TRIBUTO A UN ÍDOLO

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TESTIMONIOS DEL MAGISTRADO MAS RECONOCIDO EN TODO EL MUNDO
“Yo hablo desde la libertad”
Su paso por Rosario constituyó una de las visitas más importantes en los últimos años. Baltazar Garzón fue galardonado en la universidad, en el Concejo y por el intendente Binner. En la nota habla de la guerra en Irak, su paso por la política y hasta de la polémica planteada con el subcomandante Marcos.
Por Pablo Feldman
–Víctor Hugo escribió “el derecho está por encima del poder…”
–Así debe ser…
–Pero no es así.
–Pero así debería ser, para muchos, entre los que me encuentro y seguramente se encuentra usted, así debe ser. Hemos hecho una ley de esa máxima durante toda nuestra vida.


–¿De qué manera se puede transformar esa máxima en realidad, teniendo en cuenta que se ha hecho prácticamente imposible aplicar la ley a partir de la coerción de la potencia más poderosa del planeta?. Sobre todo, desde que Estados Unidos arrasó con el régimen jurídico internacional.
–Yo creo que primero está en la existencia de esas normas. Es fundamental que las normas de legalidad internacional existan y en general, así ha sido. Cabe decir que en algunos momentos históricos –y desgraciadamente éste es uno de ellos–, Estados Unidos se ha desvinculado de esa legalidad internacional en algunos puntos y en otros ha contribuido fundamentalmente a que cuaje ese cuerpo de normas que da sentido a lo que conocemos como “comunidad internacional” y no como “club de amigos”, como parece que se pretende ahora. Ya desde las normas del Estatuto de Nüremberg, después de la Segunda Guerra Mundial, se ha ido generando y gestando toda una pléyade de normas que han ido protegiendo cada vez más los derechos fundamentales de las personas en distintas partes del mundo. Efectivamente, por una parte eso es así y por otra parte tenemos el contrapunto de que la impunidad ha sido también una de las normas más habituales y que esa legalidad no se ha aplicado, y llegando al punto en el que me preguntaba cómo hacer para que países como Estados Unidos se sometan a esa legalidad internacional, pues la respuesta está en la exigencia que haga de esa legalidad el resto de la comunidad internacional frente al que quebranta la norma, no sólo para que la cumpla sino también que haga lo necesario para que no vuelva a producirse. Y un elemento más que es fundamental y que se ha cuajado en los últimos meses como consecuencia, primero, de la “guerra preventiva” y luego de la guerra desatada en Irak, ha sido la opinión pública mundial, en una actitud que yo titulo como “la revolución de la paz”.
–Esta es una guerra sin posguerra, teniendo en cuenta que no parece que los nortemamericanos hayan decidido que sus acciones terminaron en la toma de Bagdad.
–Yo espero que esa amenaza que realmente existe no se concrete de nuevo, en hechos tangibles como puede ser la invasión a otro país u otro territorio, so pretexto de incumplimientos varios que desgraciadamente y a la postre –como se ha visto en este caso– son los que menos importan. Todavía están por aparecer las armas de destrucción masiva, y en cualquier caso, por lo que se ha evidenciado, aunque aparecieran, es que no estaban en capacidad de ser usadas, y por lo tanto si no se podían usar no había urgencia en que la actividad de los inspectores de Naciones Unidas se terminara. Podría haber continuado. Todo esto demuestra algo que a mí se me antoja esencial, que es la inmoralidad de esta guerra, y que la misma nació moralmente derrotada por esos argumentos.
–Se ha hecho hincapié en el componente religioso de los conflictos con países del mundo árabe. Recientemente, en un reportaje por la CNN, le preguntaron a Carlos Fuentes por el “fundamentalismo de los iraquíes” y el escritor respondió: “¿Qué tal si empezamos por el fundamentalismo de la Casa Blanca?”
–El fundamentalismo se puede entender con diferentes matices: religioso, político, sociológico. Yo diría, con Carlos Fuentes, que sí, que hay bastante de fundamentalismo en la Casa Blanca, en los patrones de la Casa Blanca. Si dirigimos la atención al discurso de la declaración formal del inicio de la guerra que George W. Bush hizo el 19 de marzo. Las invocaciones a Dios fueron permanentes, incluso más numerosas que las del propio Saddam a Alá. Por tanto, tan peligrosa es una situación como otra: cuando los extremos se ponen a funcionar, la razón pierde su lugar. Hay que tener en cuenta cuáles han sido las razones reales de esta situación, las verdaderas motivaciones y cuáles han sido las causas que se perseguían para darnos cuenta de que tiene algo que ver, sino el fundamentalismo, sí el extremismo político, económico y una visión del mundo que no es la mía ni la de millones de personas.
