Cómo hacer un buen trabajo "Algo de lo que vos sabes hacer"

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Por Sofía Maidana(*)
Mucha gente hace los trabajos de la facultad (o de cualquier otro ámbito) solamente para “zafar”, para “sacárselos de encima” mientras espera que llegue lo más lindo de la carrera, lo más emocionante de la aventura, lo más desafiante del trabajo o lo más hermoso de la vida. Otros, sin embargo, prefieren disfrutar del aquí y ahora y dar todo de sí en cada paso del camino que los lleva hacia su meta. Si vos sos uno de ellos, pero tenés dificultades para crear algo original para el práctico “Algo de lo que vos sabés hacer”, algo que te deje conforme y satisfecho (más allá de la calificación que te pongan después), acá va una pequeña ayudita para llevar al papel lo mejor que se te ocurra y de la mejor manera.


Elementos necesarios
– 1 semana de tiempo (no desesperar ante la cifra, que no es tan grave como parece)
– Birome
– Cuadernito, anotador o cualquier pedazo de papel que pueda ser llevado en el bolsillo
– Perceptividad, prestar atención a lo que ocurre alrededor
– Creatividad
– Mucha paciencia
– Cuaderno o hojas (o la computadora, si se prefiere), para hacer el borrador del trabajo
Proceso
1) Lo primero que tienen que tomar es la semana. Esta cantidad de tiempo no es estricta (se puede negociar dedicarle al trabajo un par de días menos) pero sí es recomendable; ningún buen trabajo se hace de la noche a la mañana, excepto en circunstancias extraordinarias y con una muy buena dosis de talento.
2) A continuación tienen que decidir qué tipo de texto es el que quieren producir. Decir “noticia” o “cuento” no son opciones válidas, porque va en contra de la esencia misma de la consigna: tiene que ser un texto instructivo. Pero a este respecto, creo que se pueden distinguir tres tipologías (invención mía, con las que perfectamente pueden no estar de acuerdo), y es entre ellas que hay que elegir, porque de ello depende el tema que, más adelante, van a escoger para desarrollar:
* Texto instructivo básico: El acento está puesto en las instrucciones mismas. Es el más neutro de todos, ya que busca, ante todo, ser un “manual de instrucciones” para realizar una tarea que requiere, para cierta audiencia, explicaciones claras y precisas. Ejemplos: cómo jugar al pócker, cómo cambiarle un neumático a un auto, cómo construir una casa (creanme, hay gente de nuestra edad que sabe cómo hacerlo y podría enseñarnos). Un buen modelo a seguir es el trabajo publicado por la cátedra “Aprendé a resumir mejor el material de estudio”.
* Texto instructivo de contenido filosófico, moral o ético: No hace falta agregar mucha explicación a este nombre tan descriptivo (confieso que no se me ocurrió ninguno más corto y mejor). Lo principal no son las instrucciones (aunque éstas sean totalmente válidas y precisas) sino la carga sentimental o ideológica que hay en ellas, su intención de transmitir ciertas ideas o valores. Ejemplos: cómo ser feliz, cómo cuidar el medio ambiente, cómo ser un buen hijo, hermano, ciudadano, cristiano, etc., etc., etc. Para guiarse pueden consultar el texto “Receta para un poema”.
* Texto instructivo humorístico: Lo importante no son las instrucciones en si mismas sino la forma en que está redactadas. Pueden ser instrucciones para hacer algo absurdo o estúpido (saltar en un pie tocándose la punta de la nariz), imposible o irreal (sacarle fotos a un tiranosaurius rex) o muy sencillo (encender una lámpara), pero también pueden ser instrucciones necesarias escritas de forma graciosa. Lo principal es atrapar a la audiencia de tal manera que quiera seguir leyendo aunque las explicaciones brindadas les sean totalmente inútiles o superfluas; si se está entreteniendo, incluso que las instrucciones carezcan totalmente de sentido será irrelevante. Para entender mejor lo que estoy diciendo pueden leer el ejemplo “Cómo comportarse correctamente en un velorio”.
