiano se vuelve mágico, por Anahí Lovato
Dos crónicas de autor y algunas preguntas, por Ivana Romero
Un cuento de verdad, por Franco Motta
Movimiento, por María Elena Sánchez
Cinco sentidos del periodista, por Marcela Rosales
Al mismo tiempo, en la unidad n°6 (dedicada a abordar la narración como una de las dos tendencias para estructurar discursos y formas de pensamiento), preexiste numerosa bibliografía sobre periodismo literario, Nuevo Periodismo y crónica, muchas veces en forma de textos complementarios o fuentes, pero sin vinculación con los textos bases que componen la unidad. Mucha de esta bibliografía se reconoce como antecedente y algunas se retomarán en la confección del cuaderno:
Crónica: otro modo de dialogar con la información, de Ivana Romero
Roberto Arlt, un cronista infatigable de la ciudad, por Roberto Retamoso
Clasificación de Narrativas Facticias, de Albert Chillón
Literatura y periodismo, una tradición de relaciones promiscuas, adaptación de la cátedra de Albert Chillón
De toda dicción considerada como ficción, adaptación de Juan Ignacio Dellepiane del texto de Albert Chillón
Las escrituras facticias y su influjo en el periodismo moderno, por Albert Chillón
Ficciones verdaderas (prólogo), de Tomás Eloy Martínez
El periodismo vuelve a contar historias, de Tomás Eloy Martínez
- Marco teórico
Periodismo, literatura y géneros discursivos
Siguiendo al profesor español Albert Chillón, entendemos la literatura como un modo de conocimiento de naturaleza estética que busca aprehender y expresar lingüísticamente la calidad de la experiencia (CHILLÓN, 1999: 70).
Esta concepción permite superar viejos antagonismos impuestos por los paradigmas dominantes en los estudios literarios. En primer lugar, le atribuye un estatuto gnoseólogico –y no epistemológico– que la ubica a la par de otros modos cognoscitivos como la ciencia, la religión, la filosofía, el arte. Este tipo de conocimiento no está basado en la argumentación conceptual, como la filosofía, ni en la contraposición de hipótesis y demostración experimental, como en la ciencia sino que es de naturaleza estética: aprehende y expresa el mundo, como toda forma de arte, mediante facultades sensibles y configuraciones de la imaginación simbólica.
Esta aprehensión y expresión se realizan particularmente a través de enunciados lingüísticos: “transubstancia el mundo con y en el lenguaje verbal, que es al mismo tiempo su materia prima, su vehículo expresivo y su objeto de atención principal” (CHILLÓN, 1999: 71).
La definición de Chillón ubica a la literatura en una tensión permanente entre dos polos: la representación (mímesis) y la creación (poiesis). Esa tirantez, dice, es inherente al hecho literario. Un escritor parte de su experiencia de la realidad y, al aprehenderla, la recrea, la expresa, la reconfigura.
La diferenciación entre periodismo y literatura no puede radicar en la asimilación del primero a una lengua estándar –monosémica, referencial, grado cero denotativo– y de la segunda a una lengua literaria –polisémica, diversidad semántica, reducto de la connotación–, así como tampoco puede basarse en la caracterización de la literatura como ficción y del periodismo como no-ficción ya que, desde esta perspectiva, toda dicción es una ficción.
Lo intrínseco del periodismo es su apego a la narración de acciones ocurridas en contextos de interacción oral, las cuales son presentadas como hechos verdaderos. Al mismo tiempo, las temáticas que aborda tienen que ver con el interés público. Si bien la literatura puede tener un alto grado de referencialidad –lo que no merma su valor estético– y tener como ejes problemáticas de interés común, estas no son condiciones sine qua non para su desarrollo como lo son en el periodismo.
Ambos implican diferentes pactos de lectura: al encontrarse con un texto periodístico, el lector supone que aquello que lee es una interpretación de un hecho ocurrido en un contexto de interacción oral, mientras que al sumergirse en un texto literario está implícito que esos hechos, aunque puedan basarse en la “realidad”[1], no necesariamente ocurrieron en ese contexto.
El pacto de lectura tiene una dimensión social: está en íntima relación con los géneros discursivos, entendidos como “tipos relativamente estables de enunciados” (BAJTÍN, 1998: 248) que se determinan por la especificidad de cada una de las esferas de la actividad humana. Los enunciados reflejan las condiciones específicas de creación y las singularidades de cada esfera a través de su contenido temático, de su estilo verbal y de su composición o estructuración (IBÍDEM).