–Está a la vista que no se puede focalizar esto como un conflicto Estados Unidos-Irak. Después de visitar Tierra Santa, usted escribió que es muy difícil imaginar la paz en la región con la diferencia de credos y de intereses que se amontonan en un pequeño territorio.
–Es muy difícil, y yo creo que la única forma de resolver el conflicto árabe-israelí no es mediante la destrucción sino mediante la construcción. Si conoces Israel, Palestina, Líbano, Siria, Jordania, te das cuenta de que estamos hablando de un espacio que cabría en la provincia de Santa Fe. Allí aglutinas cinco países que tienen cinco posiciones estratégicas diferentes, con historias en parte comunes y en parte diferenciadas durante dos mil años, donde los recursos naturales son fundamentales y donde el control, por ejemplo del Lago Tiberial, es tan esencial que Israel y Siria no se ponen de acuerdo por una franja de terrenos de apenas 25 o 30 metros, porque eso supone el control sobre el agua y por tanto de toda la región de Palestina. Para comprender que no se puede hacer nada mediante la destrucción del otro, del sometimiento, porque quien nada tiene va a seguir luchando por conseguir algo y por tanto, si destruyes Palestina, después tendrás que construirla de nuevo para a partir de allí empezar a hablar de paz. Cuando consigan darse cuenta de que la única forma es generar riqueza, hacer proyectos comunes, y establecer un nivel de aceptación popular en cada uno de los países, recién entonces empezaremos a hablar de paz. Eso es lo que algunos intentamos hacer, en la medida de nuestras posibilidades y hay gente en Palestina y en Israel que trabaja en ese sentido. Lo que ocurre es que mientras tanto están cayendo bombas y detonando explosivos, es decir los extremos siguen jugando y se hace difícil mantener el discurso conciliador y llevarlo adelante.
–Usted es un hombre del Derecho. Sin embargo, tuvo un paso por la política, que fue efímero en tiempo pero que dejó marcas teniendo en cuenta las razones por las que entró al parlamento y por las que rápidamente se fue. Fue en el gobierno de Felipe González, que por entonces gozaba de popularidad en su país…
–La política ocupa un papel absolutamente esencial. Lo que sucede es que muchas veces se ha querido dar una falsa visión de lo que es la política y también los políticos –o algunos políticos porque no todos son iguales– han hecho gala de desconocimiento de los intereses más elementales de la sociedad, y lo que han hecho ha sido patrimonializar el uso de la política, es decir utilizarla como si fuese algo propio y no un servicio hacia los ciudadanos. Por tanto, es esencial que todos y cada uno de los ciudadanos participe en política: es participar en política ser un buen juez, ser un buen periodista, ser un buen sindicalista.
–En la Argentina es impensable que un juez encabece una marcha, así sea en contra de la guerra.
–Una cosa es ser político activo; es decir hacer política partidaria y otra cosa es participar de la política de un país. La política no es algo que está en una cápsula en la que participan unos cuantos privilegiados. La política es el pueblo, es estar mezclado con el pueblo para conocerlo, para aplicar y defender sus intereses en cada una de las esferas, por lo tanto si hay que defender a la sociedad ejerciendo la libre expresión y diciendo “No a la Guerra” no sólo es conveniente sino absolutamente necesario hacerlo. Lo que no se puede aceptar, en su caso como periodista y en el mío como juez, es usar esa participación como plataforma para algo diferente. Yo alguna vez he escrito: “Como no aspiro a ningún puesto político, ni me lo van a dar y además no me importa perder el que tengo, pues hablo desde la libertad”.
–Esa libertad es la que le permite a usted invitar al subcomandante Marcos a los próximos cursos de verano en La Complutense. Para quienes sienten respeto, e incluso admiración por ambos, llamó la atención la polémica y sobre todo el modo en que se expresó.