3) Una vez elegido el tipo de texto tienen que elegir el tema; aquí radica la mayor dificultad y es lo que necesita más tiempo (lo digo por experiencia), por lo que hay que cuidar mucho de este paso. Por cuestiones de claridad, lo dividido en cuatro sub-pasos:
a) Tomar la birome (del color que prefieran, no hay restricciones) y un cuadernito, anotador o cualquier pedazo de papel en blanco que no sirva (prestar especial atención al calificativo “que no sirva”; el reverso de la factura de la luz sin pagar y a punto de vencer no es una buena opción) y llevarlos con ustedes a donde sea que vayan. Excepto en la ducha (por una cuestión bastante obvia) tienen que acompañarlos las 24 hs. del día: mientras comen, mientras van en colectivo, cuando salen a hacer las compras, en clase (nota aclaratoria: en esa situación particular, ¡no se distraigan haciendo dibujitos! Primero, porque ese papel es para otra cosa, y segundo, porque se supone que cuando uno está en clase, está en clase… ¿o no?), cuando van al baño… La premisa básica es: nunca se sabe cuándo puede aparecer una buena idea; entonces, es mejor estar preparado. Y esto es fundamental porque las buenas ideas no suelen esperar hasta el momento en que uno se digna a dejarlas registradas, y desaparecen casi tan repentinamente como aparecieron.
b) Poner en el encabezado de la página en blanco el tipo de texto instructivo elegido, para no perderlo de vista.
c) Poner a trabajar la creatividad y anotar cada idea que surja (sea brillante o no). Es importante anotar todo, T – O – D – O, sin prejuicios; más adelante será el momento de juzgar las opciones que tienen en sus manos. También es una buena opción anotar al lado de cada posible tema la audiencia a la que podría ir dirigido, lo que al momento de evaluar su lista les permitirá entender por qué anotaron una cosa tan extraña como “Instrucciones para atarse los cordones” si su texto pretende ser del tipo básico (ver paso 2).
“¡Ah! Acá dice Audiencia: niños de preescolar. ¡Eso explica todo!” se podrán decir entonces, y asunto resuelto (si semejante texto llegará efectivamente a una audiencia de ese tipo es otra cuestión, muy discutible por cierto, pero que excede nuestro estudio; lo importante es notar que, aparentemente, el tópico escrito en el anotador se clarifica con la aclaración del potencial público receptor).
Nota: Dije anteriormente que a la ducha no deben llevar el anotador, pero también dije que las ideas son imprevisibles; de aquí se deduce que una buena idea puede aparecer mientras están bañándose plácidamente. Si esto les sucede, la solución para no perderla es escribirla en el vapor de la pared o de la ventana (solución precaria pero válida ante la falta de otro recurso) o empezar a llamar a los gritos a alguien que haya en la casa para que les haga el favor de anotar la idea en un papel y dejarselo en un lugar en el que después puedan encontrarlo. Llamar al perro no sirve porque, aunque probablemente sea el primero en acudir a su llamada, poco podrá hacer por ustedes… Si su familia tarda en aparecer no se preocupen, es normal, pero en el ínterin traten de retener la inspiración tanto tiempo como les sea posible. Una opción es, entre grito y grito, repetir en voz baja la idea que se les ocurrió. Al final, quedaría algo más o menos así:
“¡Mamá!… cómo preparar salsa mexicana… ¡Papá!… cómo preparar salsa mexicana… ¡Alguien!… cómo preparar salsa mexicana…”
Esto puede seguir durante varios minutos pero, repito, no desesperar. Si no hay nadie en la casa, repitan la idea una y otra vez (puede ser cantandola con la melodía de su canción favorita o en forma de rap, para no aburrirse) hasta terminar de bañarse y poder salir y escribirla.
d) En este paso hay que anotar también las ideas que no generen ustedes, sino que “pesquen” en su acontecer diario, y para eso se requiere de la perceptividad, del prestar atención a lo que los rodea. Las ideas pueden llegarles al escuchar una conversación en la calle o en la cola del banco, al ver una publicidad, leyendo el diario o charlando con un amigo, entre muchas otras opciones, y lo importantes es ser conscientes de ellas y escribirlas. Pero ¡ojo!: levantar el tubo del teléfono para escuchar lo que su hermano mayor está hablando con la novia no es un acto legal de “pesca de ideas”, y nadie involucrado en la planificación, redacción ni corrección de este trabajo se hace responsable por las consecuencias que dicho acto pueda acarrear.