Al ser históricos y sociales, los géneros surgen, se desarrollan, se transforman o desaparecen. Como explica Bajtín los géneros “son correas de trasmisión entre la historia de la sociedad y la historia de la lengua” (BAJTÍN, 1998: 254).
Ficción y realidad
En El texto histórico como artefacto literario, el historiador Hayden White (1999) define las narraciones históricas como ficciones verbales. El registro histórico es “una noción de los tipos de configuraciones de los hechos que pueden ser reconocidos como relatos por la audiencia para la cual están siendo escritos” (IBÍDEM: 3). Es decir, que los hechos pueden ser encadenados de diferentes maneras para dar interpretaciones diferentes y dotarlos de otro significado en función de la cosmovisión que comparten con su audiencia.
Esto no implica decir que literatura e historia sean la misma cosa ni que las narraciones históricas dejan de ser fuente de conocimiento. La configuración de una situación histórica dada, dice White, depende de relacionar una estructura argumental específica con el conjunto de los hechos históricos que se quieren encauzar hacia un significado particular y ésta “es esencialmente una operación literaria, una operación productora de ficción” (IBÍDEM).
En este sentido, Albert Chillón, sostiene: “No nos es dado hablar de ‘la realidad’ más que a través de sus representaciones y expresiones: la cuestión verdaderamente crucial estriba, más bien, en dilucidar el carácter de las diversas modalidades de representación y expresión, no en contraponerlas abruptamente a una supuesta «realidad» que, de hecho, no podemos conocer más que a través de ellas”(1999:40).
La ficción, entonces, no debe identificarse con la falsedad: está presente en toda dicción humana, porque el lenguaje no es sólo representación (mimesis) sino también creación (poiesis). Chillón propone entonces descartar el término “no-ficción” por ser un imposible y, en cambio, hablar de escritura ficticia y facticia. Estos conceptos permiten diferenciar los grados en que la ficción empapa la dicción.
La ficción es entendida como una modalidad de la dicción que se caracteriza por refigurar “lo real” a “impulsos de una imaginación desembarazada de fines veridicentes —así en las narraciones de tenor realista como en las más abiertamente fantásticas-” (CHILLÓN, 2006:21) mientras que la facción se caracteriza por “refigurar así mismo “lo real” a impulsos de una imaginación disciplinada tanto por la razón como por el compromiso ético de referirlo tal cual es, del modo más fehaciente posible”. El periodismo, en tanto facción con vocación veridicente, está sujeto a referir “hechos”, lo que implica articular pruebas, evidencias, silogismos y conjeturas en una figuración que haga sentido.
Crónica
Entendemos a la crónica como un tipo de texto narrativo en el que se redefinen los géneros literario y periodístico. Durante mucho tiempo, la crónica ha sido un género bajo sospecha: desconfiada por la institución literaria por su cercanía con la referencialidad y por la periodística por su condición subjetiva, no ha sido tomada con seriedad por no ser puramente una cosa u otra.
Siguiendo a Susana Rotker (2005), podemos definir a la crónica como un tipo de texto narrativo que combina un alto grado de referencialidad y actualidad con un valor textual como material literario que las hace sobrevivir una vez que esos hechos narrados perdieron la cercanía.
El historiador Hyden White (1999) sostiene que es mucho más sencillo entender un relato que procede de otra cultura que comprender sus sistemas de pensamiento. Por eso, la crónica también se nutre del discurso de las ciencias sociales en su voluntad por entender: “Hay una arquitectura del discurso comprensivo que rompe la barrera ortopédica de la desimplicación. La crónica es un texto que se implica en lo que narra, en lo que explica” (REGUILLO, 2007: 45).
En síntesis, la crónica implica un pacto donde el lector entiende que lo narrado es una interpretación de hechos ocurridos en contextos de interacción oral, donde se incluyen múltiples puntos de vista –y en mayor o menor medida el del autor- y que la historia que leerá no es objetiva pero sí honesta.
- Planificación de actividades
Primer año
1era Actividad: Dicen que dicen (individual)
La propuesta está pensada para dar apoyo a la Unidad 5, donde se trabaja Enunciados Referidos y conceptos sobre Enunciación. Los objetivos de este práctico serán los siguientes:
- Reconocer cuáles son y cómo funcionan los índices de enunciación.
