En este texto, que salió hace unas semanas en Clarín, Fontanarrosa nos cuenta cómo realiza la planificación de sus historietas. Podemos advertir una similitud con los conceptos dados en Redacción para llevar a cabo esta etapa de preescritura.
Por Roberto Fontanarrosa
Cuántas veces se habrá despertado usted, amigo lector, en medio de la noche, preguntándose atormentado: “¿Cómo se realiza una historieta?” Pues bien, ahora tiene usted la oportunidad, única quizá, de adentrarse en los misterios de este metier de la mano de un profesional de la materia. (…)
Muy bien. Tranquilo ahora. Lo primero es el tema. Saber sobre qué tema girará la historieta. En ocasiones hay algún asunto dando vueltas, como la Guerra del Golfo, los disturbios de Los Angeles, el cólera, la corrupción, etcétera, con posibilidades de ser adaptados a nuestro personaje: Inodoro Pereyra. ¿Los disturbios de Los Angeles? Es bueno, pero… ¿no le parece que es más compatible, acaso, con una bestia como Boogie El Aceitoso, sin ir más lejos? Es comprensible. Usted no tiene la obligación de saber que yo cuento con otro personaje al que debo alimentar, pero su aporte fue valioso, de todos modos. Dejemos para Inodoro ítem más apropiados, como el caso de los frigoríficos clandestinos o el aumento en el precio de la yerba mate. ¿Aventurarnos con Monzer Al Kassar, dice usted? ¿O hablar sobre una controvertida jueza de apellido compuesto? ¡Cómo se nota que no es usted el que firma, mi estimado! (…)
Hay un tumulto de páginas donde yo voy anotando ideas sueltas, frases, situaciones o tontos juegos de palabras. Veamos: “Sea un domador en veinte lesiones”, “Chancho-alcancía”, “Sigue vigente, ¿dónde vio gente?”, “Lo encontré hecho unas pascuas / ¿contento? / no, gordo y negro como un güevo de chocolate”. Abrimos casilleros, entonces, con las dos o tres situaciones que, calculamos, pueden sorportar el trámite de una historieta: “Escuela de doma” y “Chancho alcancía”. ¿Prefiere “Escuela de doma”? Inteligente elección. Pero abordemos la otra, que a simple vista suena como más jugosa. Bueno lo suyo, pero aún carente de olfato profesional. (…)
Pero, confesémoslo, aún campea en nosotros una preocupación primaria que nos desvela, encontrar un chiste de remate. Si no sabemos hacia dónde vamos, nos perdemos. Veamos: el hallazgo de un buen tema nos ha significado resolver un 30 por ciento del problema. Pues bien, el descubrimiento de un digno remate nos resolverá el otro 30%. Incluso, a veces, debo confesarle, doy casualmente con un chiste o con una situación que configura, en sí, un buen remate para una historia. Entonces, desandando desde allí, armo la trama desde el comienzo. Pero, no se me distraiga, seamos optimistas y supongamos que encontramos un final aceptable. Ya tendremos una estructura para la tira y quedarán una, o dos más, a medio hacer, para ser completadas el día de mañana, si a usted no lo ocupa algún otro compromiso. El que guarda siempre tiene. Al igual que el esforzado pueblo israelí, de un desierto habremos obtenido un vergel.