4) Después de tantas instrucciones sencillas, viene una más complicada: poner en práctica la paciencia. Si al cabo de un par de días no parece que la idea brillante haya aparecido (y digo “no parece” porque, a lo mejor, figura en su lista pero aún no saben de su genialidad) no hay que desalentarse. Si estuvieron realizando correcta y conscientemente el paso 3, y se tomaron el tiempo indicado en el paso 1, lo más probable es que todavía no sea el momento de preocuparse por la fecha de entrega y que, si ésta ya está encima, puedan tomar alguna idea de la lista y trabajar con ella (en el paso 5 les explicaré cómo hacerlo). Si los nervios o la ansiedad son demasiado grandes pueden encender una vela blanca o amarilla, ir a rezar a la iglesia más cercana (con el anotador y la birome en el bolsillo), salir a dar una vuelta a la manzana (ídem), tirarse en la terraza a observar el cielo (ídem), mirar un rato de televisión (ídem) o dormir la siesta. Fumar o comer en exceso no es una forma recomendable de controlar la ansiedad, ya que son dañinos para la salud.
5) En este punto pueden encontrarse en dos situaciones diferentes: o apareció la idea del millón, o es el día anterior a la entrega, tienen el anotador lleno de posibles temas y aún no saben qué hacer. Si su situación (afortunadamente) es la primera, pasen al paso 6 directamente. Sino, sigan leyendo esto.
Llegaron al punto en el que tienen que empezar a producir el texto, pero ¿qué tema elegir? Mi propuesta es que se tiren en su cama (o en una silla, si el riesgo de quedarse dormidos es demasiado alto) y evalúen cada una de las opciones disponibles. Tachen enseguida las tres o cuatro sobre las que no saben absolutamente nada o que, por cuestión de afinidad, no van con ustedes. Después tómense un tiempo para pensar cuidadosamente en lo que podrían escribir acerca de cada uno de los tópicos que les quedaron. Quizás les sirva pensar (o anotar) un esbozo de los posibles pasos, las ideas generales o los subtítulos organizadores; sea como sea, apliquen algún método (aunque, en su desconsuelo, sea el clásico “ta-te-ti”, el dedo que señala con los ojos cerrados o el típico “Abuela, elegí un número del 1 al 72”) y seleccionen el tema sobre el que van a escribir.
6) Aunque no puedan creerlo, llegaron al paso de creación. Tomen el cuaderno u hojas borrador (o siéntense delante de su computadora) y pónganse a redactar. Mi consejo es que no se detengan a leer lo que van escribiendo, sino que sigan para adelante; de todas maneras, es probable que a esta altura del proceso estén bastante inspirados y no puedan dejar de escribir hasta que pongan el punto final de su trabajo, aunque les lleve horas.
Importante: después de tanto esfuerzo es fundamental que no dejen su borrador en un lugar donde quede al alcance de otras personas, no vaya a ser que su perro se coma las tan preciadas hojas o que su hermana menor reinicie la computadora sin corroborar primero que ese documento que está abierto esté guardado en el disco.
7) Después de que hayan terminado su borrador sí pueden (y deben, en realidad) dedicarse a revisarlo, corregirlo, ponerle título y encabezado, borrarle todas las pavadas que pusieron de más, agregarle lo que les faltó, conjugar bien los verbos, agregar las H que se comieron y poner todos los acentos extraviados. Al final no les queda más que leerlo de nuevo, así bonito y limpio como les quedó, y felicitarse. Ahí está el resultado de algo que ustedes saben hacer.
MEDIO: blog de Redacción I (como Texto Complementario o Apunte de Cátedra)
AUDIENCIA: alumnos de Redacción I
TEMA: realización del Trabajó Práctico “Algo de lo que vos sabés hacer”
(*) Sofía Maidana es alumna de la Comisión 12 de Redacción 1.
Las alumnas de la foto son de la Comision 7 durante una clase en la sala de Redacción.


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