Ver y sentir a miles de chicos que estos dias han debatido y han votado por las mejores palabras de su idioma, estar anoche en ese teatro lleno de lectores que disfrutaron de la conversa entre Galeano y Fontanarrosa hace pensar que en la fiesta a la que estamos convidados como ciudadanos y como hablantes de la lengua que hablamos para entendernos predomina el orden del deseo, que según se acepta como certeza, es el orden de la vida.
Ya sea porque se tiene o porque falta, si se quiere decir AMAR, AMOR, MAMÁ, MILANESA, PAZ, si se trata de elegirlas como mejores palabras, entonces eso es lo que se desea, se celebra y se reclama. Y eso está del lado de la vida.
Es que las palabras del idioma que usamos para definirlo todo, también están para expresar el deseo: el hambre de un sánguche de milanesa, el ragú de un abrazo, el ruego por un instante de paz.
Las lecciones de los chicos que debatieron todo lo que importa en el congresito, la lección del Negro Fontanarrosa con su humor a prueba de toda adversidad, la magistratura de Eduardo Galeano en clave de poeta del alma colectiva, ya son parte inolvidable de esta semana de víspera.
Por todo lo cual voy dibujando una mirada sobre esta coyuntura sudaca argenta rosarigasina: sácole la lengua al burocrático, monárquico, oficialísimo III Congreso de la Lengua Española y póngole toda mi alma a esta ciudad que tanto amo, a su gente entre la que se encuentra la que suscribe y el millón de sus prójimos y venga la eñe que nos distingue: sin ñañas, entrañable, ñatas y ñatos, niños, halagüeños, sueñero, mañana, puñaladas, guiño, desaliñado, Redaccióñññññ Uno y siguen las eñes……….