- Identificar los modos de referir un discurso y las transformaciones que se producen al pasar de un estilo al otro.
- Reflexionar acerca de la importancia de los verbos de atribución y sus implicancias semánticas.
La actividad se realizará a partir de una crónica reflexionando sobre las diferencias que pueden encontrarse entre este tipo de texto y la noticia.
2da Actividad: Una crónica, un cuento que es verdad (grupal)
La propuesta consiste en facilitar a través de una clase teórico/práctica un acercamiento sobre las características que constituyen a la crónica en el marco del dictado de la Unidad 6 sobre narrativa.
Los objetivos serán los siguientes:
- Reconocer conceptos y categorías de la Unidad 6
- Trazar una breve historización sobre el género y acercar autores destacados de cada período
- Identificar las características que hacen a la crónica un género periodístico y literario
- Identificar estrategias, elementos y recursos de estilo que ayuden a la redacción de un tipo de texto periodístico narrativo
Para ello, se trabajará la clase en tres módulos: espacio de lecturas lindas, clase teórica y actividad grupal de reconocimiento en clase.
Segundo año
3era actividad: Presentación textual (grupal)
La actividad está pensada para ser realizada durante la primera clase del año y continuada como tarea en casa. Objetivos:
- Facilitar la presentación de cada alumno ante las docentes y sus compañeros
- Promover la escucha de un “otro” desconocido y la práctica de escritura rápida
- Acercar diferentes textos que funcionen como presentaciones personales para estimular las primeras escrituras en el marco de la cátedra.
Se trabajará con el espacio de lecturas lindas, una actividad en clase y un trabajo práctico para realizar en casa.
4ta actividad: Cuentos colectivos (grupal)
Esta propuesta es una reformulación de la actividad Relatos grupales, diseñada por Juan Ignacio Dellepiane y Fabiana Blanco. La misma se realizará en el marco del dictado de la Unidad 6.
Objetivos:
- Reconocer categorías de las superestructuras narrativas trabajadas en la unidad 6 (las cuales ayudarán a estructurar la crónica en tanto relato)
- Poner en práctica las estrategias de cohesión y coherencia abordadas en la unidad 4.
Se trabajará con una actividad en clase que el grupo deberá concluir en sus casas y publicar en Bligoo.
5ta actividad: Confección del cuaderno.
A modo de aporte a la cátedra, este proyecto de adscripción contempla el desarrollo de un material de consulta sobre crónica destinado a docentes y alumnos. El cuaderno incluirá bibliografía ampliatoria y propuestas de trabajo en la modalidad taller.
Esta iniciativa responde a los dos objetivos centrales de este proyecto, buscando sumar a la Cátedra un compendio organizado de lecturas, análisis y actividades que pueda perdurar más allá de las actividades concretas que se realizarán en el marco de la adscripción.
- Bibliografía
Bajtín, Mijail. (1998) El problema de los géneros discursivos. En Estética de la creación verbal. (pp. 249-293). México: Siglo XXI
Chillón, Albert. (1999). Literatura y periodismo. Una tradición de relaciones promiscuas. España: Universitat Autònoma de Barcelona.
——————– (2006). Las escrituras facticias y su influjo en el periodismo moderno. En Trípodos n° 19, Barcelona.
Martínez, Tomás Eloy. (2001). El periodismo vuelve a contar historias. La Nación, suplemento Cultura, domingo 18 de noviembre de 2001.
Reguillo, Rossana. (2007). Textos fronterizos. La crónica una escritura a la intemperie. En Falbo, Graciela. (ed). Tras las huellas de una escritura en tránsito. La crónica contemporánea en América Latina. (pp 41-50). La Plata: Al Margen
Rotker, Susana. (2005) La invención de la crónica. México: Fondo de Cultura Económica. Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano.
White, Hyden. (1999). El texto histórico como artefacto literario. En Trama N°6, Rosario, Facultad de Humanidades y Artes, UNR.
[1] No se debe olvidar que la “realidad” también está compuesta por acciones, dicciones y ficciones, un conjunto que Chillón llama “tradición”. No hay una realidad sobre la que se montan las representaciones, sino que realidad y lenguaje se construyen mutuamente.