A propósito de los recientes concursos para ayudantes alumnos que realizamos en la cátedra, comparto estas reflexiones acerca de la labor docente que nos permiten repensar y valorizar nuestra función.
La Dra. en Humanidades de la UNR, Liliana Sanjurjo sostuvo que la docencia es una profesión directamente relacionada con la utopía, entendida como la búsqueda de una sociedad mejor.
Durante una entrevista realizada por el programa ABC de Radio Universidad, la especialista en temas educativos dijo que para ser un buen docente “es necesario el gusto por la enseñanza, pero también la paciencia, la esperanza, creer en el otro, en su posibilidad de crecimiento.”
Sanjurjo explicó que el profesor tiene que creer que su trabajo vale para que los alumnos se superen y la sociedad sea mejor y por lo tanto, salirse de los estereotipos tales como: “Uno hace lo que puede”, o “no van a llegar a nada”. Al contrario, “la educación debe estar basada en la esperanza.”
A esta formación actitudinal se suma la preparación teórica pero no sólo sobre su disciplina. La especialista afirmó que si bien es indispensable saber el tema a enseñar, no basta. “El docente debe tener conocimientos del contexto, del medio, de la realidad, de lo político, de psicología, de las nuevas juventudes.” Y agregó: “Su preocupación no sólo debe ser el contenido sino cómo los estudiantes de apropian de ese contenido, qué problemas de comprensión se generan y poder resolverlos”.
La Dra. en Humanidades comentó que los adolescentes valoran al profesor que sabe y que sabe enseñar y también se refieren a lo actitudinal: que cumple con los horarios, que devuelve los trabajos a tiempo, por ejemplo. A este compromiso con el estudiante lo relaciona con la esperanza de que la educación puede contribuir con la sociedad.