Por Male Sánchez
Una de las falencias que notamos en nuestra facultad, y que personalmente no he dejado de criticar, es un aparente desinterés por la implementación de la modalidad semipresencial en la mayoría de las cátedras de la carrera de Comunicación Social.
Desde el año 1997, el Área de Educación a Distancia intenta incentivar la propuesta de que las cátedras instrumenten esta modalidad en el dictado de sus clases. Durante estos años, en varias asignaturas se han realizado experiencias sobre el uso de nuevas tecnologías pero ninguna de ellas ha sistematizado el dictado de clases por medio de la modalidad semipresencial.
La explicación que he encontrado hasta ahora puede resumirse, groseramente, de la siguiente manera: tanto la organización como la puesta de una modalidad de estas características implica un trabajo mucho mayor y, por ende, se debe presupuestar un mayor tiempo para la realización de los trabajos.
Hace unos pocos meses, reunidos en una jornada donde diferentes cátedras comentaron sus experiencias con el uso de correos electrónicos, chat, weblogs, la directora de nuestra escuela se sorprendió cuando algunos de nosotros expresamos que la corrección de los trabajos, posteo de material en la página, reconstrucción y ampliación del material nos obligaba a encontrarnos conversando con nosotros mismos a altas horas de la madrugada. Como quien dice que en determinadas épocas, de mayor corrección de trabajos o mayor confección de material, algunos perdemos la poca cordura que nos ha ido quedando a lo largo de los años.
Sin embargo, el interés, el entusiasmo, la pasión, que implica un desafío como el de este proyecto, amerita la caída de horas de sueño en determinados períodos. Pero, me pregunto, ¿no sucede eso mismo con cualquier docente que dicta su materia de manera presencial? Sé, positivamente, que muchos me contestarán que sí. Entonces, ¿no está allí el problema? Es evidente que debemos agregar algún ingrediente más.
Pensemos, entonces, en el perfeccionamiento de los docentes acerca de las herramientas que permiten la implementación de la cursada de esta manera diferente a la que veníamos haciendo durante años. Sin dudas, la mayor dificultad al iniciarse un plan de este calibre se encuentra en el diseño del material que se brindará a los alumnos. Y este aspecto, probablemente, detenga a más de un compañero que desee lanzarse a la aventura. Porque para ello deberá tener un mínimo de conocimientos al respecto pero, sobre todo, muchos deseos de seguir aprendiendo.
Eso, nada más y nada menos, es lo que ocurrió con nuestro grupo.
Cuando en 1998, comenzamos tímidamente nuestra primera y pequeñísima experiencia, poco habíamos leído, poco entendíamos de qué se trataba esa modalidad que habíamos decidido investigar. Fuimos cometiendo errores, volviendo sobre lo realizado, corrigiendo lo mal hecho y profundizando los logros, al mismo tiempo que seguíamos estudiando, leyendo, metiendo nuestras manos hasta los codos en la masa que nos permitía ir moldeando, muy lentamente, el proyecto que comenzábamos a ver en nuestras imaginaciones cada vez con mayor claridad. Aunque esto no fuera fácilmente transferible. Recuerdo las risas de mis compañeros cuando intenté, allá por el año 2000, diagramar de qué manera imaginaba la confección de los textos bases de los cuales salían los complementarios, los fuentes, los trabajos prácticos, las actividades. Es que, a pesar de las risas del resto, ninguno tenía muy en claro que lo que estábamos construyendo era un hipertexto.
Y lo hicimos. Y lo hicimos bien, nos costó horas y horas de lectura, de un ir y venir constante entre la lectura de la teoría y la construcción del producto. Muchas veces fue a la inversa, se construyó a partir de la intuición, del sentido común, de la experiencia pedagógica, de las previas puestas en las clases presenciales y, luego, se confirmó con la teoría. Entonces, se volvió a retocar o a ratificar lo planificado.
