Andrés Rivera es uno de mis autores favoritos. Su obra “ La revolución es un sueño eterno” es uno de los mejores libros escritos en lengua castellana y debería ser de lectura obligatoria en las escuelas.
Les dejo algunas de sus reflexiones vertidas en una entrevista que publica hoy Página 12.
Además de sus planteos sobre la escritura, pone nuevamente en el tapete la polémica sobre la literatura en las canchas de fútbol. Interesante tema para investigar.
Algunos apuntes sobre el oficio de escribir
-“Hay algo que un escritor no puede perdonarse, que son los lugares comunes. Y ese tipo de frases que no son en sí mismas grandilocuentes sino que tienen algo de meloso, algo que se le pega a uno entre los dedos. Y uno tiene que salir de la escritura con los dedos bien secos. Hay que tener distancia con lo que se escribe. Y esto es contradictorio, porque al mismo tiempo uno tiene que ser cada uno de los protagonistas sobre los que escribe.”
– “Yo escribí una muy mala novela, El precio, que apareció en 1957. Tenía 29 años. Es cierto: ya he perdido la cuenta de cuántos títulos me publicaron, y es cierto también que Rimbaud debe haber escrito dos o tres novelas, dos o tres libros de poesía, y murió joven. Los revolucionarios tienen que morir a los 50 años: ésa fue una de las frases que le adjudican a Lenin. Yo he pasado largamente esa edad y, en consecuencia, la edad que tengo desmiente que yo haya sido nunca un revolucionario.”
– “Faulkner dijo algo muy simple pero, para quien escribe, ineludible: hay que leer lo bueno y lo malo. Y a su vez, Borges formuló una recomendación contradictoria: si usted abre un libro y a las primeras diez páginas se aburrió, déjelo. Sí, yo me quedo, a esta altura de mi trabajo, con la recomendación de Borges. Por distintas razones, ninguno de nosotros puede invertir su tiempo en la lectura de un mal escritor.”
– “Este es el oficio más solitario del mundo. Y despierta en uno todas las jactancias. Al mismo tiempo uno puede ser un héroe revolucionario y un canalla. Toda la cuestión reside en cómo eso se traslada al papel. O ustedes me creen, cuando lo leen, o no.”
– “Uno aprende leyendo a los otros. Una vez más Borges: decía, y tenía razón, que da más placer leer a los otros que escribir. En mí, por lo menos, se conjugan dos variables: una, el placer; y la otra está en el ojo del que escribe, que recoge cómo se construyó una frase, por qué esa frase puede ser usada, o por qué está mal escrita.”
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