No hay derecho

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NO HAY DERECHO. Las pérdidas son incalculables, pero se pudieron salvar valiosos documentos
El fuego no pudo con ellos
Las pérdidas son incalculables, pero la acción decidida y solidaria de toda la comunidad educativa ayudó a poner a buen resguardo elementos fundamentales como el material informático y los libros de la biblioteca.


“Es una tragedia, es una tragedia”. La frase era repetida por autoridades, docentes, no docentes y estudiantes de la Facultad de Derecho en la esquina de Moreno y Córdoba, justo enfrente del bar Rock & Feller’s, que sirvió de depósito transitorio de muebles y libros que fueron salvados gracias a la acción comprometida de toda la comunidad educativa.
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En la puerta de la Fundación Prats, en la ochava opuesta, otro de los lugares usado como depósito, el director de Informática de la facultad, el ingeniero Horacio Masacessi, era el portador de una de las únicas noticias alentadoras: se había actuado a tiempo para rescatar el back up de todo el sistema, los tres servidores y, fundamental para los alumnos, las actas de los exámenes. No alcanzaba para levantar el ánimo, tampoco, que muchos docentes evaluaran que la documentación más importante había eludido la acción del fuego. Es que las pérdidas son incalculables, sobre todo desde lo edilicio, y el regreso a la normalidad asoma ahora como algo lejano, muy lejano.
En este sentido, el decano Ricardo Silverstein expresó que “la idea, después de revisar los daños, será hacer lo imposible para la continuidad del ciclo lectivo”, aunque advirtió que “esto puede llevar tiempo”. En tanto, las clases y los exámenes quedaron suspendidos y recién hoy, después de los peritajes judiciales, las autoridades de la facultad podrán ingresar al edificio y hacer una evaluación concreta. Aunque Silverstein ya adelantó que “hay perdidas valiosas”.
El marco ayer a la tarde era de congoja generalizada. Pero también de acción. Salvar lo que se pudiera era la consigna cuando las llamas comenzaron a avanzar con voracidad desde Moreno y Santa Fe hacia otros sectores del edificio, y desde las ventanas y las puertas comenzaban las cadenas humanas para sacar desde libros hasta armarios, computadoras, escritorios, sillas, etc. Acaso la acción más comprometida haya sido la de los alumnos que sacaron todos los libros de la biblioteca. “Era una marea humana de solidaridad en un momento en el que fuego amenazaba”, describió, emocionada, una docente. Por allí andaba el concejal Pablo Javkin, ex presidente del centro de estudiantes de Derecho, organizando a los chicos en la tarea, sin dejar de lagrimear.
También la ministra de la Corte María Angélica Gastaldi, docente de la casa de estudios. Otro profesor de la casa, el juez Adolfo Prunotto Laborde, no podía disimular su fastidio ante la situación y a viva voz buscaba testigos del foco de los lanzamientos de las bombas de estruendo entre los estudiantes y empleados de la facultad.
El rector de la UNR, Ricardo Suárez, iba y venía, y trazó un primer balance: “Este edificio es Monumento Histórico Nacional, la reparación fue presentada y aprobada en Europa. La remodelación costó 2,5 millones de dólares; de eso por lo menos la mitad se perdió. Este es el edificio más importante de la ciudad”. Parte de esas obras se habían inaugurado a principios de este año, con la presencia del gobernador Carlos Reutemann. Y ahora se estaba trabajando sobre la fachada y la torre principal.
Ahora, está claro, habrá que empezar de nuevo. Es que gran parte de la facultad quedó directamente sin techo, la estructura debilitada y, al daño del fuego, habrá que sumar el del agua arrojada por los bomberos.
En forma preliminar, las autoridades de la facultad estimaban que la destrucción en el aula virtual, donde se habían invertido unos 30 mil dólares, era total. Y contabilizaban esta situación como el daño de mayor impacto en cuanto a equipos, ya que el director de informática había logrado sacar casi todo el resto, además de la información más importante contenida en el sistema.
También había angustia por las pérdidas, que se estimaban enormes, en el archivo, los sectores de Alumnado y Bedelía, y la Escuela de Graduados, ubicados sobre el ala de calle Santa Fe. “Los diplomas, los diplomas”, se lamentaba entre sollozos una mujer que desde la plaza San Martín no podía quitar los ojos de la humareda que salía de la zona.
En el marco de la catástrofe, alguien celebraba el milagro de que no hubiese heridos, que los daños sólo fuesen materiales. Y, al fin de cuentas, eso no es poco.
Música” de fondo en pleno examen
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Pum, pum, pum, pum. Una y otra vez. Con esa música de fondo, varios docentes decidieron ayer que no estaban en condiciones de tomar los exámenes fijados para ayer. Ése fue el caso, por ejemplo, de Roberto Galván, profesor de Responsabilidad Civil, que, paradojas de la catástrofe, analizó con sus alumnos, antes del incendio, que los riesgos que implicaban el uso de las bombas de estruendo implicaban una responsabilidad civil que debía analizarse.
Isolina Davobe también estaba tomando examen y decidió suspenderlos. Ella, en diálogo con una radio local, destacó la acción de los alumnos que fueron a salvar la totalidad de los libros de la biblioteca y la documentación de áreas clave de la facultad, como Decanato.
http://elciudadano.net/02-07-2003/ciudad/ayuda.php
PARA LEER MÁS SOBRE EL TEMA:
http://www.lacapital.com.ar/2003/07/02/ciudad/noticia_15711.shtml
http://www.lacapital.com.ar/2003/07/02/ciudad/noticia_15600.shtml
http://www.lacapital.com.ar/2003/07/02/ciudad/noticia_15606.shtml
http://www.lacapital.com.ar/2003/07/02/ciudad/noticia_15661.shtml
http://www.lacapital.com.ar/2003/07/02/ciudad/noticia_15608.shtml
http://elciudadano.net/02-07-2003/ciudad/facultad.php
http://elciudadano.net/02-07-2003/ciudad/fuego.php
http://www.lanacion.com.ar
http://www.clarin.com/diario/hoy/s-02415.htm


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