–Bueno, tendríamos que separar las cuestiones. Como juez yo sé cuáles son mis competencias, y como ciudadano preocupado por los derechos de las comunidades indígenas –en lo que llevo trabajando más de 10 años– es algo que merece la pena comentar. Y también una clarificación en cuanto a su sorpresa por la contestación al Subcomandante Marcos a través de la publicación de su carta en que se refería al Rey, a Felipe González, a José María Aznar. Ninguno de ellos hubiese dado lugar a una respuesta mía, y sí la dió el desprecio que se demostraba en esa carta por las víctimas del terrorismo. Si no queremos ser tan duros con la expresión “desprecio”, es al menos desconocimiento de la realidad del terrorismo en España. Hablar de una lucha de “liberación” de un “pueblo sometido”, aplicándolo al pueblo vasco, es desconocer cuál es la realidad del pueblo Vasco, la existencia de mil víctimas mortales del terrorismo de ETA, de más de tres mil heridos, cuatro mil acciones terroristas, en un país en el que existe democracia, libertad, y en donde políticamente se puede hablar y discutir todo. En la Constitución española están admitidos incluso los partidos contrasistema; el único límite que hay es el de la violencia y eso ya no depende sólo de normas legales sino de las mínimas pautas morales y de convivencia. Vista la situación, este verano, del 30 de junio y hasta el 4 de julio, yo dirijo en la Universidad de Verano de la Complutense, en el Escorial, un curso sobre “Violencia de género” y por tanto, amablemente, le ofrecido la posibilidad de que el día 4 de julio esté en un ámbito universitario, con presencia de medios de comunicación, en un foro de educación, con gente joven de todos los tipos e ideologías para que defienda a las comunidades indígenas.
–¿Hay algún momento en que la violencia es justa?
— Solo cuando está en manos del Estado y las Instituciones y se aplica de acuerdo a las normativas vigentes dentro del estado de derecho, más allá de eso si pasas esa línea te colocas en el lugar precisamente de aquellos que pretendes combatir. La figura del “Terrorismo de Estado” o los espacios sin derechos, o el fin justificando los medios, o “liberación” de un “pueblo sometido”, aplicándolo al pueblo vasco, es desconocer cuál es la realidad del pueblo Vasco, la existencia de mil víctimas mortales del terrorismo de ETA, de más de tres mil heridos, cuatro mil acciones terroristas, en un país en el que existe democracia, libertad, y en donde políticamente se puede hablar y discutir todo. En la Constitución española están admitidos incluso los partidos contrasistema; el único límite que hay es el de la violencia y eso ya no depende sólo de normas legales sino de las mínimas pautas morales y de convivencia. Vista la situación, este verano, del 30 de junio y hasta el 4 de julio, yo dirijo en la Universidad de Verano de la Complutense, en el Escorial, un curso sobre “Violencia de género” y por tanto, amablemente, le ofrecido la posibilidad de que el día 4 de julio esté en un ámbito universitario, con presencia de medios de comunicación, en un foro de educación, con gente joven de todos los tipos e ideologías para que defienda a las comunidades indígenas.
–¿Hay algún momento en que la violencia es justa?
— Solo cuando está en manos del Estado y las Instituciones y se aplica de acuerdo a las normativas vigentes dentro del estado de derecho, más allá de eso si pasas esa línea te colocas en el lugar precisamente de aquellos que pretendes combatir. La figura del “Terrorismo de Estado” o los espacios sin derechos, o el fin justificando los medios, o tomar justicia por propia manos, traspasa esa línea perfectamente definida entre la legalidad y la ilegalidad.
–¿En algún momento pensó “hasta aquí llegué”, o dijo “no va más”?
–Hay momentos en que uno tiene ganas de tirar la toalla, pero retomando el tema de la guerra y de la paz, y del compromiso de las personas, y en concreto en España las marchas por la paz, a mí me ha reconfortado de una manera muy agradable y de alguna manera me ha justificado como padre y como miembro de una generación que creíamos perdida, que hemos criado a los hijos en una “sopa boba” –como decimos en España– que como no teníamos nada, todo se lo hemos dado a ellos, y casi creíamos que los habíamos convertido en algo que no pensábamos más allá de sus estudios y demás…la verdad es que me ha reconfortado que mis hijos han salido a la calle, se han comprometido, han luchado por lo que son sus ideas, en favor de las paz, en contra de la violencia, con argumentos, con discusiones, con debates en la universidad, y realmente esto está siendo maravilloso ya que demuestra que en los jóvenes sigue estando esa rebeldía de la que tenemos que aprender aunque ya tengamos bastantes canas.
*Este reportaje fue emitido en el programa “Boca de Urna” de Canal 3.
Publicado el Domingo 20 de abril 2003
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