Esto sucedió con la construcción de nuestro CD multimedia. Esa construcción, supuso, efectivamente, un gran esfuerzo de profundización de los conocimientos, un proceso de perfeccionamiento realizado de manera autogestionante, pertinaz y obstinada por los integrantes de la cátedra que colaboramos en su arquitectura.
Aquí tenemos, pues, el segundo elemento a tener en cuenta para este tipo de proyectos: el perfeccionamiento constante de los integrantes del equipo que llevará adelante este proyecto. Vuelvo a preguntar y a responder lo mismo. ¿No sucede eso mismo con cualquier docente que dicta su materia de manera presencial? Sé, positivamente, que muchos me contestarán que sí. Entonces, ¿no está allí el problema? Es evidente que debemos agregar algún ingrediente más.
El CD vio la luz, lo presentamos ante la comunidad educativa con la presencia del señor rector de la Universidad, brindamos, cominos bocaditos, nos sacamos fotos para los medios y todos los chiches, lo llevamos a diversos congresos con suertes diversas, también porque en algunos casos no se contaba, todavía, con la tecnología necesaria para mostrarlo.
¿Qué sucedió después? Lo usamos. Lo usamos para las dos modalidades. Le sacamos el jugo, lo exprimimos en el literal sentido del término. Nos apropiamos de él. Conseguimos manejar esta tecnología de manera que podíamos ponerla al servicio de nuestros objetivos.
Este concepto sería el tercer elemento a tener en cuenta para un proyecto de este calibre: el conocimiento profundo y la práctica aceitada de la herramienta a utilizar. Vuelvo a preguntar y a responder lo mismo. ¿No sucede eso mismo con cualquier docente que dicta su materia de manera presencial? Sé, positivamente, que muchos me contestarán que sí. Entonces, ¿no está allí el problema? Es evidente que debemos agregar algún ingrediente más.
Rescatemos los tres elementos mencionados como imprescindibles para la puesta de cualquier proyecto educativo:
– Mayor tiempo de dedicación.
– Perfeccionamiento docente.
– Conocimiento de la herramienta a usar.
Nada nuevo. ¿Verdad? Sólo trata de realizar un resumen para intentar, ahora, trasladar estos elementos al uso del weblog.
Pero me falta una pregunta que puede resultar un tanto capciosa. ¿Todos los integrantes de la cátedra realizaron el mismo esfuerzo para la realización del diseño del material multimedia? ¿Todos se perfeccionaron de la misma manera? ¿Todos se apropiaron del CD de la misma manera? La respuesta es un rotundo no. Ya habíamos dejado asentada esta situación en el Informe del PID 2001.
Creo que lo mismo que hemos pensado sobre nuestra antigua herramienta debemos trasladarlo al diseño y uso del weblog.
– más tiempo de trabajo: ejemplos de correcciones de comentarios
– más estudio: lectura de teoría; estudio de las posibilidades de la herramienta para los objetivos de nuestra cátedra
– pasión: el entusiasmo es primordial. ¿cómo se logra? ¿con qué cuestiones está unido?
– Una desventaja? Es caro. Y los libros, los cursos? Claro, están las bibliotecas…también los ciber. Lo qué si es caro es el teléfono.
– primera conclusión: lo que mejora la educación son las prácticas docentes. El interés del docente por mejorar su propia práctica es lo que nos dará garantía del avance educativo, no las herramientas usadas, ellas son sólo eso. Sobre este punto muchísimo se puede hablar, pienso más que nada en la cuestión que postulan algunos de nuevas maneras de pensar…Es para otra ponencia.
– Pero si estamos en el baile, bailemos.
– Parece que no pienso en los alumnos: todos estos elementos mencionados se pueden trasladar, perfectamente, a ellos.
– Volvemos a la pregunta incial: ¿por qué no hay un uso mayor de la modalidad semipresencial? Cada uno que saque su conclusión.