A 5 años de trabajar en Redacción con un weblog, volver a preguntarse por su definición podría merecer un correctivo: ¿Cómo desconocer la base sobre la que se construyó toda una propuesta de educación y comunicación?
Pero mi regreso a la pregunta se debe a que en algunos de los seminarios que estoy cursando en la Maestría en Periodismo, las discusiones sobre el fenómeno weblog son muy frecuentes. Particularmente, me asombra la facilidad con la que se le atribuyen valoraciones negativas, de “moda pasajera”, de “trivial diario personal”, de “vacío conceptual que pulula por la red”, de “arma pública de corto alcance”.
¿A alguno de ustedes le ha sucedido algo similar?
Admito que existen blogs a los que algunas de estas características les sientan bien, pero me niego a que se desconozca uno de los principios sobre los que la cúpula de esta cátedra reconfiguró su propuesta pedagógica: las tecnologías no tienen valores ni usos intrínsecos sino que todo lo que se puede hacer con ellas depende de la inteligencia y de la voluntad de los sujetos que las maniobren, en determinadas condiciones, que también influyen.
Entonces, propuse a mis docentes y mis compañeros que conocieran a dialogica, el germen de esta bitácora, para introducir a las discusiones una experiencia que permitiera otros enfoques y otros juicios sobre los blogs. Entrevisté a nuestro compañero Fernando Irigaray y el resultado fue este artículo que está publicado en la página de la Maestría.
Les propongo también leer estos textos, de Merelo y Tricas y de Anderson) que fueron disparadores de algunas discusiones, y que incluyen conceptos (como long tale o larga estela) a los que el artículo refiere.